Suiza reabre el debate sobre la muerte digna
Un grupo de pol¨ªticos liderado por el diputado Didier Berberat y el senador Luc Recordon, en representaci¨®n de una amplia coalici¨®n de socialistas, ecologistas y liberales, ha presentado una moci¨®n con el fin de que la asistencia al suicidio forme parte del programa oficial de estudios de las escuelas de medicina y enfermer¨ªa de Suiza.
Seg¨²n dicho texto, los partidos solicitan al Consejo Federal (Ejecutivo) que "la problem¨¢tica de la asistencia al derecho a la muerte digna sea introducida en los programas de estudios de las facultades de Medicina y en las escuelas profesionales de enfermer¨ªa, en cuanto objeto de estudio complementario al de los cuidados paliativos".
A pesar de la conocida tolerancia suiza respecto a la muerte digna, la cuesti¨®n del fin de vida dista mucho de estar cerrada. En particular, debido a una serie de suicidios asistidos muy pol¨¦micos protagonizados recientemente por la sociedad Dignitas.
La ministra del Interior, la derechista Eveline Widmer-Schlumpf, dijo que "se buscar¨¢n soluciones con un esp¨ªritu abierto y liberal" para regular la pr¨¢ctica del suicidio asistido. En declaraciones al diario Le Temps, la ministra se declar¨® "fuertemente impresionada" por los recientes suicidios mediante asfixia con sacos de helio llevados a cabo por Dignitas. En su opini¨®n, no puede aceptarse que la muerte llegue en condiciones tan indignas. Igualmente se declar¨® contraria al turismo de la muerte.
Legislaci¨®n permisiva
En Suiza, al contrario que en Espa?a, la asistencia al suicidio no est¨¢ perseguida por la ley, pero tampoco est¨¢ permitida formalmente, lo que crea no pocos quebraderos de cabeza a las autoridades.
"Si lo que busca el Gobierno es que haya m¨¢s transparencia, estamos de acuerdo, pero si se buscan establecer m¨¢s trabas, nos opondremos", dijo a este diario Jer?me Sobel, presidente de Exit. Esta asociaci¨®n practica el suicidio asistido con ciudadanos suizos y residentes, a diferencia de Dignitas, que recibe pacientes de toda Europa a cambio de sumas de dinero.
La existencia de estos pagos, que pueden superar los 4.000 euros, no es ajena a la pol¨¦mica. Sobel aboga por "una formaci¨®n reglada de los acompa?antes que asisten al suicidio", y que se les otorgue "un reconocimiento profesional, equivalente al de las parteras".
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