Denuncia confortable
Buena noticia: aunque sea parad¨®jico, el teatro puede resultar beneficiario de Internet. Los espectadores desertan de los cines y dan la espalda a la compra de DVD, pero vuelven a los teatros: a fin de cuentas, con canon o sin canon, es lo ¨²nico que no puede nadie bajarse de la red. Recordemos la humorada de Jardiel Poncela, cuando tras el cine sonoro y luego en color, lleg¨® la ef¨ªmera propuesta del relieve: "?Van a terminar descubriendo el teatro!". Por lo visto, corremos otra vez ese peligro, al menos quienes pretendan no s¨®lo cambiar de men¨² en su pantalla, sino tambi¨¦n dejar por un rato la pantalla fuera de su men¨² cultural.
Seg¨²n Hannah Arendt, no hay un arte tan pol¨ªtico ni, para m¨¢s precisi¨®n, tan democr¨¢tico como el teatro, porque se basa en decir, escuchar y comprender di¨¢logos (incluidos los correspondientes silencios, para que Samuel Beckett no se enfade). De modo que vendr¨ªa muy bien que subiera a nuestros escenarios una pieza centrada en el tema del terrorismo, quiz¨¢ el m¨¢s grave que hoy padecemos los espa?oles. Hace bastantes a?os -deber¨ªa ya decir "muchos"-, el entonces director del Centro Dram¨¢tico se reuni¨® conmigo para ver c¨®mo podr¨ªa llevarse a cabo tal proyecto. Yo le bosquej¨¦ la posibilidad de un espect¨¢culo teatral basado en el ¨²ltimo d¨ªa de una v¨ªctima de ETA: se compondr¨ªa de una serie de mon¨®logos de quienes le rodeaban (familiares, amigos, adversarios, comerciantes, compa?eros de trabajo y el propio asesino) escritos por una serie de escritores vascos, Juaristi, Guerra Garrido, Aramburu, quiz¨¢ yo mismo... Cualquiera menos Alfonso Sastre.
El texto de 'La paz perpetua' no puede ser m¨¢s decepcionante
El asunto era delicado. ETA actuaba entonces con terrible asiduidad y pod¨ªan temerse represalias contra la obra. Por otro lado, llevar los males del nacionalismo al escenario iba a herir bastantes susceptibilidades, sobre todo si la representaci¨®n llegaba a escenarios de la CAV (en los festivales teatrales de por all¨ª los grupos locales suelen hacer graciosas parodias de la Guardia Civil, etc¨¦tera). La intelectualidad progre tampoco lo mirar¨ªa bien, porque su principal ocupaci¨®n era "no hacer el juego a la derecha" y, por tanto, se absten¨ªa de movilizarse contra la banda: menos mal que por fin lleg¨® la guerra de Irak y encontraron una causa bonita para salir a la calle (algo con americanos dentro, lo esperaban desde que acab¨® Vietnam). De modo que el proyecto se dilataba en las dudas. Desde la Direcci¨®n General del ramo lleg¨® una alternativa genial: si de lo que se trataba era de denunciar el terror, ?por qu¨¦ no montar Terror y miseria del III Reich, de Brecht? Seguro que el espectador avisado captaba la met¨¢fora y trasladaba la denuncia del orden nazi hasta nuestro terrorismo nacional. Llegados a ese punto, lo mejor era olvidar la cosa, y es lo que hice.
Puede comprenderse el inter¨¦s que me suscit¨® saber que Gerardo Vera hab¨ªa encargado una obra sobre el terrorismo a Juan Mayorga... y que esta vez s¨ª que llegar¨ªa sin obst¨¢culos al escenario. Pero me temo que La paz perpetua se queda a la misma distancia de nuestro problema que Terror y miseria, aunque en un nivel art¨ªstico notablemente m¨¢s modesto. Sin duda, el trabajo de los actores es competente y de la escenograf¨ªa y movimiento esc¨¦nico se encarga Jos¨¦ Luis G¨®mez, de modo que no hace falta m¨¢s garant¨ªa. Pero el texto no puede ser m¨¢s decepcionante: concurso de perros guardianes, adiestradores lisiados y mal¨¦volos..., para acabar en el cl¨¢sico discurso de "no podemos portarnos como ellos", con la misma fuerza dram¨¢tica y profundidad filos¨®fica que un editorial de peri¨®dico.
Volvamos hacia Abu Ghraib, no miremos al peligroso Arrasate. Cuanto se plantea es tan t¨®pico y obvio que no imagino qui¨¦n podr¨ªa sentirse molesto. No arriesga ni un pelo, pero refuerza la conciencia de las bellas almas que siempre deploran el mal sin hacer grandes esfuerzos ni por entenderlo ni por combatirlo.
Con gran optimismo, el programa de mano asegura que la obra de Mayorga "s¨®lo plantea preguntas esenciales". A m¨ª no me plante¨® m¨¢s que una: ?hasta cu¨¢ndo nuestro teatro seguir¨¢ evitando el aut¨¦ntico compromiso intelectual sobre este tema maldito?
Babelia
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