El triunfo del anti-Mourinho
Avram Grant, un t¨¦cnico menospreciado en Inglaterra, rompe barreras con el Chelsea
Una enorme sonrisa azul inund¨® la noche del mi¨¦rcoles las calles de Londres, que ayer despert¨® como se acost¨®: feliz y azul. Por segunda vez en tres a?os, un equipo de la ciudad disputar¨¢ la final de la Champions, un t¨ªtulo que ning¨²n equipo de la capital de Inglaterra tiene en su museo. Cinco a?os ha tardado Roman Abramovic en conseguir la final que le pidi¨® a Mourinho. El portugu¨¦s gan¨® tres ligas, pero se qued¨® dos veces a las puertas de la final de la Copa de Europa, a la que el equipo de Stamford Bridge accede de la mano de Avram Grant, un jud¨ªo. Para m¨¢s idoneidad, la final se jugar¨¢ en Mosc¨² y el presidente del Chelsea es ruso. Abramovic se abraz¨® emocionado a sus jugadores en el vestuario de Stamford Bridge, lugar azul que nunca estuvo tan cerca del cielo como la noche del mi¨¦rcoles. Primero, cuando Lampard transform¨® el penalti que supuso el 2-1 y bes¨® una foto de su madre -fallecida hace ocho d¨ªas-, ech¨¢ndose a llorar sobre el c¨¦sped. Y poco despu¨¦s, cuando Avram Grant explic¨® el porqu¨¦ del brazalete negro con la estrella de David sobre la americana de su traje. "No fue un d¨ªa f¨¢cil para m¨ª. Justamente se celebraba en Israel el d¨ªa del Holocausto, al que mi padre sobrevivi¨® no sin antes haber sido obligado a cavar con sus propias manos las tumbas para enterrar a sus padres y a una hermana". Grant, a quien grupos antisemitas amenazaron de muerte en febrero, visit¨® ayer Auschwitz, el antiguo campo nazi de exterminio donde murieron sus padres.
Cinco a?os ha tardado Abramovic en conseguir la final que le pidi¨® a Mourinho
El triunfo para el entrenador israel¨ª result¨® doblemente reivindicativo. Tal vez sea el t¨¦cnico menos carism¨¢tico de los ¨²ltimos tiempos en un club de elite. Triunf¨® en Israel pero el ¨²nico en Europa que crey¨® en ¨¦l fue Milan Mandaric, el antiguo propietario del Portsmouth. En septiembre, cuando Grant relev¨® a Mourinho, daba la sensaci¨®n de que era m¨¢s un parche que un elegido con todas las consecuencias. En Londres se lo tomaban a guasa. Le apodaban con sorna el hombre de la BBC: el hombre de los balones (balls), los petos (bibs) y los conos (cones).
Desde su llegada, el Chelsea s¨®lo ha perdido cuatro partidos y, sin embargo, hasta ahora hab¨ªa sido ninguneado por la prensa y por la mayor¨ªa de sus jugadores, muchos de los cuales, alborozados, corrieron a abrazarle tras el triunfo del mi¨¦rcoles. Se lo gan¨® a pulso. No lo tuvo f¨¢cil. En absoluto. "Si hubiera hecho caso de lo que se dec¨ªa de m¨ª, no hubi¨¦ramos ganado ni la mitad de nuestros partidos. He tenido que demostrar m¨¢s que los otros pero ahora comprendo por qu¨¦ perdimos dos veces (2005 y 2007) contra el Liverpool en las semifinales de la Champions", resumi¨® en una velada referencia por primera vez a su antecesor en el banquillo, Mourinho.
Hace tres d¨¦cadas, la sonrisa azul no era la de felicidad que ayer llen¨® el sur de la capital, era algo mucho m¨¢s terrible: el corte que los violentos ni?os de pap¨¢ hinchas del Chelsea dejaban las tardes de los s¨¢bados, despu¨¦s de los partidos, en la cara de sus rivales, en especial los del Tottenham, el equipo jud¨ªo de Londres. Curioso que el club haya llegado a su primera gran final de la mano de Abramovich y Grant, dos jud¨ªos. En los or¨ªgenes del hooliganismo, los chicos del barrio pijo -el t¨¦rmino chelseaboy siempre se?al¨® a los hijos de pap¨¢ en Londres- fueron muy malos, tanto que fueron los primeros en traspasar la frontera de la grada al National Front. Muchos de aquello chicos malos estaban el martes en Stamford Bridge, algunos tan cerca de Ben¨ªtez que asustaba ver c¨®mo increpaban al t¨¦cnico espa?ol. En el banquillo local, Grant observaba con su discreci¨®n habitual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.