?Opositores en Guinea?
Las autoridades de Guinea Ecuatorial se encuentran en estado de m¨¢xima alerta: alguien ha tenido que votar a la oposici¨®n. Seg¨²n los resultados oficiosos, los desafectos al r¨¦gimen han obtenido un ¨²nico aunque clamoroso esca?o en un Parlamento de 100 representantes. La gravedad de la ofensa perpetrada contra Obiang Nguema es monumental: en lugar de tener que conformarse con una victoria holgada, como es el caso, habr¨ªa disfrutado de un triunfo imbatible, de una de esas marcas hist¨®ricas que, como mucho, pueden igualarse pero de ninguna forma ser superadas. Al menos mientras Obiang no decida abolir, no ya las libertades, sino las matem¨¢ticas.
Nadie, a no ser, tal vez, la nueva diplomacia espa?ola hacia Guinea, sabr¨¢ apreciar el compromiso democr¨¢tico de Obiang al convocar las elecciones del domingo y al respetar hasta el ¨²ltimo voto emitido, aun con la constancia de que proviene de un pu?ado de rencorosos. En manos de Obiang estaba haber perpetrado un pucherazo, como hacen tantos dictadores, y concederse generosamente el 100% de los esca?os. Pero no, la palabra de un l¨ªder consagrado al bienestar de su pueblo est¨¢ por encima de lo que hayan podido votar unos desagradecidos. Si quer¨ªan oposici¨®n, ah¨ª tienen oposici¨®n: que carguen con ese esca?o de la verg¨¹enza. Pero que luego no pidan clemencia, que luego no vengan con torpes excusas, porque el d¨ªa en que las autoridades los encuentren, el d¨ªa en que sepan qui¨¦n ha dado ese diputado a la oposici¨®n, Obiang sabr¨¢ cumplir con su deber como siempre ha hecho.
Hasta que aparezcan esos votantes desafectos, esos desagradecidos, las autoridades de Guinea Ecuatorial vivir¨¢n tiempos dif¨ªciles. Pero, por favor, que no desfallezcan en su alerta y, sobre todo, que no piensen que el mundo les da la espalda. Tres diputados espa?oles asistieron como observadores y, aconsejados por el Ministerio de Asuntos Exteriores, han redactado un escrito timorato sobre las elecciones del domingo. Un dem¨®crata como Obiang sabr¨¢ apreciar el gesto, y seguro que, si el nuevo Parlamento democr¨¢tico no se lo impide, se acordar¨¢ de Espa?a al repartir el gas y el petr¨®leo.
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