"El Consell est¨¢ asustando a los inmigrantes"

"?Qu¨¦ es lo que quieren? ?Que renunciemos a nuestras costumbres? ?Que nos asimilemos? ?Que seamos una fotocopia del nacional? Aqu¨ª de un pueblo a otro cambian las costumbres. Entre usted mismo y su hermano hay diferencias".

Mimi Boughaleb, marroqu¨ª, portavoz del Foro Alternativo de la Inmigraci¨®n, agrega: "?Tengo que ser fallero para vivir aqu¨ª? Pues no quiero. Porque odio las fallas igual que muchos valencianos odian las fallas y se van en cuanto empiezan. Mi hija, en cambio, es fallera porque ella lo ha decidido".

Eso, m¨¢s o menos, pensaban los representantes de asociaciones de inmigrantes consultados por este peri¨®dico. Que en Espa?a, un Estado social y democr¨¢tico de derecho, tal y como lo describe la Constituci¨®n, las leyes se cumplen y las costumbres (siempre que no contravengan a las primeras) se eligen.

Eso pensaban hasta que primero el candidato del PP Mariano Rajoy en campa?a electoral, y esta misma semana la Generalitat, plantearon que los inmigrantes deber¨¢n firmar (o ser¨¢n invitados a hacerlo) un documento donde se comprometer¨¢n a respetar las leyes y las costumbres valencianas y espa?olas.

"Para un inmigrante es importante conocer las leyes, la Constituci¨®n, y la normativa vigente", tercia Manuel Lino, que es abogado, angole?o, lleva 21 a?os en Valencia y trabaja en el departamento de inmigraci¨®n de UGT. "Pero para conocer las leyes no hay que firmar contratos, sino organizar cursos donde se expliquen. Estoy seguro de que muchos acudir¨ªan, y yo el primero". "Si como dice la Generalitat, lo que pretend¨ªa era mejorar la integraci¨®n, ha fracasado, porque lo que est¨¢ haciendo es asustar a los inmigrantes. No voy a decir que est¨¦n fomentando el racismo, pero s¨ª que est¨¢n generando mucha m¨¢s tensi¨®n de la necesaria", a?ade.

Y Blanca Orozco, presidenta de la Asociaci¨®n de Colombianos en Valencia, apunta: "No te imaginas c¨®mo ha aumentado el n¨²mero de personas que vienen a pedirnos informaci¨®n".

El "compromiso de integraci¨®n" valenciano, tuvo que admitir el consejero de Inmigraci¨®n, Rafael Blasco, no tendr¨¢ efectos jur¨ªdicos porque la Generalitat carece de competencias para ello. Pero, desliz¨®, s¨ª puede producir "efectos sociales y pedag¨®gicos".

Con eso, aunque desde una perspectiva opuesta a la que el consejero Blasco reconoce en p¨²blico, est¨¢ de acuerdo Mimi Boughaleb: "Por el simple hecho de firmar ya habr¨¢ una discriminaci¨®n. Porque ser¨¢ una forma de hacer al otro diferente. De decirle: 'No eres como yo, no tienes mis derechos, eres un ciudadano de segunda categor¨ªa".

La poblaci¨®n inmigrante representa m¨¢s del 16% de la poblaci¨®n valenciana, sin contar a los irregulares, seg¨²n la Generalitat. Pero al contrario que los ciudadanos de la UE, los extracomunitarios, que es a quienes va dirigida la ley del Consell, no pueden votar ni en las elecciones municipales.

Blanca Orozco opina que ah¨ª reside el sentido de la iniciativa: los extranjeros son cada vez m¨¢s numerosos pero no pueden participar, y eso los convierte en el chivo expiatorio perfecto: "Si pudiesen votar, y muchos que nos hemos nacionalizado ya lo hemos hecho, no se dedicar¨ªan a hablar tanto de estas cosas", afirma. Y se aventura a dar un (discutible) paso m¨¢s: "Si hubiese podido votar toda la comunidad inmigrante, el PSOE habr¨ªa logrado la mayor¨ªa absoluta; ya estamos cansados de o¨ªr el mismo discurso del PP".

?Y por qu¨¦?, pregunta Marisel Solante, de la Asociaci¨®n de Amigos de Colombia, el Consell pretende que los inmigrantes se comprometan por escrito a respetar los derechos humanos mientras los partidos ultras concurren a los comicios haciendo bandera de la xenofobia.

Los trabajadores extranjeros regulares, afirma Boughaleb, contribuyen mucho a la Seguridad Social, porque necesitan estar afiliados para renovar los papeles. Por el mismo motivo se cuidan de cometer delitos. Y como en un alto n¨²mero tienen m¨¢s de un pagador, Hacienda les remite el borrador de declaraci¨®n, aunque no alcancen el m¨ªnimo para pagar el impuesto sobre la renta. "Cumplimos con nuestras obligaciones", a?ade Lino, "pero solemos ser los que pagamos los platos rotos".

"No queremos que se nos mire con l¨¢stima, pero s¨ª que se respeten nuestros derechos", afirma Paulina Cardona, de 37 a?os, diplomada en Magisterio Infantil en Ecuador, empleada en una cafeter¨ªa de Valencia, y miembro de la asociaci¨®n Rumi?ahui.

Con los extranjeros, sigue, pasa como con los valencianos: algunos imitan enseguida las costumbres del entorno y otros van m¨¢s a la suya. "Yo tengo una hija que lleva tres a?os siendo fallera. Dos hijos que entrenan con el Sp¨®rting de Benimaclet, donde jug¨® Gavil¨¢n, y son del Valencia. A m¨ª me gusta el Levante. Mi marido y yo participamos en los sindicatos, reclamando salarios dignos no s¨®lo para los inmigrantes. Queremos que no haya maltrato contra la mujer, pero no s¨®lo entre las inmigrantes. Y vemos ese contrato innecesario", resume Cardona.