¡°Es mejor dejar la habitaci¨®n cuando est¨¢ llena de gente¡±
Los ojos tardan un segundo en ajustarse a la penumbra. Entre las chispas provocadas al abandonar la claridad de las escalinatas del Louvre, aparece una nube rosa. No es de caramelo, sino una capa hecha con p¨¦talos de organza. Un vestido de noche que, de espaldas, da la bienvenida a la exposici¨®n Valentino: temas y variaciones. Primera sorpresa: es rosa. Esquivando el t¨®pico del rojo valentino, la muestra deja claro desde un principio que su objetivo es mostrar otra cara del modista, que abandon¨® la moda en enero. Al menos, de su obra.
Porque el rostro del hombre luc¨ªa el viernes el mismo bronceado que le ha hecho famoso. Paseaba entre las vitrinas que repasan su carrera y exhib¨ªa esas maneras de estrella a las que, en cierta forma, ha estado obligado desde la cuna. Despu¨¦s de todo, Valentino Garavani (Voghera, 1932) le debe su nombre a la pasi¨®n de su madre por Rodolfo Valentino. Y el martes ver¨¢ c¨®mo el Museo de Artes Decorativas de Par¨ªs inaugura una retrospectiva sobre sus 49 a?os en la moda. Un an¨¢lisis que reivindica su legado, m¨¢s all¨¢ del espect¨¢culo, la vida fabulosa de yates, Jackie Kennedy y el resto de las reales amistades.
Pregunta. ?Siente nostalgia rodeado por todo esto?
Respuesta. No, me encanta ver estos vestidos por en¨¦sima vez. Y es muy importante para m¨ª entrar en el Louvre. Sobre todo, porque soy el primer dise?ador extranjero con este honor. Estoy muy agradecido a Francia, tengo la legi¨®n de honor, la medalla de oro de la Villa de Par¨ªs...
P. ?No les queda ya nada por concederle!
Quiero ser recordado como un hombre que am¨® a las mujeres
R. No, es cierto. Estoy muy orgulloso y honrado de que me hayan acogido as¨ª.
P. Hace un a?o, d¨ªas antes de celebrar su 45 aniversario en Roma con fiestas, exposiciones y desfiles, le pregunt¨¦ si pensaba retirarse y dijo que no. En septiembre, anunci¨® lo contrario. ?Cu¨¢ndo lo decidi¨® en realidad?
R. ?Es que entonces no iba a hacerlo! Despu¨¦s de aquella gran fiesta en julio, pens¨¦: "?Qu¨¦ voy a hacer que sea m¨¢s grande y mejor que esto?". Creo que es mejor dejar la habitaci¨®n cuando est¨¢ llena de gente.
La moda es arte: creas algo nuevo a partir del cuerpo humano
P. De una forma u otra, lleva casi un a?o diciendo adi¨®s: se despidi¨® del pr¨ºt-¨¤-porter, luego de la alta costura... ?Se ha acostumbrado ya a su nueva vida?
R. Dej¨¦ de trabajar en enero, as¨ª que son apenas unos meses los que llevo "dando vueltas". La verdad es que he estado ataread¨ªsimo. Tengo casi m¨¢s trabajo que antes. No he tenido tiempo de pas¨¢rmelo bien, ?excepto por la semana que pas¨¦ en el Carnaval de R¨ªo de Janeiro!
Valentino se detiene frente a un pu?ado de maniqu¨ªes vestidos con variaciones de su pieza m¨¢s emblem¨¢tica: el vestido rojo. El dise?ador revela que fue en las butacas del Liceo barcelon¨¦s, al ver a las mujeres formar un ramo sobre ellas, donde naci¨® su devoci¨®n por el sangriento tono. Las que se contemplan en el Louvre son una peque?¨ªsima porci¨®n de las variaciones existentes. Hay muchas m¨¢s entre las 3.000 piezas que componen el archivo de la fundaci¨®n que han creado el dise?ador y su eterno socio y antigua pareja sentimental, Giancarlo Giammetti. Un fondo que, tal vez, alimente un museo en Roma. "El antiguo alcalde se lo prometi¨® a Valentino", revela Giammetti. "Pero con el nuevo [el neofascista Gianni Alemanno] hay que volver a empezar a negociar. As¨ª que estamos metidos en un tedioso proceso burocr¨¢tico".
P. ?C¨®mo le gustar¨ªa ser recordado?
En cada detalle, en cada drapeado, en cada escote se reconoce mi estilo
R. Como un hombre que am¨® a las mujeres. Un hombre que trat¨® de que se vieran elegantes y femeninas. Sexies, pero nunca vulgares. Llenas de encanto y sofisticadas. Eso es Valentino.
P. Le gusta coleccionar arte. Al entrar en el Louvre con su propia obra, ?se siente m¨¢s cerca de ser un artista?
R. Si lo piensas cuidadosamente, la moda es arte. Haces estudios a l¨¢piz, luego trabajas con el material y lo domas seg¨²n tu voluntad. Lo dotas de expresividad cuando eliges el tejido, el bordado... Creas algo nuevo a partir del cuerpo humano, que debe atraer como un cuadro o una escultura. Desde luego, la moda es arte. ?Por qu¨¦ no? ?S¨®lo porque est¨¦ hecho en chiffon en lugar de piedra?
Siempre he so?ado con hacer el vestuario de una ¨®pera o un ballet
P. ?Y se siente un artista?
R. S¨ª. Desde luego, no me siento como un obrero que trabaja en Fiat. Eso seguro.
P. ?Podr¨ªa elegir una pieza que resuma toda su carrera?
R. Cada vestido es como un hijo porque todos los hice con aut¨¦ntica pasi¨®n y entrega. Hay vestidos que me traen estupendos recuerdos, pero cuando los veo todos juntos como ahora no puedo distinguir a uno s¨®lo. Me encanta que al unir piezas de los a?os sesenta y de 2007 no se vean dispares. Eso demuestra que mis ideas siempre han seguido una direcci¨®n com¨²n, que es la m¨ªa, y que no me he dejado manejar por la moda o por otros. Considero mi trabajo como el de un escritor que escribe una gran y ¨²nica historia de la que cada colecci¨®n es un cap¨ªtulo.
P. Hay una cita suya en la que habla de alcanzar una caligraf¨ªa propia y original. Mientras trabajaba, ?era consciente de estar construyendo un estilo?
R. Querida, antes me preguntaba si esto es un arte. Y yo le dije que s¨ª. Por lo tanto, tiene que ser reconocible. Un artista debe tener un sello. En cada detalle, en cada drapeado, en cada escote puedes reconocer a Valentino. Cuando llegu¨¦ a Par¨ªs a los 18 a?os como aprendiz so?aba con triunfar. Pero a esa edad lo que quieres es trabajar, gustar y pas¨¢rtelo bien. Fue despu¨¦s, al establecerme por mi cuenta en Roma, cuando empec¨¦ a aspirar a lo m¨¢s alto.
Par¨ªs, a?os cincuenta. Las coordenadas de la ¨¦poca dorada de la alta costura. Valentino se form¨® como ayudante de Jean Dess¨¨s y Guy Laroche. En 1959 volvi¨® a Italia para crear su propia firma. Sus padres financiaron la operaci¨®n, pero la empresa no funcion¨® hasta que en 1961 Giancarlo Giammetti entr¨® en escena. Se ocup¨® del negocio y cre¨® un imperio que vendieron en 1998. La empresa ha cambiado tres veces de manos en nueve a?os y la ¨²ltima venta cifraba su valor de mercado en 2.600 millones de euros. Esa evoluci¨®n ilustra la conversi¨®n de una profesi¨®n artesanal en una gran industria. "Cuando empec¨¦ a trabajar con ¨¦l lo que m¨¢s me fascinaba era verle dibujar. Lo hac¨ªa con acuarelas y se pasaba horas", explica Giammetti. "?l y Saint Laurent son los ¨²nicos a los que he visto pintar con semejante habilidad. Ahora se trabaja en equipo, con n¨²meros y datos del mercado. Siempre intent¨¦ que eso le fuera ajeno. ?l estaba solo y feliz dise?ando. ?sa es la diferencia entre Karl, Yves y Valentino y el resto, entre el ayer y el hoy, y la raz¨®n por la que Valentino fue feliz dej¨¢ndolo".
P. Hace pocos d¨ªas asisti¨® al funeral de Yves Saint Lauren. ?Es el fin de una generaci¨®n?
R. Fue muy triste. Con ¨¦l se nos ha ido una columna vertebral de la moda internacional. Es cierto que tras mi retirada y su muerte quedan muy pocos haciendo las cosas a nuestra manera...
P. Est¨¢ Karl Lagerfeld, pero ¨¦l rechaza de plano la nostalgia, no quiere homenajes y no celebra aniversarios. Es m¨¢s, critica que otros se regodeen en glorias pasadas.
R. Bueno, cada cual tiene su forma de hacer. Lagerfeld es un gran dise?ador y es el ¨²nico que queda, junto a Lacroix y Gaultier, al frente de la aut¨¦ntica alta costura. Ellos, y se acab¨®.
P. ?A qu¨¦ se refiere? ?A la alta costura?
R. ?Espero que no! Adem¨¢s, por primera vez en much¨ªsimo tiempo se vuelven a ver chicas j¨®venes en las primeras filas.
P. Algunas de sus costureras llevaban m¨¢s de 30 a?os trabajando para usted. En su ¨²ltimo desfile lloraban desconsoladas tras el escenario. ?Ha vuelto a verlas?
R. He estado viajando mucho, pero cuando vaya a Roma ir¨¦ a verlas desde luego. Porque me quieren mucho. Hemos estado juntos durante much¨ªsimo tiempo. Me echan de menos, claro. Y yo a ellas. Pero as¨ª es la vida. No puedo estar all¨ª hasta el fin de mis d¨ªas haciendo ropa. Ahora quiero hacer otras cosas.
P. ?Por ejemplo?
R. Siempre he so?ado con hacer el vestuario de una ¨®pera o un ballet, pero nunca he tenido tiempo. Creo que ¨¦se ser¨¢ mi pr¨®ximo proyecto, aparte del documental sobre mi vida que se espera estrenar en el festival de Venecia.
P. La joven dise?adora Alessandra Facchinetti debut¨® en febrero al frente de su marca. ?Qu¨¦ opina de su trabajo hasta el momento?
R. Espero que lo haga muy bien. Porque es mi nombre el que est¨¢ ah¨ª. Tiene que trabajar muy duro para que la marca Valentino mantenga la elevada posici¨®n. Tiene mi firma en sus manos.
La sonrisa forzada delata que no es un tema del agrado del maestro. Cuando acaba de atender a los medios, se pone las gafas a¨²n en la penumbra y, rodeado de su s¨¦quito, sale a la luz de la rue de Rivoli donde aguarda una fila de coches. Al modista le gusta rodearse de gente, de su gente. Pero al frente de la familia Valentino no est¨¢ solo. Le acompa?a el temperamental Giammetti, a quien le une una extravagante relaci¨®n lejos de las definiciones. "Es ¨²nica", admite Giammetti. "Nunca he o¨ªdo de dos personas, casadas o no, que hayan tenido algo tan especial durante tanto tiempo. Est¨¢ marcada por un enorme respeto y complicidad. Ninguno de los dos somos personas f¨¢ciles; hemos pasado 24 horas juntos durante casi 50 a?os. Por mi parte, he sido muy paciente, porque Valentino es muy energ¨¦tico en sus reacciones, y muy humilde porque nunca he sentido que mi trabajo no fuera reconocido".
Una terca y rom¨¢ntica defensa
"Es muy raro poder analizar una carrera cerrada y justo despu¨¦s de que un dise?ador se retire. Y la de Valentino lo es: empieza en 1959 y acaba, voluntariamente, en 2008", explica Pamela Golbin. La comisaria de la exposici¨®n es la ide¨®loga del original planteamiento de la muestra, que huye de la frivolidad a menudo asociada al dise?ador italiano.
La sorpresa del vestido rosa contin¨²a con una sobria primera planta, dominada por el blanco, el negro y un breve apunte de rojo. La dr¨¢stica reducci¨®n de la paleta crom¨¢tica centra la atenci¨®n en la estructura y la silueta. La crudeza del blanco y negro subraya un curioso efecto: a¨²n quietos, los trajes de Valentino se mueven. "Cuando mencionas el nombre Valentino, lo primero que te sugiere es un estilo de vida, riqueza y opulencia; pero cuando te adentras en su trabajo comprendes cu¨¢n riguroso y s¨®lido es. Muy pronto desarroll¨® un vocabulario estil¨ªstico que refin¨® durante casi 50 a?os".
Tras la contenci¨®n inicial, la segunda planta estalla gracias al estudio de la decoraci¨®n a trav¨¦s de estampados animales o geom¨¦tricos, profusa ornamentaci¨®n y alardes de t¨¦cnica en los plisados. Fantas¨ªa y virtuosismo que nunca han evitado que a Valentino se le reproche su conservadurismo. La terca y rom¨¢ntica defensa de su cl¨¢sica noci¨®n de la belleza queda clara en una muestra que organiza 225 vestidos por temas y evidencia la dificultad de distinguir entre un vestido de los a?os sesenta de otro de este siglo. "Comprendes que hay una completa coherencia en cinco d¨¦cadas de trabajo. Valentino vuelve una y otra vez a las mismas ideas. Con este concepto se subrayan los valores que defiende su obra".
Babelia
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