Roger Waters vuelve a la Luna
Fundador de Pink Floyd junto al a?orado Syd Barrett, George Roger Waters (Great Bookham, Reino Unido, 1943) es el autor de un buen pu?ado de cl¨¢sicos de la banda (Money, Sheep, Set the controls for the heart of the sun) y de la pr¨¢ctica totalidad de The wall (1979) y The final cut (1983). Enfrentado a sus antiguos compa?eros desde 1985, con los que disput¨® -y perdi¨® la marca del grupo en los tribunales-, este compositor, letrista, bajista y cantante temperamental ha ido espaciando cada vez m¨¢s sus apariciones p¨²blicas: s¨®lo ha publicado tres ¨¢lbumes en solitario (el ¨²ltimo, de 1992) y su ¨²ltimo gran capricho conocido fue la creaci¨®n de una ¨®pera sobre la Revoluci¨®n Francesa, ?a ira, en la que invirti¨® m¨¢s de una d¨¦cada de trabajo. Y todo ello para obtener unos resultados, llam¨¦moslo as¨ª, s¨®lo discretos.
"Al principio, en Espa?a y Latinoam¨¦rica me irritaba esa afici¨®n de corear las canciones. Ahora me encanta"
"Tengo escrita una tonelada de canciones. Ahora s¨®lo me falta encontrar una pasi¨®n com¨²n que las englobe"
Tras la fugaz resurrecci¨®n de los Floyd en el concierto ben¨¦fico Live 8, el 2 de julio de 2005 en Londres, Roger Waters ha intensificado, siquiera t¨ªmidamente, la reivindicaci¨®n de su pasado musical. Visit¨® Barcelona hace ahora un a?o y para este 2008 ha accedido a ofrecer 10 conciertos -ni uno m¨¢s- por Norteam¨¦rica y Europa. Los pa¨ªses agraciados son Estados Unidos, Reino Unido, Holanda, Dinamarca..., y Espa?a. El pr¨®ximo viernes, 9 de mayo, aterrizar¨¢ en el estadio de f¨²tbol de Atarfe (Granada) con un espect¨¢culo de casi tres horas: la interpretaci¨®n ¨ªntegra de Dark side of the moon en la primera parte y una selecci¨®n de grandes ¨¦xitos y un par de temas nuevos, To kill a child y Leaving Beirut, para la segunda.
No es muy propenso a las entrevistas, pero la voz que suena al otro lado del hilo telef¨®nico sorprende por su cercana cordialidad. Los derechos de autor le permitir¨ªan vivir pl¨¢cidamente a ¨¦l y a toda su descendencia durante varias generaciones sin necesidad de mover un m¨²sculo, pero el hambre de escenario y el prurito de vincular su nombre propio con los grandes t¨ªtulos de Pink Floyd han sido argumentos de peso para retornar a la carretera. Se acomoda en su despacho con el ordenador encendido y el tel¨¦fono en posici¨®n de manos libres, dice "estar encantado de hablar de cualquier cosa que se nos ocurra" (aunque Pink Floyd dista de ser su tema de conversaci¨®n favorito) y demuestra buena cintura hasta con las provocaciones.
PREGUNTA. La ¨²ltima vez que escuch¨¦ uno de sus temas fue en la consulta del dentista. ?Le molesta este tipo de utilizaci¨®n de su repertorio?
RESPUESTA. Ehh, ante todo trato de ir al dentista lo menos posible
... Pero no, no veo ning¨²n problema en ello. He escuchado pocas versiones para hilo musical de mis canciones, pero, si las hay, me parece muy bien.
Recuerda con nitidez, claro, todo el proceso creativo de Dark side of the moon, obra cumbre del rock progresivo y, en general, de la m¨²sica popular del siglo XX. Pero no le gusta mitificar. "Por lo pronto, hoy ser¨ªa much¨ªsimo m¨¢s f¨¢cil, desde un punto de vista tecnol¨®gico, repetir todo aquello. La grabaci¨®n se podr¨ªa resolver ¨ªntegramente en tu propio cuarto, con un port¨¢til Macintosh, un micr¨®fono, un teclado y poco m¨¢s. Ser¨ªa pan comido". S¨ª, pero, ?c¨®mo dar con una partitura tan afortunada como la original? "Claro que se podr¨ªa repetir, no veo por qu¨¦ no", objeta sin un atisbo de petulancia. "Creo que Amused to death, el ¨¢lbum que grab¨¦ solo hacia 1992, estar¨ªa a la altura. En realidad, mis discos no han experimentado grandes variaciones a lo largo de los a?os, as¨ª que el pr¨®ximo tambi¨¦n mantendr¨¢ esas mismas se?as de identidad. No me voy a dedicar de repente a hacer temas de tres minutos y meterlos todos juntos con un corte entre medias. Ya s¨¦ que eso es lo que se da en conocer como un ¨¢lbum, pero no me sale...".
Tras su estruendoso abandono de Pink Floyd, Waters comprob¨® en sus propias carnes que un s¨®lido envoltorio vende casi tanto como un buen producto. Su primer ¨¢lbum individual, The pros and cons of hitch hiking (1984), pas¨® tan inadvertido como el siguiente, Radio K.A.O.S. (1987). Fue en aquel mismo a?o cuando David Gilmour opt¨® por reactivar a los Floyd con A momentary lapse of reason, un disco nada brillante que, sin embargo, despach¨® cuatro millones de ejemplares. A Waters le herv¨ªa la sangre. Algunos a?os despu¨¦s pronunciar¨ªa una de las declaraciones m¨¢s hostiles en la historia del rock: "Que me perdonen quienes compraron esos discos de Pink Floyd posteriores a mi marcha, pero son una basura. En particular, The division bell , que es una tonter¨ªa de principio a fin".
Ahora afronta un doloroso acto de contrici¨®n. "Dios, todo aquello constituy¨® un gran error por mi parte", exclama. "Tras el cisma, me situ¨¦ en el centro del debate diciendo cosas poco agradables sobre los dem¨¢s integrantes de la banda. Lo lamento. Deb¨ª haber sido un poco m¨¢s sabio y mantener la boca cerrada".
P. ?Conserva aprecio art¨ªstico por Gilmour?
R. Dave siempre fue un gran cantante y lo sigue siendo. Interpretaba nuestras canciones de manera muy hermosa y era fant¨¢stico con las armon¨ªas vocales. Las pistas en las que dobla su voz a lo largo de todo Dark side of the moon son puro talento, puro instinto.
Afronta las preguntas sobre Pink Floyd a rega?adientes, pero con ¨¢nimo conciliador. Ni siquiera guarda mal recuerdo de aquellos ef¨ªmeros veinte minutos en el escenario del macroconcierto ben¨¦fico Live 8. El DVD del evento testimonia unos ensayos tensos y a Bob Geldof en el papel de ¨¢rbitro conciliador. "No lo repetir¨ªa para una sola noche", suspira, "pero s¨ª en caso de alguna peque?a gira. Ser¨ªa una manera satisfactoria de recuperar el buen trabajo que los cuatro hicimos juntos, y estar¨ªa dispuesto a invertir alg¨²n tiempo de mi vida, seis meses o lo que fuera, en preparar una cosa as¨ª. Estoy seguro de que Nick tambi¨¦n acceder¨ªa, pero no creo que Dave quiera. ?sa es su postura y no la pienso rebatir". No hay por su parte acritud; si acaso, un esfuerzo de comprensi¨®n. "Dave es muy reacio porque la criatura ha sido del todo suya durante estos ¨²ltimos veinte a?os. Por eso no quiere renunciar a esa posici¨®n, es l¨®gico".
Suena un timbre y parece respirar aliviado. "Ya est¨¢, ya les he dado boleto", anuncia al rato, entre risas. Asombroso: el gran Waters abre en persona la puerta de su domicilio a quien pulse el timbre. La an¨¦cdota denota espontaneidad, pero tambi¨¦n, a buen seguro, mucho bagaje vital a las espaldas. "Ver¨¢, tengo 64 a?os, igual que la canci¨®n de McCartney
y lo mejor es que, como dec¨ªa la letra, a¨²n me necesitan y a¨²n me dan de comer", explica de manifiesto buen humor. "Claro que me veo m¨¢s juicioso que cuando ten¨ªa 24, sin duda. Por entonces yo era un tipo ce?udo, vestido todo de negro, que fumaba como un carretero y se apartaba en un rinc¨®n. Hoy, sin embargo, soy el que est¨¢ en el centro de la sala, con una copa de vino en la mano y deseando hablar con usted de lo que se tercie. As¨ª que he cambiado, s¨ª, parece evidente. Ah, y salv¨¦ el pellejo el d¨ªa que dej¨¦ de fumar".
Joe Boyd cont¨® su versi¨®n de aquellos a?os inici¨¢ticos en Blancas bicicletas. Nick Mason hizo lo propio en Inside out. Quiz¨¢ sea al momento de dejar alg¨²n testimonio escrito. "Cuando le¨ª Chronicles, la autobiograf¨ªa de Dylan, me gust¨® por su car¨¢cter ins¨®lito, pero me asombr¨® que en ning¨²n momento tuviera nada malo que decir de nadie. La verdad es que yo no estoy seguro de poder escribir mi libro sin..., sin meterme con algunas personas. Ya he sido lo bastante negativo, as¨ª que no quiero verme en la tesitura de polemizar con Nick Mason o cualquier otro. S¨®lo escribir¨¦ ese libro si soy capaz de mostrarme como soy y decir lo que tengo que decir sin tener que acusar a nadie de nada".
Mason presume en su libro de haber compuesto a medias la celeb¨¦rrima Money, pese a que en los cr¨¦ditos s¨®lo figura el nombre de Waters. Pero el aludido prefiere sortear la cuesti¨®n. "Los neur¨®logos", aclara con repentino aire acad¨¦mico, "han descubierto que los humanos construimos nuestros recuerdos de la manera m¨¢s apropiada y favorable al ego. Conceb¨ª Money en mi jard¨ªn de Londres, y me encargu¨¦ personalmente de grabar y editar los sonidos de caja registradora con los que arranca. No recuerdo que Nick Mason estuviera por all¨ª, pero... es posible. ?Qui¨¦n sabe? ?A qui¨¦n le importa?".
Entre los asuntos que le siguen importando, y mucho, la pol¨ªtica ocupa un lugar preponderante. Hace apenas tres semanas alborot¨® los teletipos de medio mundo con una de esas frases lapidarias de las que luego se arrepiente: "Hillary Clinton va a invadir Ir¨¢n". En realidad, s¨®lo pretend¨ªa renovar su ya conocida fe en Barack Obama, "un pol¨ªtico ilusionante como Estados Unidos no conoc¨ªa en d¨¦cadas".
Waters opina sobre las peculiaridades de cada audiencia en funci¨®n del territorio. "El p¨²blico de los pa¨ªses ib¨¦ricos expresa mayor entusiasmo, aunque hay excepciones. Los noruegos, por ejemplo, son muy apasionados. En cambio, actuar en B¨¦lgica es como tocar delante de un campo arado. Al principio, en Espa?a y Latinoam¨¦rica me irritaba un poco esa afici¨®n que tiene la gente de corear las canciones contigo. Ahora, en cambio, me encanta. Sucede siempre cuando toco Wish you were here, y es una sensaci¨®n salvaje".
Sabe que miles de fieles matar¨ªan por un nuevo disco suyo m¨¢s all¨¢ de sus recientes extravagancias oper¨ªsticas, pero se muestra elusivo al respecto. "Tengo escrita una tonelada de canciones, s¨ª, esperando a que haga algo con ellas", revela. "Ahora s¨®lo me falta encontrar una motivaci¨®n ideol¨®gica, una pasi¨®n com¨²n que las englobe". Dif¨ªcil pronosticar c¨®mo sonar¨ªa un nuevo ¨¢lbum de Waters a estas alturas, pero se aviene a esbozar algunas pistas: "Cada vez me obsesiona m¨¢s encontrar estructuras mel¨®dicas muy sencillas y estructuradas. Es lo que sucede en canciones como Knocking on heaven's door, de Dylan; Heart of gold, de Neil Young, o Hello in there, de John Prine. Eso es lo que busco".
Mientras tanto, siempre cabe conformarse con rarezas como Incarceration of a flower child, una extraordinaria pieza que le regal¨® hace poco a su "vieja amiga" Marianne Faithfull y que, en realidad, compuso cuatro d¨¦cadas atr¨¢s, en los tiempos del disco. "Le va que ni pintada, porque de alguna manera encaja con su vida: dice cosas como 'perdidos sin remedio en una bruma de buena marihuana y vino pele¨®n". Pero lo m¨¢s divertido del caso, seg¨²n revela ahora, es que exist¨ªan otros 32 compases al principio de la canci¨®n que olvid¨® cantarle. "Empezaban as¨ª: 'No me entregues tu amor, ponlo atr¨¢s con el gato del coche y la comida del gato
A partir de ese punto, Waters recitar¨¢ una docena larga de versos sin titubear ni un momento. Nuestro hombre conserva la memoria en buena forma, sin duda. Y para deleite de pinkfloyd¨®logos, aprovecha para confesar que guarda alguna pieza antigua m¨¢s pendiente de publicaci¨®n. "Recuerdo una, Get back to radio, que dec¨ªa: 'No voy a ser un paquete de mierda en la MTV / Soy un hombre, no un n¨²mero / ?Volvamos a la radio!'. Cosas de ese estilo. Son composiciones peculiares que no encajaban con lo que estuviera haciendo en cada momento...". ?Alg¨²n interesado?
De Pink Floyd a las miserias humanas
Wish you were here (1975)El sucesor de Dark side of the moon giraba en torno a la extensa Shine on you crazy diamond (Brilla, diamante loco), 26 minutos de m¨²sica en nueve movimientos que la banda construy¨® como homenaje tard¨ªo a su fundador, Syd Barrett. Waters ha confirmado que el propio Barrett pas¨® casualmente por el estudio, pero tan obeso y castigado por el ¨¢cido que ni siquiera le reconoci¨®.The wall (1979)El disco m¨¢s ambicioso y vendedor de los Floyd, noventa minutos escritos por Waters casi en su totalidad, relata la vida atormentada de un ¨ªdolo del rock (Pink) que va edificando un metaf¨®rico muro para ocultar sus verdaderos sentimientos. Grabado entre los Alpes franceses, Inglaterra, Nueva York y Los ?ngeles, ocup¨® a los ingenieros de sonido durante 1.279 horas de trabajo.The final cut (1983)El ¨²ltimo trabajo de la banda con Waters, compuesto por ¨¦l de principio a fin, fue tambi¨¦n su propuesta m¨¢s ¨¢rida e incomprendida. Relata la muerte de su padre en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial y se erige en alegato contra los conflictos b¨¦licos. El dramatismo y la angustia lo impregnan todo en una partitura que conviene redescubrir.The pros and cons of hitch hicking (1984)Esta epopeya on¨ªrico-er¨®tica que Waters propuso a Gilmour ya en los tiempos de The wall se convirti¨® en su primer t¨ªtulo en solitario. Doce sue?os que acontecen de madrugada, entre las 4.30 y las 5.11, le sirven para reflexionar sobre el matrimonio y la fidelidad. Su portada soliviant¨® a no pocos colectivos feministas. Colaboraciones de Eric Clapton y David Sanborn.Amused to death (1992)Otro ¨¢lbum conceptual, esta vez de 70 minutos, por el que su firmante siente especial predilecci¨®n. Compendio de los argumentos tem¨¢ticos y hallazgos sonoros de The wall y The final cut, denuncia las miserias de la raza humana, su af¨¢n autodestructivo y el capitalismo incruento. Entre las firmas invitadas figuraban Don Henley (Eagles), Jeff Beck y Rita Coolidge.
Scorsese y el cine iran¨ª
Durante los ¨²ltimos meses se ha especulado con la posibilidad de que la c¨¢mara de Martin Scorsese inmortalizara la presente gira de Roger Waters, sobre la que pesa el interrogante de si no ser¨¢ la ¨²ltima de su trayectoria. La operaci¨®n se ha desinflado, por poco, en el ¨²ltimo momento. "La idea estaba ah¨ª, pero al final no va a suceder. Estuve hablando con Marty y le interes¨® la historia que cuento en Leaving Beirut, todas esas experiencias que viv¨ª de jovencito recorriendo Siria y Turqu¨ªa en autoestop. De todos modos, yo mismo he filmado partes de la gira y he estado trabajando ese material con unos tipos de Nueva York. Una experiencia interesante: puede que de ah¨ª acabe saliendo una pel¨ªcula, no digo que no...".Todav¨ªa no ha visto Shine a light, la pel¨ªcula de Scorsese sobre los Rolling Stones, pero en cuanto a No direction home, el documental sobre Dylan, acudi¨® al estreno pensando: "Bueno, me veo las dos primeras horas y luego me piro a cenar, pero estaba tan absorto con la pel¨ªcula que me qued¨¦ hasta el final. Me pareci¨® verdaderamente bonita".Sin embargo, la favorita de Waters entre las del cineasta es El ¨²ltimo vals. "Nada m¨¢s verla por vez primera, escrib¨ª un poema, When voices join in harmony, que ahora he recuperado para el programa de mano. ?ste no se lo podr¨ªa recitar de memoria, pero trata sobre el deseo de que las distintas voces del hombre se unan armoniosamente. Ah, y Scorsese tambi¨¦n me descubri¨® a un director iran¨ª colosal, pero no recuerdo el nombre". ?Mohsen Makhmalbaf? "No, no era ¨¦se... Voy a buscarlo en Google o en Wikipedia [e invierte cinco minutos tecleando frente al ordenador, mientras le llaman a la puerta y a otro tel¨¦fono]. ?Ya lo tengo! Bahman Ghobadi. Era importante que usted pudiera tomar nota exacta de su nombre, porque es genial. No deje de ver A time for drunken horses".-
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