El orgullo de la isla
Jamaica ha ganado 38 de sus 42 medallas ol¨ªmpicas en pruebas de velocidad, la primera en 1948
Antes del rel¨¢mpago, el gigante amable que disparaba bombas. El primer oro ol¨ªmpico jamaicano fue conquistado por Arthur Stanley Wint, cirujano, piloto de su Alt¨ªsima Majestad la Reina de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, y vencedor de los 400 metros en los Juegos de Londres 1948. Detr¨¢s de ¨¦l lleg¨® Herb Mckenley, plata. Juntos iniciaron la cadena de triunfos que ayer culmin¨® Usain Bolt, the lightning Bolt, el rel¨¢mpago que corre los 100 metros lisos en 9,72s. El camino ha sido largo y productivo: 38 medallas logradas en 13 Juegos Ol¨ªmpicos, 38 metales conseguidos entre los 100 y los 400 metros, una isla contra el mundo desde que el gigante que pilotaba bombarderos despert¨® a los suyos.
La velocidad es el orgullo de la isla. Orgullo de seis de la ma?ana, cuando las pistas se llenan de sprinters que huyen del sol del mediod¨ªa. Orgullo de becas universitarias, cuando los atletas emigran a Estados Unidos en busca de las instalaciones y las ayudas de las que carecen en su pa¨ªs, el reino de las pistas de hierba, donde las calles sint¨¦ticas envejecen mientras las manadas de velocistas protegen sus articulaciones en los precarios pastos del Centro de Alto Rendimiento. Y orgullo m¨¢s all¨¢ de la bandera: en Jamaica han nacido Ben Johnson, Lindford Christie y Donovan Bailey. Los tres fueron campeones ol¨ªmpicos o mundiales de los 100 metros, pero ninguno alcanz¨® su t¨ªtulo corriendo como jamaicano.
Fue en los a?os 80. Antes y despu¨¦s, George Rhoden, Don Quarrie, Ray Stewart, Bert Cameron, el primer campe¨®n mundial jamaicano, o Deon Hemmings, el primer oro ol¨ªmpico femenino, se convirtieron en sacerdotes de la velocidad, una religi¨®n en los parish m¨¢s pobres de la isla, y un negocio: Jamaica Sprint Factory (Jamaica, industria del esprint), es el lema. La camiseta cuesta 21,95 d¨®lares (14,1 euros). La chapa 5,74 (3,7). Y la pegatina, 3,50 (2,3). Cuesti¨®n de orgullo y de n¨²meros: de las 42 medallas ol¨ªmpicas que Jamaica ha ganado en los Juegos -7 oros, 21 platas y 14 bronces-, s¨®lo cuatro no llegaron a toda mecha.
Y la religi¨®n, claro, tiene dioses. Hace un mes, Bolt corri¨® 9,76s en el estadio nacional de Kingston. Tres divinidades, estatuas doradas, rodean el recinto. Una homenajea a Querrie, cu¨¢druple medallista ol¨ªmpico. La otra a una chica eslovena que naci¨® y compiti¨® hasta hace nada como jamaicana, Marlene Ottey. Y la ¨²ltima, al pa¨ªs, a todos los atletas, a la velocidad y el honor patrio: un velocista sin nombre corre para siempre despidiendo reflejos dorados en el estadio. Un dato explica la veneraci¨®n. De las tres mejores marcas de siempre en 100 metros, dos son jamaicanas.
Adds Campbell, tetramedallista ol¨ªmpica, resumi¨® los sentimientos del pa¨ªs para este peri¨®dico durante los Mundiales celebrados en Osaka, el pasado verano. "Correr r¨¢pido es parte de nuestra tradici¨®n, porque Jamaica ha producido a Ottey, Quarrie o Hemmings, que nos marcaron el camino. Intentamos seguir sus huellas. Y nos motiva que sea una forma de salir de Jamaica". De la pobreza se huye corriendo. Empez¨® Wint. Y lo sigue haciendo Bolt, a ¨¦l en tantas cosas parecido: alt¨ªsimo (196 cent¨ªmetros frente a 195), fino como un junco, mejor, aunque la pr¨¢ctica desmienta la teor¨ªa, en los 200 y los 400 metros que en los 100... y con un apodo que es un aviso. Tras el gigante lleg¨® el rel¨¢mpago.
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