Redimiendo a Downey Jr.
Nunca he sentido fascinaci¨®n, ni diversi¨®n, ni sentimiento por el cine de superh¨¦roes. Ni siquiera en la predispuesta infancia. S¨ª por el cine de aventuras poblado por h¨¦roes tan humanos como burlones (Burt Lancaster est¨¢ m¨¢s all¨¢ del elogio) y por villanos de primera clase. Los ¨²nicos superh¨¦roes en los ¨²ltimos tiempos que me han donado risa y ternura pertenecen a los dibujos animados, o como denominen ahora a ese g¨¦nero. Es la memorable familia de superh¨¦roes de Los incre¨ªbles, tan deprimidos ellos por intentar ser normales e integrarse en la gris¨¢cea vida cotidiana.
Tampoco me provocan especial babeo las org¨ªas de efectos especiales ni el protagonismo del m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, que constituyen el pulm¨®n y el cebo de este tipo de cine. Admito que ese virtuosismo t¨¦cnico puede estar acompa?ado de imaginaci¨®n y creatividad, pero las historias casi siempre me resultan rutinarias o convencionales, todo huele a f¨®rmula y a resultados previsibles. Es cine de productor y de publicitarios, raramente de autor. Son muy pocos los que lo han frecuentado.
IRON MAN
Direcci¨®n: Jon Favreau.
Int¨¦rpretes: Robert Downey Jr., Jeff Bridges, Gwyneth Paltrow, Terrence Howard, Shaun Toub, Jon Favreau.
G¨¦nero: acci¨®n. Estados Unidos, 2008.
Duraci¨®n: 126 minutos.
Solo perdura el aroma a producto tan aparatoso como convencional
El sentido del humor est¨¢ ausente en este discurso del bien y el mal
Imagino que obedeciendo a las sagradas razones alimenticias o con la esperanza de poder introducir su personalidad en un producto en el que todo est¨¢ prefabricado, calculado, sin margen para la disidencia ni la improvisaci¨®n. Y se nota cuando estos p¨¢jaros raros han metido su creativa pezu?a. En la caracter¨ªstica imaginer¨ªa visual que despliega Tim Burton en las dos entregas iniciales de Batman, en la extraordinaria, sombr¨ªa y cl¨¢sica primera parte del Batman begins que dirigi¨® Christopher Nolan. Y aunque no le saliera demasiado bien, el brillante camale¨®n Ang Lee tambi¨¦n se las ingeni¨® para que Hulk tuviera un olor enfermizo y raro.
Consecuentemente con prejuicios tan arraigados, no esperaba sorpresas excesivamente agradables con Iron Man, el ¨²ltimo y lujoso juguete del imperio Marvel, una marca de f¨¢brica empe?ada en mantener al gran p¨²blico en las angustiadas salas de cine. S¨®lo que cumpliera dignamente con eso tan necesario y amable del entretenimiento. En mi caso, lo consigue m¨ªnimamente a ratos; en otros, s¨®lo siento apat¨ªa o indiferencia hacia lo que me est¨¢n contando; al final s¨®lo perdura el aroma a producto tan aparatoso como convencional, tan ortodoxo como tibio.
Nadie parece haberse exprimido el cerebro para lograr algo distinto, potente o turbador con la historia del fr¨ªvolo inventor y vendedor de armas que acaba tomando conciencia de que ¨¦stas s¨®lo deben de servir para combatir el mal, fabric¨¢ndose una sofisticada e inexpugnable armadura contra la que no hay misil que valga. Y todo a ra¨ªz de darse una vuelta por el convulso Afganist¨¢n y caer prisionero de los se?ores de la guerra. La tesis y la moralina de que en el negocio m¨¢s sabroso del universo convive el depredador con el defensor de la libertad da a¨²n m¨¢s risa que grima. El sentido del humor est¨¢ ausente en este discurso sobre el bien y el mal, con lo cual el fastidio es superior.
Y por supuesto que los c¨®mics de superh¨¦roes jam¨¢s han sido inocentes, que sus haza?as llevan impl¨ªcito el mensaje conveniente, que no conviene hacerlos complejos ni turbios. Por ello, me sorprende la audacia de los productores y de los directores de casting al elegir para interpretar al fabricante de muerte que fue redimido por el humanismo a un actor con leyenda de depravado politoxic¨®mano como Robert Downey Jr.
Este hombre inquietante e histri¨®n extraordinario, icono del cine independiente, ha estado siempre asociado a personajes autodestructivos, enigm¨¢ticos, marginales, pecadores, con m¨¢s reverso que anverso. Y de repente, los m¨¢s poderosos de la industria han decidido perdonar al incorregible y transformar al apestado prestigioso en h¨¦roe para todos los p¨²blicos. Downey, como siempre, es magn¨¦tico y convincente, pero verle en plan mod¨¦lico no deja de causarme divertida estupefacci¨®n. Es de las pocas cosas que me atraen en Iron Man. Tambi¨¦n observar al magn¨ªfico Jeff Bridges, una de mis justificadas debilidades, haciendo de malvado tortuoso. Poco m¨¢s. Es un producto tan previsible como inmediatamente olvidable.
Busco un estreno que llevarme a la boca. Que el admirable escritor James Ellroy sea el autor del gui¨®n de Due?os de la calle o que Al Pacino se haya embarcado en 88 minutos ofrece expectativas, presunta calidad. Son indescriptiblemente horrendas. Y la definici¨®n es piadosa. Anda guapo Hollywood. Como en los peores tiempos.
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