El Bello y la Bestia
"Nadie nunca perdi¨® dinero subestimando la inteligencia del pueblo americano", escribi¨® a principios del siglo XX el c¨¢ustico periodista estadounidense H. L. Mencken. Es un principio que se sigue llevando a la pr¨¢ctica en la televisi¨®n norteamericana, sin excluir a los protagonistas del show pol¨ªtico que hemos estado sufriendo los televidentes de todo el mundo durante a?o y medio. Me refiero a "el Bello y la Bestia", tambi¨¦n conocido como la batalla entre Barack Obama y Hillary Clinton por conquistar la candidatura presidencial del partido dem¨®crata.
En otros pa¨ªses, los candidatos suelen partir de la base de que es recomendable transmitir una imagen de inteligencia y seriedad. En Estados Unidos, el mercado les exige que se esfuercen por parecer m¨¢s tontos de lo que son. Obama, si hablase espa?ol, se sentir¨ªa mil veces m¨¢s a gusto pasando una velada con Fernando Savater que, por decir alguien, con Luis Aragon¨¦s. El ex alumno de Harvard intenta disimularlo, pero su aire intelectual le delata. Al extremo de que se ha convertido en su punto de m¨¢xima vulnerabilidad, el tal¨®n de Aquiles al que ha estado apuntando sus dardos la indomable Clinton. Lo cual tiene su gracia. La ex primera dama no para de presentarse ante las c¨¢maras como si fuera una obrera de f¨¢brica a la que le gusta salir de cervezas y hablar de b¨¦isbol. La verdad es que es una multimillonaria que pas¨® ocho a?os en la Casa Blanca cenando y bailando con reyes y presidentes, y que su pasatiempo favorito consiste en anatomizar informes sobre el sistema sanitario de su pa¨ªs.
La suerte que tienen los norteamericanos es que tanto Barack como Hillary son gente extremadamente capaz. No siempre la han tenido, por ejemplo en el caso de su actual comandante en jefe. Como correctamente predijo el mordaz Mencken: "Un d¨ªa de ¨¦stos, el populacho ver¨¢ sus sue?os hechos realidad y la Casa Blanca la adornar¨¢ un completo cretino".
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