Ante la crisis
Cada 1? de Mayo, desde EUPV tozudamente repetimos denuncias porque tercamente se repiten injusticias. La actual coyuntura econ¨®mica, la adjetivemos como recesi¨®n, desaceleraci¨®n o crisis, es reflejo de un modelo que ha buscado altas tasas de beneficio cortoplacista, con elevadas dosis de riesgo, y que ha encontrado en el sistema financiero global la oportunidad de enriquecerse sirvi¨¦ndose de la especulaci¨®n, opacidad, y poca, cuando no nula, regulaci¨®n. El reflejo de esta escena internacional se complica m¨¢s a¨²n en nuestro pa¨ªs debido al preponderante papel de la construcci¨®n como motor de crecimiento.
Sin duda, en los ¨²ltimos a?os ha habido avances importantes en materia de libertades y de derechos civiles. Sin embargo, estas mejoras no han tenido correlaci¨®n en lo que ata?e a la pol¨ªtica econ¨®mica y laboral. Instalados en la autocomplacencia y el continuismo, los diferentes gobiernos, tanto del PP como del PSOE, han implementando estrategias que pivotan sobre las excelencias del super¨¢vit, la desfiscalizaci¨®n y la vigilancia del gasto social. No han querido, o no han sabido, sentar las bases para un crecimiento econ¨®mico m¨¢s s¨®lido, m¨¢s sostenible, y al servicio del bienestar de la ciudadan¨ªa.
Los que hoy se llenan la boca con f¨®rmulas m¨¢gicas (I+D+i, valor a?adido...) son los mismos que sentaron las bases para todo lo contrario. Recordemos como paradigma la frase del entonces ministro de industria Solchaga: "La mejor pol¨ªtica industrial es la que no existe". De aquellos polvos estos lodos.
El crecimiento econ¨®mico ha sido importante, pero si bien puede ser una condici¨®n necesaria para el bienestar social, en absoluto es suficiente para el mismo. El reparto justo de la riqueza s¨ª que es sin lugar a dudas esencial para determinarlo. Sin embargo, mientras los beneficios empresariales han crecido un 73% entre 1999 y 2006, el salario medio real de los espa?oles entre 1995-2005 perdi¨® el 4% de su poder adquisitivo.
Y un instrumento b¨¢sico para la redistribuci¨®n es el gasto social que se nutre de la fiscalidad. Las ¨²ltimas reformas fiscales han sido innecesarias, inoportunas e injustas, en una situaci¨®n de importante d¨¦ficit en la cantidad y calidad de nuestros servicios p¨²blicos, y ante una crisis en ciernes donde la red de protecci¨®n social debe ser mucho m¨¢s s¨®lida. Con todo, sin cuadraturas posibles del c¨ªrculo, las reducciones en la contribuci¨®n fiscal significar¨¢n una merma presente o futura del gasto social. El "todos salen ganando" no tan s¨®lo es simplista, sino falso.
Quedan importantes exigencias de justicia sociolaboral por conseguir. Sin embargo, las actuales circunstancias tambi¨¦n exigen confrontarnos a la ofensiva que pretende poner en tela de juicio derechos adquiridos. Resulta ofensivo y obsceno que los ministros de econom¨ªa de la eurozona, entre ellos Solbes, pidan cautela a la hora de la aplicaci¨®n de la cl¨¢usula de revisi¨®n salarial, si tenemos en cuenta que en las actuales tasas de inflaci¨®n nada ha tenido que ver el comportamiento de los salarios y s¨ª el beneficio empresarial, y que solo poco m¨¢s de la mitad de los trabajadores de nuestro pa¨ªs tiene dicha cl¨¢usula, siendo por tanto una parte sustancial los que pierden salario real a?o tras a?o.
En definitiva, tenemos un mercado laboral que ha arrojado exorbitantes beneficios empresariales y crecimiento econ¨®mico pero que se ha cimentado sobre un bajo nivel adquisitivo de los trabajadores, y altas tasas de temporalidad y siniestralidad laboral.
En este escenario que nos amenaza, desde EUPV no estamos dispuestos a que sean los trabajadores y trabajadoras quienes asuman los mayores costes de un modelo que se derrumba y del cual se privatizaron en unas pocas manos sus beneficios.
Gl¨°ria Marcos i Mart¨ª es coordinadora de EUPV.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.