Cooperativismo contra la crisis
La participaci¨®n de los trabajadores en el capital permite capear mejor los ciclos de la econom¨ªa - Pagan menos Impuesto de Sociedades a cambio de fondos sociales
En Euskadi, y especialmente en Guip¨²zcoa, no hay ciudadano que no tenga un amigo o familiar trabajando en una cooperativa. El cooperativismo es deudor, y lo reconoce, del sacerdote Jos¨¦ Mar¨ªa Arizmendiarreta y de los pioneros que fundaron junto a ¨¦l hace 50 a?os Ulgor, hoy Fagor, en Mondrag¨®n. La virtualidad de este tipo de sociedad frente a otras, como las sociedades an¨®nimas o las limitadas, est¨¢ en su componente anticrisis.
El movimiento cooperativo ha evolucionado en todos estos a?os. Gran parte, especialmente el industrial y el de consumo (Eroski), ha convergido en Mondrag¨®n Corporaci¨®n Cooperativa (MCC). Pero hay vida cooperativa m¨¢s all¨¢ de Mondrag¨®n.
Los cooperativistas se implican m¨¢s porque se juegan su empleo y su dinero
Euskadi acoge distintos tipos de cooperativas que funcionan en Euskadi. Las de trabajo asociado son fundamentalmente las industriales. En ¨¦stas, MCC suma el 73% del empleo. En las de consumo m¨¢s del 99% y en las de cr¨¦dito -Caja Laboral e Iparkutxa- el 80% tambi¨¦n pertenece a la corporaci¨®n.
Las cooperativas vascas, salvo algunas muy peque?as, se encuentran agrupadas en Erkide, que trabaja como una especie de patronal donde se asesora, se dan servicios y se act¨²a como grupo de presi¨®n. "La crisis afecta como al resto de las empresas. A unos sectores m¨¢s que a otros. La particularidad de las cooperativas es que por eso de que prima el empleo frente a otros ratios superan mejor la crisis", se?ala Agust¨ªn Mendiola, director de Erkide.
En el mundo cooperativo existe una coincidencia de que son una f¨®rmula societaria "antic¨ªclica" perfecta. Las cooperativas tienden a permanecer porque sus due?os son sus trabajadores. La Ley obliga a que al menos el 75% de los trabajadores de cada empresa sean socios y est¨¢ claro que nadie quiere perder ni su empleo y ni su negocio. La capacidad de apretarse el cintur¨®n o de aceptar la flexibilidad es mayor que en otras sociedades. Su esperanza de vida es alta porque no est¨¢ ligada a un grupo de accionistas. Los socios se van y son naturalmente sustituidos por otros nuevos.
A los cooperativistas les gusta decir que est¨¢n dentro de la llamada econom¨ªa social. La ley exige para formar una cooperativa que se re¨²nan al menos tres personas y que se desembolse un capital m¨ªnimo de 3.000 euros. Para ser socio es necesario hacer una aportaci¨®n; lo que concede los derechos de participaci¨®n en la sociedad a trav¨¦s de sus ¨®rganos de gobierno y el derecho a cobrar excedentes (beneficios). Los socios nunca responden con su dinero por la marcha de la sociedad. Toda cooperativa debe tener al menos dos ¨®rganos: la asamblea (la junta de accionistas de una SA) y el consejo rector, que viene a ser una especie de consejo de administraci¨®n. Cuando la empresa cuente con 100 o m¨¢s socios, deber¨¢ haber tambi¨¦n una comisi¨®n de vigilancia.
A partir de ah¨ª el funcionamiento interno var¨ªa, aunque la implicaci¨®n de los trabajadores es autom¨¢tica porque sencillamente se juegan su dinero y su empleo. Una queja habitual desde otro tipo de empresas es que las de trabajo asociado cuentan con un tipo en el Impuesto de Sociedades del 20% para las de m¨¢s de 50 empleos y del 18% para la de menos. El tipo com¨²n en Euskadi es el 28%.
La defensa de los cooperativistas llega por la v¨ªa social. Sobre los resultados, una vez liquidado el impuesto, un 20% se destina a un fondo de reserva obligatoria, que es inembargable y no repartible. Si la cooperativa se disuelve este dinero va al Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi, ¨®rgano dependiente del Parlamento. Otro 10% va a un fondo de Educaci¨®n y promoci¨®n cooperativa, con destino a obras sociales. El resto se destina a excedentes.
Solidaridad limitada
Las cooperativas de Mondrag¨®n participan en Erkide como una m¨¢s. Su impronta es clara, por su peso espec¨ªfico, pero apoyan proyectos comunes. De Erkide cuelgan importantes empresas que dan servicio a todos su asociados. Ategi es una central de compras donde se logran precios de
hardware,
software
, telefon¨ªa o energ¨ªa, entre otras, en mejores condiciones que si cada cooperativa fuera en solitario. Onairri es una sociedad de garant¨ªa rec¨ªproca con la que el cooperativismo compite con Elkargi. Y Saiolan, un centro de innovaci¨®n y empresas situado en Mondrag¨®n.
Estos proyecto y otros, que van de la asesor¨ªa jur¨ªdica a la formaci¨®n, son comunes para todos. Sin embargo, pertenecer a MCC tiene otras ventajas que exigen una colaboraci¨®n y una contribuci¨®n a fondos comunes. El instrumento m¨¢s importante de solidaridad de MCC es sin duda Lagun Aro. Para entrar hay que estar en el grupo, sin embargo, hay un porcentaje de cooperativas que est¨¢n dentro sin pertenecer a la corporaci¨®n. Es el caso evidentemente de Irizar o de Ampo, reci¨¦n salidas del grupo, pero no de Lagun Aro.Tambi¨¦n son socias aquellas cooperativas que se crearon antes de la formaci¨®n de MCC en los a?os noventa. Lagun Aro naci¨® en 1967.
Entre las funciones que desarrolla est¨¢n la asistencia sanitaria, la ayuda al empleo (reubicaci¨®n de trabajadores en tiempos de crisis en otra cooperativa), incapacidad temporal, incapacidad permanente, jubilaci¨®n y viudedad. No tiene ¨¢nimo de lucro y funciona mediante un sistema de capitalizaci¨®n. Actualmente cuenta con 30.640 socios trabajadores y 8.131 pensionistas.
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