Donaciones y migajas
La Conferencia de Donantes para Afganist¨¢n, celebrada ayer en Par¨ªs, ha seguido de cerca a la cumbre extraordinaria de la FAO que tuvo lugar la pasada semana en Roma. La proximidad entre uno y otro encuentro ha permitido advertir c¨®mo el sistema de instituciones internacionales, del que la FAO forma parte, ha recibido la influencia de un mecanismo que, como las conferencias de donantes, tienen una naturaleza diferente, vinculada a las urgencias que pueda atravesar un pa¨ªs o una regi¨®n del mundo.
La Cumbre de Roma se convoc¨® bajo el signo de la actual crisis alimentaria que afecta a 850 millones de personas y, tal vez por ello, acab¨® derivando en una imprevista conferencia de donantes para desconcierto, entre otros, del propio director general del organismo, Jacques Diouf. ?ste declar¨® que el objetivo de la Cumbre no era recoger fondos, y que el anuncio de donaciones por parte de algunos pa¨ªses -entre ellos Espa?a- fue una "sorpresa" que super¨® "cualquier expectativa".
Las declaraciones del director general de la FAO son una prueba de que, en efecto, el esp¨ªritu de las conferencias de donantes se est¨¢ introduciendo subrepticiamente en el sistema de instituciones internacionales. ?stas pueden, sin duda, convocar conferencias de donantes, pero una de las materias sobre las que tienen una responsabilidad casi exclusiva son las normas que rigen las diversas relaciones entre Estados. En el caso de la actual crisis alimentaria, esas normas son responsables, en gran medida, de la hambruna que amenaza a casi un sexto de la poblaci¨®n mundial. De ah¨ª que tenga poco sentido ofrecer donaciones, por un lado, y mantener invariables las normas, por otro.
Las subvenciones y otras medidas con las que los pa¨ªses ricos protegen su producci¨®n agr¨ªcola est¨¢n provocando aut¨¦nticos estragos econ¨®micos en los pa¨ªses pobres, a los que impiden competir en los mercados internacionales con aquellos productos en los que son competitivos. Ante esta situaci¨®n, las donaciones no son, en el fondo, m¨¢s que un intento de compensarlos, de arrojarles migajas dentro de la jaula econ¨®mica en la que se les ha encerrado. Como f¨®rmula para ejercer la caridad, tal vez sea inmejorable. Pero como instrumento para combatir las crisis alimentarias es m¨¢s que discutible, puesto que no evitan que se reproduzcan c¨ªclicamente.
En cuanto a la Conferencia de Donantes para Afganist¨¢n, al igual que el resto de conferencias convocadas en el pasado o que se puedan convocar en el futuro, el ¨¦xito no s¨®lo depender¨¢ de las cantidades recaudadas, sino de la eficacia con la que las utilicen los Gobiernos beneficiarios. Sin control, corren el riesgo de convertirse en simples fracasos diferidos.
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