El fin de un mito
La muerte de Tirofijo descabeza las FARC, pero cualquier optimismo ser¨ªa prematuro
La muerte, a causa de un infarto y "en brazos de su compa?era", seg¨²n un portavoz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), de Pedro Antonio Mar¨ªn Mar¨ªn, alias Manuel Marulanda V¨¦lez, alias del alias Tirofijo, pr¨®ximo a los 80 a?os y jefe de una guerrilla que lleva m¨¢s de 40 luchando contra el Estado colombiano, plantea un interrogante sobre el futuro. Habida cuenta de que hac¨ªa a?os que el l¨ªder no ten¨ªa control directo sobre sus fuerzas, por lo que ¨¦stas funcionaban como confederaci¨®n de frentes, su desaparici¨®n no tendr¨ªa por qu¨¦ cambiar las cosas. Bogot¨¢ a?ade que ya hay sucesor, Alfonso Cano, de 52 a?os, nacido Guillermo Le¨®n S¨¢enz, que es la presunta cauci¨®n ideol¨®gica de una guerrilla que se dice comunista pero practica el crimen atroz y vive del narcotr¨¢fico, y el jefe militar sigue siendo Jorge Brice?o, Mono Jojoy, con lo que la continuidad del poder parecer¨ªa asegurada.
La realidad podr¨ªa ser, sin embargo, muy otra. La pol¨ªtica de seguridad democr¨¢tica del presidente Uribe, criticada por su relente autoritario, y a cuyo amparo m¨¢s de 60 legisladores uribistas est¨¢n en la c¨¢rcel o sometidos a investigaci¨®n por sus relaciones con los paramilitares -mercenarios, igual de criminales que las FARC-, ha dado golpes decisivos a los insurgentes. El 1 de marzo pasado un comando mat¨® al segundo jefe de la fuerza, Ra¨²l Reyes, en territorio ecuatoriano; otro miembro de la c¨²pula dirigente, Iv¨¢n R¨ªos, ca¨ªa poco despu¨¦s; y en los ¨²ltimos meses varios jefes guerrilleros han sido apresados o se han entregado. Hoy, las FARC no cuentan seguramente con m¨¢s de 10.000 u 11.000 hombres, cuando eran casi 20.000 en los a?os noventa e inflig¨ªan dur¨ªsimos golpes al Ej¨¦rcito.
El clima de optimismo que reina en Bogot¨¢ podr¨ªa, sin embargo, ser prematuro, porque, aun en ca¨ªda libre, la liquidaci¨®n de las FARC ser¨¢ muy problem¨¢tica, en especial si se cede a la tentaci¨®n de la victoria a sangre y fuego. Hoy, sin Marulanda, como ayer con el viejo bandolero, la soluci¨®n negociada deber¨ªa seguir siendo contemplada para devolver la salud pol¨ªtica a una Colombia en la que la reinserci¨®n -ahora detenida- de los paras ha hecho much¨ªsimo da?o.
Una cosa, con todo, parece clara. Si Uribe abrigara la idea de un tercer mandato en 2010, la muerte de Pedro Antonio Mar¨ªn Mar¨ªn, con todos sus alias, le encarrilar¨ªa formidablemente las cosas.
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