Un pegaso de piedra que ya no vuela
Una escultura de 80 toneladas permanece varada en un almac¨¦n
El Pegaso de m¨¢rmol ha sufrido varias veces la rotura de sus alas. Ya no vuela desde un ¨¢tico encumbrado de Atocha, ni desaf¨ªa a las alturas, ni impresiona a cuantos, desde el suelo, oteaban su majestuoso navegar por los cielos. Hoy es la expresi¨®n del destino incierto de algunas esculturas monumentales madrile?as. Tiene este corcel el cuello torsionado, lo gu¨ªa un mozalbete y se ve flanqueado por una matrona en actitud de cl¨¢mide. Permanece, pie a tierra, enjaulado en el recinto de un taller de canter¨ªa municipal de la calle del ?ncora, por encima de cuyos muros sobresale quieto, manco y preso.
Proced¨ªa de la rotonda de la plaza de Legazpi. Su peso, 80 toneladas de m¨¢rmol blanco de Carrara, m¨¢s su altura, unos cinco metros, le imped¨ªan continuar en medio de la glorieta, bajo la cual discurre ahora soterrada la v¨ªa de circunvalaci¨®n M-30. En la plazoleta estuvo unos a?os frente a otro caballo alado y marm¨®reo como ¨¦l, que hoy se encuentra andamiado y muy solo en medio de la rotonda.
Ambos corceles alados formaban parte de un grupo monumental de tres cuerpos llamado Gloria ofreciendo palmas y laureles al Arte y la Ciencia, acompa?ada por dos grupos de pegasos guiados por los genios del Arte y de la Industria. La Gloria soporta hoy en solitario un contorno agitado por el tr¨¢fico al otro lado del r¨ªo, tras el puente de Praga. El conjunto fue esculpido por el cincel del escultor modernista Agust¨ªn Querol (Tortosa, 1860-Madrid, 1909), con Mariano Benlliure el m¨¢s cotizado de los escultores de Espa?a y de la Am¨¦rica hispana a finales del siglo XIX. Admirador de Donatello, a ¨¦l se deben el friso de la Biblioteca Nacional, el monumento a Francisco de Quevedo, el sepulcro de Antonio C¨¢novas del Castillo -su mentor- m¨¢s otras espl¨¦ndidas efigies en La Habana, Buenos Aires y Manila.
La Gloria y sus pegasos surgieron de las canteras italianas de Massa Carrara, arrancadas del m¨¢rmol por el cincel de Agust¨ªn Querol. All¨ª fueron concebidos para ser enviados, primero en barco, a Valencia y luego hasta Madrid, en un tren que hubo de realizar mil paradas, recortar se?ales y alzar g¨¢libos para abrirle paso, explica el arquitecto y ex concejal Pedro Ortiz.
Su destino era en 1903 el de coronar majestuosamente el ¨¢tico del Ministerio de Fomento, hoy Agricultura, dominando la plaza de Atocha. All¨ª arriba fueron alzados los tres grupos del conjunto mediante un sistema complej¨ªsimo de andamios inclinados que provocaba el estupor de cuantos acudieron a contemplar su instalaci¨®n. La cicl¨®pea escultura permaneci¨® ¨ªntegra desde 1903 hasta 1977, en que se desprendieron sobre la calle pesados fragmentos de m¨¢rmol. El ministro del ramo dispuso que se restauraran in situ, pero se comprob¨® que su enorme peso, unas 210 toneladas todo el conjunto, amenazaba con desplomar la techumbre del edificio de vigas roblonadas construido por el burgal¨¦s Ricardo Vel¨¢zquez Bosco.
Llamado Juan de ?valos, escultor de las figuras gigantescas del Valle de los Ca¨ªdos, su dictamen fue expeditivo: hay que llevarse las esculturas a otro sitio m¨¢s seguro. ?valos decidi¨® trocear el conjunto monumental, que qued¨® despedazado en cien fragmentos. "Me pareci¨® un disparate", dice el entonces concejal Pedro Ortiz. All¨ª los pegasos sufrieron una de las amputaciones de sus alas. En capachos, fueron transportados al almac¨¦n municipal de ?ncora, donde durmieron una d¨¦cada. Tratados sin fortuna por un escultor entre 1990 y 1993, ese mismo a?o Ortiz, a la saz¨®n concejal de Cultura, encomend¨® al arquitecto Juan Antonio Juara que los recuperara. Juara puso manos a la obra y moviliz¨® a decenas de reci¨¦n licenciados y estudiantes de Bellas Artes y de Restauraci¨®n. "Cont¨¦ con Juan ?lvarez, recientemente fallecido, experto en inyectar hormig¨®n, la t¨¦cnica que yo necesitaba para crear una estructura interna que recompusiera al pobre pegaso despedazado y a sus compa?eros", explica Juara. Las arcas municipales gastaron cien millones de pesetas, m¨¢s de medio mill¨®n de euros de hoy, en aquella tarea. El ¨¢tico del Ministerio de Agricultura recibi¨® copias de bronce hueco hechas por ?valos.
Tras descartarse su anclaje en una plaza situada entre Juan Bravo y Maldonado, los pegasos, con las alas arrancadas para su acomodo en jaulas, fueron a parar a Legazpi y la Gloria, al otro lado del r¨ªo. Esta megaescultura, quiz¨¢ de las m¨¢s bellas de Europa, ?proseguir¨¢ su errabundo peregrinar por Madrid?
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