POP Verdades como susurros
De acuerdo, podemos llamarlo morbo. Cuando Jorge Drexler public¨® hace a?o y medio 12 segundos de oscuridad, cualquier oyente atento comprendi¨® que era un disco a calz¨®n quitado sobre ese proceso traum¨¢tico y tormentoso por el que los desvelos de nuestro coraz¨®n cambian de destinatario. Lo integraban canciones expl¨ªcitas hasta lo doloroso, sobre el hartazgo y la furia contenida, los reproches y los cargos de conciencia. Historias que confesaban el anhelo de una futura convivencia civilizada y tambi¨¦n, claro est¨¢, la eclosi¨®n de un nuevo amor. Todo muy sincero y confesional. Pero la cr¨®nica quedaba incompleta sin conocer la opini¨®n de la otra parte. Ahora ya la tenemos. Merece la pena contrastar las fuentes, aunque s¨®lo sea para verificar, una vez m¨¢s, que de las situaciones l¨ªmite pueden nacer criaturas muy apreciables.
Ana Serrano van der Laan carga a¨²n con el ep¨ªgrafe de ex-mujer-de-Jorge-Drexler, lo que siempre puede resultar inc¨®modo, pero merece ser tenida en cuenta. Ante todo, porque ese flamante nuevo trabajo y elegante ajuste de cuentas, Chocolate and roses, encierra una buena dosis de pop sosegado y exquisito, un pu?ado de verdades como susurros. Y adem¨¢s porque su trayectoria, ya sea con nombre propio o con aquel de Rita Calypso, empieza a coger envergadura.
Laan tiene mucho mundo, y eso siempre se acaba notando. Su biograf¨ªa es casi tan azarosa en t¨¦rminos geogr¨¢ficos como la de su admirado Kevin Johansen, el peculiar cantante argentino-neoyorquino nacido en Alaska. En este caso nos encontramos ante una espa?ola de nacimiento que a los seis meses emigr¨® a Estocolmo: corr¨ªa 1968 y a pap¨¢ le andaba buscando las cosquillas el franquismo. Si a ello le a?adimos una madre holandesa proveniente de una familia antillana, el resultado es un fabuloso crisol cultural e idiom¨¢tico que enriquece ese aire intimista de su escritura.
Es seguro que en sus estanter¨ªas habr¨¢ hueco para las grandes voces de la bossa (con la familia Gilberto al completo) y la canci¨®n brasile?a (Marisa Monte), pero tambi¨¦n debe conocer a las cantautoras norteamericanas de terciopelo (Shawn Colvin, Fionna Apple) y a la madre de todas ellas, do?a Joni Mitchell. No le es ajena ni la pulcritud vocal de Carly Simon ni las tenues insinuaciones soul de Sade o (?perd¨®n!) Marlango. Tampoco la dimensi¨®n electr¨®nica de formaciones como Morcheeba, aunque en directo sus canciones se quedan en pa?os menores. Y aunque s¨®lo sea por empat¨ªa escandinava, no nos extra?ar¨ªa que anduviera al tanto de los movimientos de Stina Nordenstam, otra cantante que ha hecho del seductor ronroneo vocal toda una forma de comprender la vida.
La huella de las heridas asoma por todas partes, pero con la distinci¨®n de quien no precisa aspavientos para expresar su dolor. Para el dolor profundo es, quiz¨¢s, lo m¨¢s suramericano y mejor que ha escrito Ana Laan, aunque el elemento morboso aflora m¨¢s expl¨ªcitamente en Ex, un estupendo arrebato de amor propio cuando las cosas no marchan bien: "Intentaste extirparme y ese exilio no fue amable / Te llor¨¦, pero aqu¨ª sigo existiendo / Ni te extra?o ni lamento lo que fue". Al ¨¢rbitro no le quedar¨ªa m¨¢s remedio que exclamar: ?ventaja al resto!
Le falta un punto de confianza y una banda al completo. Lo dem¨¢s lo tiene todo. Presten atenci¨®n a los susurros genuinos de esta sueca-holandesa domiciliada en la sierra de Madrid.
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