Tragedias y crueldades
La actuaci¨®n diligente de China contrasta con la paranoia y crueldad de la dictadura birmana
En menos de dos semanas la naturaleza ha castigado al continente asi¨¢tico con dos grandes cat¨¢strofes: un terremoto en el sur de China y un cicl¨®n en Myanmar con un balance que puede rebasar con creces m¨¢s de 100.000 muertos, un sinn¨²mero de damnificados, ¨¢reas devastadas y penuria de alimentos. El comportamiento ha sido muy distinto: diligente, en el caso chino; cruel en el birmano, cuya Junta Militar obstaculiza la llegada de personal de la ONU, ONG y Gobiernos extranjeros para canalizar la ayuda humanitaria.
La paranoia de los militares birmanos raya en los l¨ªmites del genocidio. M¨¢s de una semana despu¨¦s del paso del cicl¨®n Nargis, siguen desoyendo el clamor internacional en favor de la apertura de fronteras. La ayuda exterior llega escasa, nadie garantiza su distribuci¨®n y el personal extranjero debe a¨²n sortear los obst¨¢culos para obtener un visado de entrada a Myanmar. Todo ello, pese a que existe serio peligro de que se desaten epidemias de c¨®lera y malaria en la zona meridional devastada. La Junta habla de m¨¢s de 30.000 muertos, pero otras estimaciones sit¨²an entre 60.000 y 100.000 las v¨ªctimas y un mill¨®n y medio de refugiados.
En la crisis sale da?ada la ONU, impotente, como confiesa su propio secretario general, para romper el bloqueo. Esta tragedia pone de nuevo sobre la mesa la oportunidad de debatir seriamente sobre el derecho e incluso obligaci¨®n de injerencia humanitaria ante situaciones de cat¨¢strofe por encima de la soberan¨ªa de una naci¨®n. La situaci¨®n es tan dram¨¢tica que es acertada la idea de Francia, secundada por Alemania y el Reino Unido, de sortear la autorizaci¨®n de un r¨¦gimen que ha rebasado ampliamente los niveles de tiran¨ªa y crueldad, e imponer sin permisos burocr¨¢ticos la ayuda exterior, fundamentalmente agua potable y medicinas.
Por el contrario, el Gobierno chino est¨¢ dando un buen ejemplo de celeridad y transparencia, algo inaudito en anteriores cat¨¢strofes, para afrontar el se¨ªsmo que golpe¨® con virulencia la provincia suroriental de Sichuan, donde se teme que la cifra de muertos rebase los 20.000. Ver por televisi¨®n al presidente Hu Jintao dirigi¨¦ndose a la naci¨®n el mismo d¨ªa de la tragedia y al primer ministro, Wen Jiabao, traslad¨¢ndose a la provincia devastada, acompa?ado de la prensa local y extranjera, y mostrando disponibilidad a recibir auxilio exterior es una se?al muy saludable de madurez pol¨ªtica.
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