Kosovo a¨²n no funciona
El nuevo Estado acumula problemas tres meses despu¨¦s de la independencia
El nuevo Kosovo no ha tra¨ªdo milagros a la casa de los Mexhuani, enfrente de la planta termoel¨¦ctrica de Obilic. Las chimeneas siguen escupiendo c¨¢ncer de pulm¨®n y millones de part¨ªculas de ceniza negra que cubren patios, manchan gallinas y arruinan cultivos. "Cumplir los 62 a?os en medio de esta contaminaci¨®n es un milagro. Mejor¨® algo la electricidad, pero siguen los cortes cada tres o cuatro horas. No son s¨®lo tres meses desde la independencia, es que han pasado nueve a?os desde el final de la guerra y nada ha cambiado".
Cuando sopla el viento del norte, el holl¨ªn de Obilic sobrevuela Pristina como un recordatorio. Pero son tantos los problemas en la sala de urgencias del nuevo pa¨ªs que el Gobierno no sabe por cu¨¢l empezar. Los precios no dejan de subir arrastrados por la crisis mundial -en tres meses, el pan pas¨® de 25 a 45 c¨¦ntimos de euro; la leche, de 50 a 75- y el paro es colosal: el 75% de los j¨®venes de 15 a 24 a?os carece de empleo. Una situaci¨®n que puede explotar en oto?o, cuando se agote el dinero que los emigrantes traen a casa cada verano.
El precio del pan casi se ha doblado y el 75% de los j¨®venes est¨¢ en paro
La ¨²nica inversi¨®n extranjera importante en estos tres meses ha sido la de la empresa de telecomunicaciones eslovena IPCO, que ha roto el monopolio de Monacell. Otros esperan a que se disipe el caos jur¨ªdico en el que est¨¢ sumido Kosovo y que podr¨ªa agravarse el 15 de junio, cuando entre en vigor la Constituci¨®n. En esa fecha habr¨¢ cuatro estructuras de poder paralelas en un territorio del tama?o de Asturias: el Gobierno de Kosovo, la Misi¨®n de Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK) y las europeas de la Oficina Civil Internacional y EULEX, destinada a reforzar el Estado de derecho con 2.000 jueces, fiscales y polic¨ªas. EULEX, la misi¨®n estrella aprobada por los Veintisiete (incluso por los que no reconocen Kosovo, como Espa?a), a¨²n no se ha desplegado porque carece de paraguas legal: no est¨¢ amparada por la resoluci¨®n 1.244 del Consejo de Seguridad y cuenta con la oposici¨®n activa del Gobierno de Serbia y de su aliado Rusia.
"Hay negociaciones a alto nivel para encontrar una salida. Una es que EULEX quede bajo el manto de UNMIK, o repartirse el territorio: el norte para la ONU, donde los serbios rechazan a la UE, y el resto para la nueva misi¨®n", aseguran fuentes occidentales. Para el Gobierno kosovar esto es inaceptable.
"Lo que est¨¢ en juego es la soluci¨®n de un problema o el mantenimiento durante a?os de un conflicto latente que afectar¨¢ a la regi¨®n", asegura Lulzim Peci, director del Instituto Kosovar para la Investigaci¨®n y Desarrollo Pol¨ªtico. "Rusia est¨¢ logrando sus objetivos sin invertir un rublo", a?ade.
En Mitrovica norte se respira un ambiente crispado. Es el momento de sacar m¨²sculo y dar otro paso en la separaci¨®n que se busca desde 1999, tras los bombardeos de la OTAN. Milan Ivanovic es vicedirector del hospital y uno de los l¨ªderes radicales. Sobre ellos pende la amenaza de detenci¨®n por los incidentes de marzo. "La misi¨®n de la UE no es bienvenida y haremos lo posible por bloquearla", dice.
M¨¢s al norte est¨¢ Jerinje, lo que algunos llaman l¨ªnea administrativa y otros frontera. Ahora es un amasijo de hierros despu¨¦s de que el puesto fuese quemado por una turba de exaltados (serbios) al d¨ªa siguiente de la independencia unilateral de Kosovo. Nadie pide ahora el pasaporte. Es el s¨ªmbolo de las dificultades del nuevo Estado.
"Tenemos una independencia de papel, sin sustancia", afirma Alvin Kurti, l¨ªder del movimiento Autodeterminaci¨®n. "Carecemos de ministro de Defensa; el de Interior no controla la polic¨ªa; el de Transportes no controla el aeropuerto ni las fronteras y el de Energ¨ªa no controla las fuentes energ¨¦ticas".
Mientras que la familia Mexhuani respira ceniza, en el norte de Mitrovica otros son los perdedores, como los gitanos que sobreviven en chabolas o los serbios desplazados, encerrados entre cartones en escuelas abandonadas. Ljubisa, que se encarga de ayudarles, se queja: "Parece que Belgrado no cuida de su gente, s¨®lo la utiliza. El patriotismo no llena los est¨®magos".
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