La joya del PP
Han sido unos d¨ªas radiantes. Los congresistas del PP reunidos en el complejo ferial de Valencia han podido disfrutar -y disfrutan- de una ciudad pujante, con aroma de aligustre y naranjos amargos. Una postal feliz que sus cofrades y cicerones aut¨®ctonos habr¨¢n sin duda ensalzado y contrastado con la ciudad "triste y gris" que gobernaron hasta 1991 los socialistas y la izquierda. M¨¦ritos no le faltan a la alcaldesa y hoy anfitriona congresual Rita Barber¨¢, sobre todo cuando tambi¨¦n se le endosan como propios los triunfos ajenos. Pelillos a la mar. A fin de cuentas, lleva tantos a?os con la vara de mando municipal que este Cap i casal ya tiene las hechuras de su gusto, alcaldadas y caprichos.
Y algo similar puede decirse del partido, la joya del PP espa?ol que lidera Francisco Camps en la Comunidad Valenciana. Teniendo prietas las filas y claro -adem¨¢s de simplicisimus- el mensaje ha sabido labrarse la condici¨®n de referente estatal en ese universo partidario y conservador. Aqu¨ª, por estos pagos, nadie le p¨ªa, aunque no se comulgue -pues tambi¨¦n hay entre los populares tipos y tipas que razonan- con la simpleza del discurso del agua, el victimismo a toda pastilla y la genuflexa rendici¨®n a las jerarqu¨ªas eclesi¨¢sticas m¨¢s rancias. Y no condenamos a este respecto tal sinton¨ªa, sino su exageraci¨®n, tan chocante con los novedosos aires centristas que la grey pepera ha exultado en el concilio que hoy clausura.
Tal es el marco en el que el PP y su cabeza visible, Mariano Rajoy, emprenden la nueva andadura en pos de la Moncloa, un anhelado grial que bien puede trasegar amargamente por tercera vez consecutiva. Claro que otros prodigios electorales se han visto. En este sentido, y en clave positiva, se debe anotar el sorprendente y excelente criterio que ha revelado el mentado l¨ªder a la hora de equiparse con una secretaria general -Mar¨ªa Dolores de Cospedal- de la que todo el mundo af¨ªn a la causa se hace lenguas, y como meros cronistas del episodio as¨ª lo registramos. Nada que ver con su hom¨®logo en el Comunidad Valenciana, un petimetre que cada vez que abre la boca nos sume en la perplejidad o en la carcajada.
Del mentado l¨ªder, gallego y santapolero en tr¨¢nsito, poco o nada puede apuntarse que no se haya dicho. Ha soportado con paciencia e incluso entereza el fuego amigo que pretende ahuyentarle del centro. Pero ¨¦sta es su necesidad estrat¨¦gica e intuimos que tambi¨¦n su querencia personal. No es hombre, a nuestro juicio, dotado para la crispaci¨®n o el desprop¨®sito. Se le desorbitan los ojos cuando se ve abocado a tales extremos. Su santo y se?a, por lo que lleva declarado, es la sensatez y la independencia de criterio, lo que, llegado el caso, habr¨ªa de blindarnos contra los delirios de la derecha m¨¢s derechona y los sermones con vitola carism¨¢tica con que todav¨ªa nos pretende aleccionar su patrocinador y cruzado, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que sigue coleando.
No nos duelen prendas si confesamos que ya nos gustar¨ªa haber contado con un tipo as¨ª o parecido, queremos decir assenyat, al frente del Gobierno auton¨®mico. Es muy probable que a estas horas no estar¨ªamos lamentando las tropel¨ªas de Al¨ª Bab¨¢ y los 400 agentes urbanizadores sobre el territorio valenciano, ni ser¨ªamos piedra de esc¨¢ndalo debido a las sucesivas condenas y conminaciones de las autoridades de Bruselas por estos abusos. Ni tampoco se hubiera incurrido en el desde?oso trato que el partido mayoritario otorga a las instituciones p¨²blicas, como acontece de seguido con las Cortes y acaba de cumplirse de manera insigne con el tramposo relevo del S¨ªndic de Greuges. Y menos a¨²n es pensable la trapisonda que el PP ha montado a prop¨®sito de la asignatura denominada Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, bandera rid¨ªcula de la carcundia rampante ind¨ªgena.
Pero poco importan estos y otros trazos impertinentes en un d¨ªa jubiloso para el PP, que inicia una nueva etapa que por puro ego¨ªsmo quisi¨¦ramos razonable y democr¨¢tica.
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