Mil millones m¨¢s a la (buena) mesa
China ya come prote¨ªnas y Occidente desprecia la grasa - Una suma de gestos individuales ha cambiado los h¨¢bitos del mundo y del mercado
Mientras la subida de precios de los alimentos se cobra vidas humanas, gobiernos y modelos de subsistencia, los expertos se apresuran a culpar a unos y otros de esta escalada sin fin: el petr¨®leo, los biocombustibles, el aumento de la poblaci¨®n, el modelo de agricultura... M¨¢s inadvertido ha pasado el impacto de la suma de decisiones individuales que a diario toman los pobladores del planeta en los supermercados de Pek¨ªn, Madrid, Yaund¨¦, R¨ªo de Janeiro. Los h¨¢bitos alimenticios cambian y eso se lleva por delante econom¨ªas enteras.
Los chinos y los indios empiezan a beber leche y comer carne de vaca, porque ahora son m¨¢s ricos y su sociedad es m¨¢s permeable a todo lo que venga de Occidente, incluidos los h¨¢bitos alimenticios. En Espa?a, como en el resto de Europa o de EE UU, cada vez comemos m¨¢s pechugas de pollo y menos patas o alitas. La pechuga tiene menos grasa y eso gusta a las sociedades m¨¢s preocupadas por combatir la obesidad o los infartos que en llenar el est¨®mago. Hace no tantos a?os, decisiones dom¨¦sticas como ¨¦stas -con qu¨¦ llenar la nevera- apenas ten¨ªan impacto m¨¢s all¨¢ de las fronteras. Hoy, la correa de transmisi¨®n de la globalizaci¨®n hace que el impacto de la suma de decisiones individuales se sienta con fuerza en la otra punta del planeta. Y si el pa¨ªs es la gran China o las preferencias culinarias se extienden en un continente entero como el europeo, las consecuencias pueden llegar a ser devastadoras como ha sucedido con la actual subida del precio de los alimentos. El incremento de la demanda asi¨¢tica, ante una oferta mundial relativamente reducida, ha disparado adem¨¢s la demanda de grano para alimentar al ganado, lo que a su vez ha generado una potente presi¨®n en los stocks mundiales de cereales y soja. Unas reservas esquilmadas durante el ¨²ltimo lustro.
La importaci¨®n de sobras de pollo en ?frica ha hundido la producci¨®n local
Los cambios de China e India afectan a todos: es el 40% de la poblaci¨®n mundial
En Europa, las alitas y las patas de pollo han perdido categor¨ªa social
Los nuevos j¨®venes urbanos hoy piden yogures, ajenos a la tradici¨®n china
El resultado ha sido el aumento de los precios no s¨®lo de la leche y sus derivados como el yogur o el queso, sino de cualquier otro producto que lleve l¨¢cteos como el chocolate, o incluso las pizzas. Y de los granos de cereales y piensos de los que vive el ganado.
El aumento de la riqueza es el principal motor de los grandes cambios en los h¨¢bitos alimenticios. Pero no el ¨²nico, seg¨²n explica desde Roma Ezzedine Boutrif, director del Departamento de Nutrici¨®n de la FAO. "Tradicionalmente, el incremento del consumo de productos animales y sus derivados como la leche se produce cuando las familias tienen m¨¢s ingresos. Pero tambi¨¦n es una cuesti¨®n de prestigio pasarse a la carne o a la leche". En el caso chino, viene de la mano de la apertura al resto del mundo y a la emulaci¨®n de los usos y costumbres occidentales. "Es verdad que tradicionalmente los chinos no consumen leche, pero sobre todo a los j¨®venes urbanos cada vez les atrae m¨¢s el modo de vida de Occidente y eso conlleva beber leche o tomar yogures", apunta Boutrif.
No se trata de que los chinos vayan a abandonar su cocina tradicional. No es que hayan dejado de consumir arroz y fideos y se hayan pasado al filete con patatas fritas, sino que han reducido su consumo de cereales y han aumentado el de carne y el de leche.
Frente al tradicional rechazo chino a la leche, hoy su primer ministro, Wen Jiabao, sue?a con poder "dar de beber medio litro" a cada ni?o en su pa¨ªs. Los chinos han pasado de consumir 9,5 litros por persona y a?o en 1997 a casi 32 litros per c¨¢pita el a?o pasado, seg¨²n datos de la FAO, y la asociaci¨®n china de productos l¨¢cteos calcula que el consumo seguir¨¢ creciendo un 15% cada a?o. Estos incrementos han contribuido a que el precio de la leche se haya multiplicado por cinco en un lustro.
Lo sabe bien Kwok Wai Cheong, gerente financiero de China Mengniu Dairy, la mayor empresa productora de leche en China y que vio crecer sus beneficios en un 30% el a?o pasado. "La leche est¨¢ de moda, gracias a que el Gobierno hace campa?a sobre los beneficios del consumo de l¨¢cteos para la salud", cuenta Kwok por tel¨¦fono desde Hong Kong.
S¨®lo la UE duplic¨® el a?o pasado el valor de sus exportaciones de leche a China, mientras que las de carne crecieron en un 75%. Pero donde la balanza se ha dado realmente la vuelta ha sido en China, donde la nueva voracidad y poder adquisitivo ha hecho que el pa¨ªs dejara en 2002 de ser exportador de productos agr¨ªcolas para convertirse en importador neto.
En la India tambi¨¦n se han producido cambios similares, aunque algo menos acentuados, debido al vegetarianismo. Aun as¨ª, las ¨¦lites tienden cada vez m¨¢s a imitar en la mesa a los consumidores occidentales. Y eso se refleja en las estad¨ªsticas que dicen que la India ha triplicado en la ¨²ltima d¨¦cada sus importaciones de productos agr¨ªcolas. En parte, por ejemplo, porque los indios han pasado de consumir 73 litros de leche per c¨¢pita en 1997 a 91 en la actualidad.
Corea del Sur o Jap¨®n sufrieron cambios similares hace a?os. Cuando su econom¨ªa mejor¨®, su dieta cambi¨® e incorpor¨® m¨¢s productos animales (en el caso de los japoneses, el pescado). Pero la diferencia con la actualidad es que China y la India suman cerca del 40% de la poblaci¨®n mundial, por eso cualquier cambio en el estilo de vida tiene repercusiones imprevisibles. Cuando ellos tosen, el mundo se resfr¨ªa.
El resfriado ha obligado incluso a la UE, el mayor exportador e importador de alimentos del mundo, a dar un golpe de tim¨®n en su pol¨ªtica agraria com¨²n y aumentar las cuotas de producci¨®n l¨¢ctea. "Est¨¢ claro que vamos a necesitar mucha m¨¢s leche para dar respuesta al crecimiento de la demanda en las econom¨ªas emergentes. Si no adaptamos nuestras pol¨ªticas, otros exportadores como Australia o Nueva Zelanda se har¨¢n con el negocio", explica desde Bruselas Michael Mann, portavoz comunitario de Agricultura. Mann explica, adem¨¢s, que la estrategia comunitaria pasa por adelantarse a las preferencias culinarias y fomentar la exportaci¨®n a Asia de alimentos procesados como el jam¨®n o el vino. "Sabemos que se har¨¢n ricos y que empezar¨¢n con este tipo de productos".
Boutrif explica que, en Europa, los grandes cambios en los h¨¢bitos se produjeron despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, cuando el continente empez¨® a levantar cabeza. La dieta comenz¨® enseguida a poblarse de productos de animales y poco a poco ha ido haci¨¦ndose m¨¢s sofisticada y selectiva hasta rechazar las partes de animales que hasta hace bien poco se com¨ªan con gusto. La obesidad y las enfermedades cardiovasculares han contribuido a que m¨¢s all¨¢ de las modas, los europeos se decanten por las partes menos grasas de los animales. Estos gustos de las sociedades enriquecidas tienen consecuencias nefastas a miles de kil¨®metros de los hogares europeos. En ?frica, la importaci¨®n de cientos de miles de toneladas cada a?o de patas y alitas de pollo congeladas procedentes de Europa, EE UU y Brasil ha acabado con la producci¨®n local en forma de dumping.
Mientras que en Europa las alitas o las patas han perdido mucha categor¨ªa social, en ?frica no le hacen ascos a las extremidades, sabrosas y repletas de prote¨ªnas. El problema es que los productores africanos no pueden competir con los precios anor¨¦xicos de las exportaciones europeas. "En ?frica del oeste, en cuanto se bajaron las tarifas a la exportaci¨®n, entraron las patas y las alitas en tromba", explica Alexandra Strickner, del Instituto para la Pol¨ªtica Comercial y Agr¨ªcola con sede en Estados Unidos (IATP por sus siglas en ingl¨¦s). La UE cifra en 197.000 las toneladas de partes de pollos que exportaron el a?o pasado a ?frica, una reducci¨®n comparada con los datos de los ¨²ltimos a?os y sobre todo con el fuerte incremento de las piezas que llegan de Brasil o EE UU. El portavoz de la UE de Agricultura reconoce que los productores av¨ªcolas reciben dinero comunitario como cualquier otro agricultor de la UE por el mero hecho de serlo, pero cree que el caso de la transferencia masiva de patas y alitas es el resultado de las fuerzas del mercado.
Mercado o apoyos comunitarios, la entrada de estos productos ha arrasado con la producci¨®n local africana. "En Camer¨²n, el impacto ha sido tremendo", cuenta desde Yaund¨¦ Bernard Njonga, agr¨®nomo y presidente de la Asociaci¨®n de Defensa de los Intereses Colectivos (ACDIC), que ha conseguido que su Gobierno optara el a?o pasado por restricciones a la importaci¨®n de pollo congelado. "En 2003, cuando las importaciones alcanzaron su punto ¨¢lgido, 11.000 peque?os productores se quedaron sin trabajo. No pod¨ªan competir con lo que ven¨ªa de fuera. En pocos a?os nos estamos cargando nuestra capacidad productiva", estima Njonga, quien a los problemas econ¨®micos a?ade los sanitarios.
Njonga explica que el problema no se ci?e al pollo y que poco a poco en su pa¨ªs han dejado de consumir los productos locales y las importaciones se han hecho fuertes. Comen arroz que viene de China y de Tailandia, tomates italianos, ma¨ªz estadounidense... Cuenta Strickner que las importaciones han tra¨ªdo tambi¨¦n consigo cambios en los h¨¢bitos alimenticios en ?frica, en una letal combinaci¨®n de modas que entran a trav¨¦s de las pantallas de televisi¨®n y de pol¨ªticas comerciales nocivas a juicio del IATP. "Los africanos del oeste por ejemplo se han acostumbrado ahora a la pasta o a la leche en polvo, en parte porque est¨¢ de moda y en parte porque las importaciones son muy baratas debido a la apertura de los mercados y a los subsidios que estos productos reciben en Europa y en Estados Unidos".
Las estad¨ªsticas de la ONU muestran c¨®mo los pa¨ªses africanos han dejado de exportar productos agr¨ªcolas a la vez que las importaciones se disparan. Desde mediados de los a?os ochenta, los pa¨ªses en desarrollo exportaban m¨¢s alimentos de los que importaban. Desde entonces -sin contar a Brasil-, la balanza se ha invertido y acumulan un d¨¦ficit comercial de decenas de miles de millones de d¨®lares. Tras a?os de p¨¦rdida de capacidad productiva, muchos pa¨ªses africanos son hoy incapaces de hacer frente por sus propios medios, sujetos a los violentos vaivenes de los precios internacionales de los alimentos.
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