Sevilla, la sonriente
1Cuando llegamos a Sevilla, record¨¦ que el d¨ªa anterior, en Praga, hab¨ªa visitado cementerios y que en uno de ellos hab¨ªa dado con la tumba de Karel
Capek, el inventor de la palabra robot. Aunque la leyenda en el sepulcro del gran Capek l¨®gicamente no lo indicara, este escritor checo muri¨® a los 45 a?os, justo cuando iban a darle el Nobel y convertirlo en uno de sus m¨¢s j¨®venes ganadores. Ver su tumba en Praga me record¨® que Capek public¨® en 1930 Viaje a Espa?a, donde dedicaba unas divertidas y entra?ables p¨¢ginas a Sevilla, la ciudad a la que precisamente pensaba desplazarme al d¨ªa siguiente. Aunque s¨®lo fuera por ese detalle, me result¨® evidente que Praga y Sevilla no eran tan antag¨®nicas como a primera vista pod¨ªan parecer. Las dos ten¨ªan sin duda sabidur¨ªas muy distintas, pero sutiles lazos las un¨ªan, y uno de ellos era el propio Capek.
-Pron¨²nciese Chapek -dijo alguien a mi lado.
Podr¨ªa haberlo dicho un robot a mi servicio y habr¨ªa resultado perfecto. O un golem que anduviera suelto por el cementerio. ?O no est¨¢bamos en Praga, la ciudad del Golem, precursor de los androides? Como se sabe, el Golem con may¨²scula, el m¨¢s famoso de todos -un ser animado fabricado a partir de materia inanimada-, fue creado y tambi¨¦n destruido por Rabbi Judah Loew, en el siglo XVI. De acuerdo con la misma leyenda, sus restos est¨¢n guardados en Praga en un ata¨²d que est¨¢ en el ¨¢tico de la sinagoga m¨¢s antigua de Europa, Altneuschul, y pueden ser devueltos a la vida de nuevo si es necesario. De hecho, hay personas que aseguran haber escuchado, al caer la tarde, en d¨ªas excepcionales, los pasos de un gigante caminando en el techo de la sinagoga. No fue casual (dicen) que Altneuschul sobreviviera a la destrucci¨®n nazi.
2 Pero a Karel Capek lo record¨¦ en Sevilla muy especialmente cuando estuve ante la tumba de don Miguel Ma?ara, el personaje real en el que se inspirara la leyenda de Don Juan. Ese sepulcro del aut¨¦ntico burlador de Sevilla se halla en la iglesia del antiguo hospital de la Santa Caridad, a la entrada misma del recinto, porque as¨ª lo dispuso el mismo muerto: en penitencia por tanto pecado, deseaba ser pisado eternamente por cuantos entraran en el templo; algo que a trav¨¦s de los siglos ha logrado con creces, pues seguro que lo han pisado ya millones de feligreses y visitantes.
Antes de pisar a don Miguel Ma?ara, record¨¦ La confesi¨®n de Don Juan, una obra en la que Capek, en una s¨¢tira feroz, hunde a este personaje en la m¨¢s grande de las miserias humanas. Con todo, la obra m¨¢s interesante de Capek es R.U.R., escrita en 1920. Cuenta la historia de la primera y ¨²nica factor¨ªa de robots del mundo -la palabra procede de robota, que en checo significa 'trabajo obligado'-, una f¨¢brica en la que se crean androides para trabajar y liberar al hombre de la esclavitud del trabajo y de la pobreza: androides que, al verse superiores al hombre en eficacia e inteligencia, no tardar¨¢n en sublevarse contra su creador e iniciar la conquista del planeta... Es evidente que esta obra de Capek sent¨® las bases de la ciencia ficci¨®n y que son muchos los autores (y los androides) que le deben mucho.
3 "Me apuesto una botella de jerez o de lo que quer¨¢is a que todo gu¨ªa, todo periodista, e incluso toda viajera, dar¨¢ a Sevilla el nombre de la sonriente", dice Capek, para quien no hay nada que hacer, no se puede siquiera indicar de otro modo, Sevilla simplemente es sonriente. La risa se extiende por toda la ciudad y llega hasta Triana, un barrio gitano y obrero, que es tambi¨¦n un tipo especial de danza y un tipo de canci¨®n: "Imaginaos que el barrio de Praga ikov tuviese su propio baile, y el de Dejvice su propia poes¨ªa popular, y que la ciudad de Hradec Kr¨¢love se distinguiese mucho de Prdubice por su folclore musical...".
Ah¨ª se aprecian ciertas diferencias entre Praga y Sevilla, como puede haberlas tambi¨¦n entre los labriegos checos "que van andando con paso grave" y los andaluces, que montan en burro y tienen "un aspecto muy b¨ªblico gracioso". Pero trat¨¢ndose de Capek siempre resultar¨¢ in¨²til incidir en las diferencias, pues a fin de cuentas ¨¦l era partidario de que lo disparejo fuera siempre riqueza de esp¨ªritu y raz¨®n pasional: "?Que nos una todo lo que nos separa!". Con esa misma idea de unirlo todo, camin¨¦ el otro d¨ªa en mi visita a Triana, confirmando por todas partes que Sevilla, como en la ¨¦poca de Capek, puede seguir siendo llamada "la sonriente". Aunque puede ser una impresi¨®n falsa, el Sur sigue teniendo aspecto de alegre y liberador. El Sur no deja de ser un paisaje metaf¨ªsico. El Sur es una sonrisa del alma checa. "Me parece que en el Sur todo es posible", escribi¨® Kafka, otro habitante de Praga. Y bueno, no ignoramos que en el Sur se disipan las brumas de la dif¨ªcil Europa. El argentino Roberto Arlt, que tambi¨¦n visit¨® Sevilla en los a?os treinta, dec¨ªa que "las complicaciones estilizadas, naturales a otros climas dolorosos y turbios" no iban con la gente de esa ciudad: "?Para qu¨¦ complicaciones si vivir es una alegr¨ªa? Mujeres que podr¨ªan cargar una mochila o un fusil. Reales hembras. Altas, membrudas, fuertes, graciosas, que cuando se r¨ªen la altivez de sus carcajadas se escucha desde un tercer piso". Y s¨ª. Aunque s¨®lo fuera porque descubri¨¦ramos que las almas checas bailan arte puro por buler¨ªas, ?por qu¨¦ vivir no va a ser una alegr¨ªa? Sevilla, la sonriente, la de las carcajadas espont¨¢neas, la de las ¨²ltimas risas de Europa.
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