Sagas pol¨ªticas
A C¨®simo de Medici le sucedi¨® en el poder su hijo Piero y luego su nieto Lorenzo, al que apodaron El Magn¨ªfico, y que fue mecenas y protector de unos genios de nuestra cultura occidental llamados Leonardo Da Vinci, Botticelli y Miguel ?ngel. La Florencia renacentista era te¨®ricamente una rep¨²blica; en la pr¨¢ctica, el poder giraba en torno a una oligarqu¨ªa familiar. Clanes familiares como los Albizzis y los M¨¦dici. Familia y pol¨ªtica y poder, juntos en la Toscana italiana que cruza el Arno bajo la mirada atenta de los cipreses. La valenciana provincia decimon¨®nica de Castell¨®n tiene tan solo un lejano parecido geogr¨¢fico con la Rep¨²blica de Florencia, y alguna costumbre com¨²n: al tatarabuelo Fabra le sigue en las riendas del poder provincial el hijo y luego el nieto y despu¨¦s el bisnieto y as¨ª durante varias generaciones, como parte de una intrahistoria provincialista, que deber¨ªan analizar los mejores historiadores de este mundo globalizado. Claro que en esta abrupta provincia nuestra no tenemos un Magn¨ªfico Lorenzo que pase a los anales de la historia por proteger econ¨®micamente a grandes maestros de la pintura y arquitectura. Tenemos ahora a un presidente de la Diputaci¨®n provincial que sin empacho protege econ¨®micamente mediante asesor¨ªas a cuanto militante o ex alcalde de su partido lo necesita por no resultar elegido en una urna. No, no es exactamente como en la Rep¨²blica de Florencia.
Tampoco es Castell¨®n una rep¨²blica popular y comunista como lo es Corea del Norte. Aunque en el Gobierno de Pyongyang a Kim-Il-Sung padre le sucede Kim-Jong-Il hijo, lo mismo que quien decide en la Diputaci¨®n de Castell¨®n es un d¨ªa Fabra padre y al otro Fabra hijo, sin que se altere la legalidad democr¨¢tica vigente ni mucho menos, como no se altera la legalidad de la popular y comunista rep¨²blica coreana. Hay obsesiones en estas sagas pol¨ªticas: en el Extremo Oriente la obsesi¨®n del poder se ve envuelta de armamentismo y carrera por conseguir artefactos nucleares; aqu¨ª los delirios del poder vuelan desde aeropuertos en construcci¨®n, que no interesan de momento a ninguna empresa privada, por ejemplo.
Y otro ejemplo de dinast¨ªas que se apoltronan en el poder, con independencia de r¨¦gimen pol¨ªtico, lo encontraremos en la milenaria Siria, donde la democracia del partido Baas no ve impedimento legal alguno para que a Hafez-al-Assad padre le suceda Bashar al-Assad hijo sin m¨¢s diferencia que la de la edad. Y tan tranquilos todos en ese hist¨®rico territorio poblado de sunnitas, drusos, alau¨ªes y chiitas. Como tranquilidad, al menos aparente, reina en Castell¨®n, que tambi¨¦n es plural, cuando un Fabra llega tras otro.
En Guinea Ecuatorial -las colonias del R¨ªo Muni y las islas de Fernando Poo, Annob¨®n, Corisco, Elobey Grande y Elobey Chico, que memoriz¨¢bamos en las escuelas cuando luc¨ªamos pelo-, en ese pa¨ªs tropical el poder tambi¨¦n discurre por clanes familiares, aunque las sucesiones vienen a ser un pel¨ªn violentas: el sobrino Teodoro Obiang derroc¨® a su t¨ªo Francisco Macias y lo mand¨® ejecutar a la velocidad del rayo. Aqu¨ª no sucede eso; aqu¨ª en Castell¨®n no pasa nada que no sea el silencio en torno al clan provincial que se perpet¨²a -m¨¢s all¨¢ de los reg¨ªmenes pol¨ªticos- en el poder de esta demarcaci¨®n electoral con l¨ªmites geogr¨¢ficos y partidos judiciales. Aqu¨ª ese otro d¨ªa, y preguntado un diputado provincial en Madrid por si Costa o Rajoy en el Congreso de los populares en Valencia, se le respondi¨® con silencio, es decir, votaremos seg¨²n nos indique el presidente Fabra. Am¨¦n.
Y el presidente Fabra con tent¨¢culos familiares en la Comunidad del Madrid de Esperanza Aguirre, y que un d¨ªa empuj¨® a la pol¨ªtica a un joven Juan Costa que todav¨ªa no peinaba canas, el provincial Fabra, vecinos, juegan a la ambig¨¹edad: algo muy propio de las sagas pol¨ªticas florentinas, coreanas, sirias y tropicales.
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