L¨ªbano, el ¨¦xodo que no cesa
La par¨¢lisis institucional que sufre el pa¨ªs acelera una crisis econ¨®mica galopante
Las gr¨²as y los obreros sobre los andamios salpican el paisaje del abigarrado Beirut. Si la fren¨¦tica actividad inmobiliaria sirviera de term¨®metro, L¨ªbano estar¨ªa viviendo una pujanza extraordinaria. Los edificios de los suburbios chi¨ªes de la capital, arrasados por la aviaci¨®n israel¨ª en agosto de 2006, se alzan a ritmo de v¨¦rtigo. Con dinero de Ir¨¢n. En los barrios sun¨ªes y cristianos, el panorama es un calco. Fondos de los emigrantes maronitas y del golfo P¨¦rsico nutren el sector.
Todo es un espejismo. La par¨¢lisis institucional ha acelerado una crisis econ¨®mica galopante. L¨ªbano se desangra. Y aunque la tradici¨®n de emigrar es consustancial al ser liban¨¦s, el fen¨®meno adquiere ahora dimensiones dram¨¢ticas: quienes ahora ans¨ªan dejar atr¨¢s su pa¨ªs son sus mejores cerebros. "No hay familia sin parientes en el extranjero. ?Puedes creer que hay gente emigrando a China? Pues est¨¢ sucediendo", dice el antrop¨®logo Shauqi Duayhi.
Un mill¨®n de personas han emigrado en la ¨²ltima d¨¦cada
El patriarca maronita, el cardenal Nasrala Sfeir, ha afirmado que un mill¨®n de personas han abandonado L¨ªbano en la ¨²ltima d¨¦cada. Un exilio que ha crecido despu¨¦s de la guerra que libraron Israel y Hezbol¨¢ en 2006. Si a comienzos del siglo XX eran campesinos y artesanos quienes hac¨ªan las maletas, ahora son ingenieros, economistas y m¨¦dicos quienes parten hacia EE UU, Francia, Canad¨¢, Emiratos ?rabes o Kuwait.
La poblaci¨®n de L¨ªbano se cifra en cuatro millones. Pero nadie lo sabe con certeza. No existe censo actualizado desde 1932, no vaya a ser que el fragil¨ªsimo equilibrio pol¨ªtico dise?ado seg¨²n la dimensi¨®n de las 18 sectas salte en pedazos. Aunque son legi¨®n quienes opinan que es precisamente lo que est¨¢ ocurriendo. Obligados por el consenso que exige la ley, el Parlamento no se re¨²ne desde noviembre de 2006 por el boicoteo de la oposici¨®n -Hezbol¨¢ y el partido del ex general cristiano maronita Michel Aoun-, y la presidencia -competencia de un maronita por imperativo legal- est¨¢ vacante desde noviembre. Imposible ha sido concitar el acuerdo de dos tercios de la C¨¢mara.
Los asesinatos de dirigentes pol¨ªticos antisirios y las espor¨¢dicas protestas violentas jalonan la vida pol¨ªtica y los locales del remodelado centro beirut¨ª est¨¢n vac¨ªos por una sentada permanente organizada por Hezbol¨¢. El Gobierno, sometido a las ambiciones de EE UU y Francia, trata de gestionar los asuntos p¨²blicos, mientras la prosiria Hezbol¨¢, una creaci¨®n iran¨ª, se maneja como un Estado paralelo. Al margen de su amplia red asistencial, ahora le acusan de tender su propia red de comunicaciones telef¨®nicas. El vac¨ªo institucional no tiene precedente. Incluso durante la fratricida guerra civil (1975-1990) se respet¨® la elecci¨®n presidencial.
Ahora, los l¨ªderes sun¨ªes, chi¨ªes, maronitas y drusos son incapaces de alcanzar compromisos. Sin embargo, los clubes playeros rebosan cada fin de semana. Ferraris, porsches y coches de gama alta se api?an ante los restaurantes. Otro espejismo. No hay modo de encontrar a un optimista. Las perspectivas son funestas.
Walid, licenciado en Inform¨¢tica, druso de 26 a?os, se aventur¨® a establecerse en Beirut en 2000. Viv¨ªa en Brasil. Ocho a?os le resultan ya demasiados. "Estoy deseando irme. Me da igual ad¨®nde. La situaci¨®n es insoportable. Trabajo siete d¨ªas a la semana. Tres de ellos durante 15 horas. Gano 550 euros. Y yo soy un privilegiado". Jalil, un joven chi¨ª que bien podr¨ªa ser parisiense o neoyorquino, dej¨® de trabajar para el partido de Saad Hariri, que agrupa a los sun¨ªes: "Estaba harto de que me recordaran mi condici¨®n de chi¨ª", dice. Nadie se libra, aunque lo desee, de su origen sectario.
Como no puede librarse la situaci¨®n econ¨®mica de las turbulencias pol¨ªticas. La inflaci¨®n alcanz¨® en 2007 el 16%. Los alimentos subieron el 15% en un pa¨ªs en el que el 30% de la poblaci¨®n vive con tres euros al d¨ªa. La econom¨ªa es un desastre que se sostiene merced a las remesas (5.600 millones de d¨®lares) que los emigrantes enviaron el a?o pasado. Los universitarios no encuentran empleo; los salarios que les ofrecen son m¨ªseros. El profesor Duayhi lo tiene claro: "La emigraci¨®n se debe a razones socioecon¨®micas. Si obedeciera a motivos pol¨ªticos, aqu¨ª no quedar¨ªa nadie".
Muchos se resisten a la idea del exilio permanente. "Emigrar a los pa¨ªses ¨¢rabes es diferente a hacerlo a EE UU, Australia o Canad¨¢, porque quienes marchan al Golfo regresan los fines de semana", dice el antrop¨®logo. Los m¨¢s proclives a instalarse en Occidente: los maronitas. Su religi¨®n y la adaptaci¨®n a ese entorno son cruciales. "La emigraci¨®n", a?ade, "afecta a todos, pero los maronitas tienen fobia a este fen¨®meno porque su posici¨®n demogr¨¢fica se ha deteriorado con el tiempo".
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