Prodi: "Berlusconi no llegar¨¢ a Papa"
La frustraci¨®n del ex primer ministro es no haber resuelto el futuro de Alitalia
Romano Prodi se despide del poder. Para siempre, y con sensaciones ambivalentes: la amargura por la derrota, el orgullo del t¨¦cnico que hizo su trabajo, la perplejidad de ver que su retirada es el "¨²nico cambio generacional visto hasta ahora en Italia". Durante un almuerzo en Palazzo Chigi con varios corresponsales extranjeros, Prodi absolv¨ªa as¨ª esta semana su agitado y breve mandato: "Hemos hecho una pol¨ªtica rigurosa. En 20 meses logramos contener el gasto y reducir el d¨¦ficit, y las exportaciones han ido mejor que nunca". Cuando se le dice que esa pol¨ªtica ha sido muy impopular, Il Professore se irrita: "?Y qu¨¦ otra cosa ¨ªbamos a hacer? ?Acariciar el gato? Con una deuda del 105% y ese d¨¦ficit, la ¨²nica pol¨ªtica posible era y es ¨¦sa".
"Lloran hasta las estatuas", comenta sobre la p¨¦rdida de la alcald¨ªa romana
La realidad, ahora, es dura de asumir. Prodi est¨¢ como de luto, sobre todo por la p¨¦rdida de la alcald¨ªa de Roma -"lloran hasta las estatuas", dice-, guinda del arrollador regreso al poder de Berlusconi, a quien ¨¦l derrot¨® dos veces en las urnas. Preguntado por la posibilidad de que Il Cavaliere acapare m¨¢s poder, ocupe la presidencia de la Rep¨²blica y "putinice" Italia, Prodi recurre al sarcasmo: "No llegar¨¢ a Papa, hasta ah¨ª no deber¨ªa llegar. Pero todo lo dem¨¢s me temo que lo har¨¢".
Cuando le recuerdan que su Gobierno no fue capaz de aprobar la ley de conflicto de intereses, se rebela: "La hicimos, pero Mastella la tumb¨® y no se pudo aprobar. No pudimos hacer m¨¢s". ?Por qu¨¦? "Los intereses de Berlusconi van m¨¢s all¨¢ de su fuerza parlamentaria".
Hace un par de d¨ªas, la Comisi¨®n Europea decidi¨® cerrar el proceso de infracci¨®n abierto en 2005 contra Italia por exceso de d¨¦ficit. La buena noticia es un consuelo tard¨ªo. A sus 68 a?os, Prodi se dedicar¨¢ a dar conferencias sobre econom¨ªa por el mundo. No descarta una tarea de peso internacional, pero se le ve cansado de la pol¨ªtica local: "Tenemos un problema de costumbres, no de leyes", afirma, "el exceso de ret¨®rica nos impide hablar de cosas sencillas como la cantidad: aqu¨ª da igual un mill¨®n que mil".
Satisfecho, en cualquier caso, por haber luchado contra "el drama" del fraude fiscal, y seguro de que Berlusconi no le superar¨¢ en eso -"votos tiene muchos, veremos qu¨¦ hace con ellos"-, Prodi se resiste a hacer autocr¨ªtica. Incluso le cuesta aceptar el declive italiano. Su frustraci¨®n es Alitalia. "Entre los sindicatos y Berlusconi bloquearon la venta. Nos atacaron primero por estatistas, luego por liberales, ?y hemos acabado oy¨¦ndoles decir que ser¨¢ adquirida por la compa?¨ªa de ferrocarriles!".
Acaba el almuerzo. Prodi enciende un purito y habla de la inseguridad ciudadana. Su ¨²ltimo comentario amargo resume su fragilidad ante ese cuarto poder que tan bien maneja su sucesor: "Hasta hace unos d¨ªas, parec¨ªa que en Italia todos los cr¨ªmenes los comet¨ªan los inmigrantes".
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