"El lugar del psic¨®logo ya no es el div¨¢n, es la calle"
Jerilyn Ross sabe lo dif¨ªcil que puede resultar llegar a comer en un restaurante. Lleva 30 a?os tratando a personas con graves trastornos de ansiedad, fobias irracionales que les pueden llegar a aislar por completo. Esta psic¨®loga, presidenta de la Asociaci¨®n de Trastornos de Ansiedad en un pa¨ªs, EE UU, con 40 millones de pacientes potenciales, pide que la entrevista tenga lugar en el centro comercial al que suele llevarles para que se enfrenten a elementos como una escalera mec¨¢nica o una cristalera. "Cuando sufres una fobia, este entorno puede ser tan amenazante que te puede bloquear", explica Ross, de 61 a?os, ante los ventanales del restaurante. "Mi trabajo consiste en venir con el paciente a sitios p¨²blicos como ¨¦ste, trabajar sobre su conducta, para que se d¨¦ cuenta de que la ansiedad es s¨®lo una reacci¨®n de nuestra mente".
La gran autoridad en ansiedad de EE UU desata las cr¨ªticas de los cl¨¢sicos
Esa voluntad de enfrentarse con sus pacientes a un viaje en metro o a comprar unos pantalones en un centro comercial es la que la ha convertido en referencia en EE UU y asidua en el programa de Oprah Winfrey (8 millones de audiencia). Y en objeto de todas las cr¨ªticas por parte de los cl¨¢sicos. "En los setenta se llamaba a mis pacientes neur¨®ticos", explica. "Se les sentaba en el div¨¢n y el psiquiatra trataba de analizar sus traumas infantiles. Vi que lo mejor era entrar en acci¨®n. Si alguien sufr¨ªa miedo a las alturas, acud¨ªamos a un edifico alto, y cada d¨ªa sub¨ªamos una planta m¨¢s, hasta llegar al techo. Descubrimos que, a veces, el lugar del psic¨®logo estaba en la calle".
Los due?os del restaurante vienen a saludar. Ella es una habitual del local, siempre con personas que sienten una fobia terrible a tocar tenedores o cucharas por miedo a contraer una infecci¨®n. "Por un d¨ªa me puedo centrar en la carta", bromea. De hecho, ni la mira. Sabe lo que quiere: "El at¨²n est¨¢ estupendo, pero hay que pedirlo medio crudo".
Un d¨ªa, no lejos de aqu¨ª, Ross se encontr¨® con el caso que la catapult¨® a la fama m¨¦dica y a los diarios de todo EE UU. A principios de los a?os ochenta, un colega le habl¨® de Grace, una mujer de unos 60 a?os, que no hab¨ªa abandonado su casa desde los a?os cincuenta, ni siquiera ante un incendio. "Esta paciente desarroll¨® una agorafobia grav¨ªsima". En cinco meses, Ross logr¨® que Grace superara sus miedos y se matriculara en la universidad. Se gradu¨® como asistente legal. Ante este triunfo, Ross difundi¨® su terapia. Muchos compa?eros no la aceptan, pero ah¨ª est¨¢. Sostiene que la ansiedad, que sufre el 12% de la poblaci¨®n en los pa¨ªses desarrollados, es un mal "que siempre se ha estigmatizado y que ahora comienza a verse como una dolencia normal".
Con un pastel de queso delante habla de su libro. En ¨¦l da consejos a las mujeres sobre c¨®mo enfrentarse a esta enfermedad. "Somos las que m¨¢s sufrimos la ansiedad y el p¨¢nico. Hay muchos factores que influyen en ello: biol¨®gicos, qu¨ªmicos y sociales, sobre todo. Pero se puede combatir". ?Un peque?o consejo? Mantener una buena rutina, descansando y haciendo deporte. "Y muy importante: evitar, por ejemplo, el caf¨¦". El capuchino con el que acaba el encuentro es, c¨®mo no, descafeinado.
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