Portishead, siempre audaces

El mismo esp¨ªritu, similares canciones, id¨¦ntica emoci¨®n. S¨®lo ha cambiado que lo que antes evocaba angustia, hoy muestra rabia industrial, oscura y lacerante. En otras palabras: Portishead deslumbraron en la primera noche del Primavera Sound con un concierto al aire libre y en majestuosa penumbra que los encumbr¨® ante una audiencia cercana al pasmo. Detr¨¢s, muy por detr¨¢s de ellos, Public Enemy dejaron ver que el paso del tiempo no ha sentado nada bien a su actitud, pero como sus canciones siguen siendo enormes, incluso sobrevivieron a la intenci¨®n adulta que les insufla el uso de instrumentos convencionales en detrimento de la aspereza de sus escuetos y primitivos ritmos hip-hoperos. A unos, Portishead los mantiene vivos la evocaci¨®n del desasosiego, mientras que a otros s¨®lo les aguanta el peso de sus canciones. Ah¨ª radic¨® la diferencia.

Se ha podido leer que el nuevo disco de Portishead no es trip-hopero como aquellos que los encumbraron, que el brumoso grupo de Bristol se ha desmarcado de su pasado y que han querido reinventarse. Todas estas ideas fueron borradas por un repertorio que alternando piezas nuevas -Silence, Hunter, The rip, Machine gun, We carry on- con viejos ¨¦xitos -Mysterons, Glory box, Sour times, Wandering star, Over, Cowboys- constituyeron un repertorio arm¨®nico y equilibrado en el que la aspereza y angulosidad acompa?aba a los temas nuevos, mientras que la angustia emerg¨ªa en clave de hermosura como ense?a de los viejos.

En cualquier otro grupo, Public Enemy sin ir m¨¢s lejos, hubiese sido al rev¨¦s: muy pocos muestran su cara m¨¢s audaz con el paso del tiempo. Y menci¨®n aparte merece la maravillosa puesta en escena de Portishead, basada en recursos visuales ya conocidos en los sesenta -blanco y negro, retroalimentaci¨®n de la imagen, superposici¨®n de planos- que volvieron a ejemplificar que m¨¢s importante que la tecnolog¨ªa es el sentido del equilibrio, la intenci¨®n, el buen gusto y el talento. Ayer, en el Auditori del F¨®rum, el grupo repiti¨® en un concierto m¨¢s restringido que dej¨® a muchos a las puertas.

La noche se remat¨® con la celebraci¨®n de De La Soul, quienes apelaron a su concepto festivo del hip-hop con un concierto en clave est¨¦tica de la vieja escuela en el que Flavour Flav, de Public Enemy, se dej¨® ver en temas como Ring ring ring (ha ha hey) en la parte final de una actuaci¨®n con varios gui?os a la propia historia del grupo con t¨ªtulos como Potholes in my lawn o A roller skating jam named saturday.

Estableciendo comparaci¨®n con Public Enemy, puede que los temas de De La Soul no tengan la misma carga emocional e hist¨®rica, pero su actitud no muestra tanto ¨®xido como la de un Flavour Flav y Chuck D que, nobleza de barrio obliga, tuvieron un altercado en el hotel por no querer dar sus tarjetas de cr¨¦dito para cubrir eventuales gastos de extras, y que ya en el recinto del festival mantuvieron en jaque a los t¨¦cnicos de Portishead al retocarles las pantallas y negarse, al menos en principio, a tocar s¨®lo los 60 minutos establecidos.

Adem¨¢s de en el concierto de Portishead, la atenci¨®n en las primeras horas de la jornada del s¨¢bado se concentr¨® en Bishop Allen. La banda norteamericana de pop-folk ofreci¨® una vistosa actuaci¨®n en el escenario Rock de Lux, el mismo por el que anteriormente pas¨® el pop delicado y energ¨¦tico de los madrile?os Grande Marlaska.Aspereza y angulosidad acompa?aban a los temas nuevos