El oscuro futuro de Rusia
Medv¨¦dev y Putin afrontan los graves problemas de un pa¨ªs en descenso demogr¨¢fico, con la maldici¨®n de tener demasiada tierra marginal e inhabitable y que depende exclusivamente del petr¨®leo y el gas
La descripci¨®n del puesto de trabajo debe de ser una de las menos atractivas del mundo; dice m¨¢s o menos lo siguiente: "Se necesita una persona de muchas cualidades para administrar y reformar una entidad formada por unos 17 millones de kil¨®metros cuadrados (en su mayor parte inhabitable), con una poblaci¨®n en grave descenso, un ej¨¦rcito debilitado, grandes problemas sociales y ambientales, discordias ¨¦tnicas internas y numerosos vecinos envidiosos". No se apresuren con sus solicitudes. Entre las cualidades exigidas deben de incluirse, cabe presumir, una enorme tenacidad personal y falta de imaginaci¨®n (o tal vez un exceso de imaginaci¨®n). Porque el trabajo consiste en dirigir Rusia.
El n¨²mero de muertes entre los hombres en edad laboral es un 100% superior al de 1965
Hay un vecino que a largo plazo debe resultar aterrador para cualquier ruso y es China
Es posible que muchos observadores no tuvieran pensamientos tan pesimistas al leer la noticia de la toma de posesi¨®n de Dmitri Medv¨¦dev como presidente de Rusia el pasado 9 de mayo. Las muchedumbres moscovitas, gran parte de los medios de comunicaci¨®n nacionales y diversos grupos patri¨®ticos bien orquestados aplaudieron el acontecimiento, que fue acompa?ado inmediatamente del nombramiento de Vlad¨ªmir Putin para el cargo de (s¨²per) primer ministro de Rusia y rematado con un desfile tradicional en la Plaza Roja.
Este estallido de confianza no se debe s¨®lo a los ¨¦xitos pol¨ªticos del propio Putin, con unos ¨ªndices nacionales de popularidad que avergonzar¨ªan a l¨ªderes occidentales como Bush, Brown y Sarkozy. La nueva fuerza de Rusia se basa tambi¨¦n en sus vastas reservas de petr¨®leo y gas natural, que como el precio del crudo supera los 120 d¨®lares por barril, otorgan al pa¨ªs un enorme poder de negociaci¨®n, no s¨®lo en sus relaciones con pa¨ªses directamente dependientes de sus suministros como Ucrania, Alemania y Hungr¨ªa, sino, en general, por la capacidad de influencia que le dan esas entradas de capital. En los asuntos de pol¨ªtica internacional, ya sea Ir¨¢n, Corea del Norte o los Balcanes, Rusia tiene mucho que decir. As¨ª que Mosc¨² ha vuelto.
Ante tal situaci¨®n, ?por qu¨¦ hay que ser pesimistas sobre el futuro de Rusia? La respuesta est¨¢ en las perspectivas del pa¨ªs "a largo plazo". A medida que avanza 2008, la situaci¨®n general de Rusia parece m¨¢s bien favorable, por todos los motivos expuestos. Pero existe el peligro de que nuestros h¨¢bitos period¨ªsticos de centrarnos en las ¨²ltimas noticias de Mosc¨² o el C¨¢ucaso no nos dejen ver las graves deficiencias estructurales que padece esta gran naci¨®n.
Dos deficiencias deber¨ªan saltar a la vista para cualquier estudioso de las tendencias geopol¨ªticas. La primera la ha mencionado este autor en otros art¨ªculos: el asombroso descenso demogr¨¢fico de la sociedad rusa. Pero pocos observadores externos parecen darse cuenta de este hecho: Rusia se va empeque?eciendo poco a poco, mes tras mes y a?o tras a?o.
Hace ya casi 30 a?os que el gran especialista en demograf¨ªa de la URSS Murray Feshbach, de la Universidad de Georgetown, llam¨® la atenci¨®n sobre estos s¨ªntomas de enfermedad y, a estas alturas, todav¨ªa no nos hemos hecho cargo del todo. El mes pasado, Nicholas Eberstadt, del American Enterprise Institute, y Hans Groth, director general de Pfizer en Suiza, trataron de transmitir m¨¢s claramente el mensaje con un art¨ªculo publicado en The Wall Street Journal y titulado Rusia moribunda.
En mi limitada experiencia como lector en este campo, los dem¨®grafos son especialistas muy cautelosos, porque las causas de que var¨ªen los ¨ªndices de fecundidad y mortalidad -que son los dos motores que influyen en el futuro de la poblaci¨®n de un pa¨ªs- son muy dif¨ªciles de diseccionar. Sin embargo, el lenguaje que emplean Eberstadt y Groth es espeluznante: "Una explosi¨®n verdaderamente aterradora de enfermedades y muertes", "un aumento incre¨ªble de la mortalidad por heridas y enfermedades cardiovasculares". El n¨²mero de muertes entre los hombres en edad laboral es hoy nada menos que un 100% superior al de 1965. En resumen, los rusos no dejan de desaparecer; son hoy muchos menos millones que cuando cay¨® la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Si el pa¨ªs est¨¢ aquejado de una disminuci¨®n del n¨²mero de personas en edad laboral, tambi¨¦n le perjudica la maldici¨®n de tener demasiada tierra marginal e inhabitable. La verdad es que los 142 millones de rusos que a¨²n quedan, y que siguen disminuyendo, estar¨ªan mucho mejor con la quinta parte de la tierra que controlan en la actualidad; las otras cuatro quintas partes podr¨ªan declararse patrimonio mundial de la Unesco y destinarse a albergar b¨²falos, yaks y ¨¢guilas de la estepa. Los grandes exploradores rusos de los siglos XVII y XVIII que adquirieron Siberia no eran, por desgracia, los colonos norteamericanos que en la misma ¨¦poca avanzaban hacia el Oeste desde los Apalaches. Los norteamericanos obtuvieron Kansas y California; los rusos consiguieron Omsk y Tomsk. No es justo, la verdad.
Ante estos dos enormes obst¨¢culos a la competitividad de Rusia a largo plazo, los recientes beneficios del aumento de los precios del gas y del petr¨®leo impresionan menos. Desde luego, han permitido a Putin y Medv¨¦dev financiar la reconstrucci¨®n de las infraestructuras, la educaci¨®n y el ej¨¦rcito, al menos en una medida que nunca habr¨ªa sido posible sin los ingresos del petr¨®leo.
Pero cualquier sociedad cuyo bienestar depende en exceso de una sola materia prima se vuelve muy vulnerable a la posibilidad de que la materia en cuesti¨®n pierda valor en el mercado, a las interrupciones de la producci¨®n y el suministro y a que las reservas se acaben. Si Indonesia y Brasil siguen consintiendo el agotamiento de sus bosques, pronto descubrir¨¢n esa cruda realidad; los pescadores de todo el mundo ya la han descubierto.
Puede que la producci¨®n de petr¨®leo ruso no haya alcanzado su m¨¢ximo, aunque casi todas las informaciones sobre la existencia de vastos yacimientos en Rusia sit¨²an esas reservas en climas y topograf¨ªas que exigen inversiones muy costosas. En cualquier caso, lo importante es que no es prudente jug¨¢rselo todo a una sola carta, una sola fuente de ingresos poco segura. Si se le quitan los ingresos del petr¨®leo a la Rusia de Putin, ?con qu¨¦ se queda?
Se queden con lo que se queden, lo que es indudable es que Medv¨¦dev y ¨¦l tienen una serie de problemas ¨¦tnicos, geopol¨ªticos y de pol¨ªtica exterior que no van a desvanecerse as¨ª como as¨ª. El futuro demogr¨¢fico de Rusia es todav¨ªa m¨¢s negro cuando se miden exclusivamente los ¨ªndices de natalidad de los rusos, sin contar con todas las minor¨ªas que habitan dentro de sus fronteras. Luego hay que ver lo que est¨¢ ocurriendo al otro lado de dichas fronteras: pocos o ning¨²n vecino de Mosc¨² -los Estados b¨¢lticos, Polonia, Ucrania, Georgia- aprecian y conf¨ªan en sus tendencias casi imperiales. Todos se alegran de haber escapado de sus garras y resistir¨¢n a cualquier presi¨®n para cumplir las normas del Kremlin.
Por ¨²ltimo, hay un vecino que debe de resultar aterrador para cualquier ruso que piense en el largo plazo, y es China. Todos los acuerdos comerciales, transferencias de tecnolog¨ªa y esfuerzos diplom¨¢ticos para impedir la actuaci¨®n de los autoritarios estadounidenses en los casos de Ir¨¢n y otros problemas de Oriente Pr¨®ximo no impiden que China se est¨¦ convirtiendo en la potencia predominante en el centro del mundo, y que los dos siglos en los que Rusia ha ocupado ese papel est¨¦n llegando a su fin.
En resumen, en cuanto uno aparta la mirada de la pompa y circunstancia de los desfiles y tomas de posesi¨®n en la Plaza Roja, no tiene m¨¢s remedio que preguntarse d¨®nde estar¨¢ el pa¨ªs de aqu¨ª a 15, 30 o 50 a?os. Sigo pensando que las tendencias demogr¨¢ficas, econ¨®micas y geopol¨ªticas son poco prometedoras. ?sos son los mayores retos que afrontan Medv¨¦dev y Putin (de modo que ?para qu¨¦ inmiscuirse en Abjazia?), y seguramente los dos son lo bastante listos como para saberlo. No obstante, cuando intenten volver la situaci¨®n a favor de Rusia, les convendr¨ªa recordar una famosa frase del agudo observador pol¨ªtico que fue Karl Marx: "Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen como quieren; no la hacen en circunstancias escogidas por ellos mismos, sino en circunstancias encontradas, circunstancias transmitidas desde el pasado".
Paul Kennedy ocupa la c¨¢tedra J. Richardson de Historia y es director del Instituto de Estudios sobre Seguridad Internacional en la Universidad de Yale. ? 2008, Tribune Media Services, INC. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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