Espa?ola y esp¨ªa del KGB
Una novela y una biograf¨ªa aportan nuevas revelacionesde la trepidante vida de la modista ?frica de las Heras
El 8 de marzo de 1998, el corresponsal de EL PA?S y la SER en Mosc¨², Rodrigo Fern¨¢ndez, public¨® en este diario una informaci¨®n titulada La estrella espa?ola en el KGB. La ley¨® en Montevideo Walter Rela, doctor en Letras. La mujer de la que hablaba la cr¨®nica, una espa?ola nacida en Ceuta en 1909, hab¨ªa sido esposa del escritor Felisberto Hern¨¢ndez, y ¨¦l la conoci¨® en cenas y recepciones. "As¨ª que era esp¨ªa", se dijo perplejo y ahora recuerda Rela, "porque su ocupaci¨®n entonces era la de ser la modista m¨¢s sofisticada de toda la gente con dinero de Montevideo". Recort¨® el art¨ªculo y visit¨® a su amigo Ra¨²l Vallarino: "Ah¨ª tiene una historia", le dijo.
Era coronel del Ej¨¦rcito ruso y hab¨ªa recibido ocho condecoraciones
Su padre era militar y uno de sus t¨ªos hab¨ªa sido alcalde de Ceuta
Vallarino la ha contado, por fin, en Mi nombre es Patria (Suma), una novela que apareci¨® en Uruguay en 2006 y que ahora se publica, corregida y aumentada, en Espa?a. Cuando muri¨®, en 1988, ?frica de las Heras, esa modista que en Montevideo se llamaba Mar¨ªa Luisa, era coronel del Ej¨¦rcito ruso y hab¨ªa recibido hasta ocho condecoraciones.
Hab¨ªa vivido una historia trepidante. Su padre era militar; uno de sus t¨ªos hab¨ªa sido alcalde de Ceuta; otro hab¨ªa muerto al reprimir la sublevaci¨®n de un grupo de militares republicanos en Jaca en 1930. Ese mismo a?o, la jovencita que se hab¨ªa educado en el Sagrado Coraz¨®n de Madrid y que se hab¨ªa casado en 1928 en su ciudad natal con un capit¨¢n de Infanter¨ªa (con el que tuvo un hijo, que muri¨® pronto, y del que se separ¨® enseguida) tuvo su primera misi¨®n en Madrid. Deb¨ªa entregarle un pasaporte a un hombre al que le pisaba los talones la Guardia Civil. Para disimular se besaron: una, dos, tres veces.
A pesar de la familia de la que proced¨ªa, era una chica muy poco convencional. No es f¨¢cil reconstruir su historia. Las referencias documentales son escasas y la mayor¨ªa de los testimonios se inician con el asombro de descubrir que aquella dama tan atractiva y elegante hab¨ªa sido esp¨ªa. As¨ª que la tentaci¨®n de dejarse arrastrar por la leyenda es muy grande. Adem¨¢s de Ra¨²l Vallarino, que afirma que todo lo relacionado en su novela con ?frica de las Heras es rigurosamente cierto, hace unos meses Javier Ju¨¢rez public¨® Patria (Debate), de car¨¢cter m¨¢s biogr¨¢fico. Ninguno de los dos da demasiado cr¨¦dito, por ejemplo, a lo que cuenta Jaume Miratvilles, el intelectual catal¨¢n que fue comisario de propaganda de la Generalitat durante la Guerra Civil, en un libro de recuerdos: que ?frica realizaba con sus compa?eros de la patrulla que comandaba interminables org¨ªas sexuales en uno de los pisos del N¨¤utic de Barcelona. Y que se daban al desenfreno despu¨¦s de haber ejecutado a algunos enemigos, como si la muerte llamara al sexo.
?frica, Mar¨ªa de la Sierra, Ivonne, Mar¨ªa Luisa de las Heras, Znoy, Mar¨ªa Pavlovna y Patria, el nombre con el que se identific¨® dentro de los servicios secretos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. He ah¨ª algunas de las m¨¢scaras de aquella mujer, que destac¨® tanto por su frialdad y su arrojo en el Comit¨¦ Central de las Milicias Antifascistas en Barcelona (parece probada su activa participaci¨®n como interrogadora en la checa de San El¨ªas) que en 1937 fue captada por el NKVD, el servicio de informaci¨®n sovi¨¦tico. La enviaron a M¨¦xico para infiltrarse en el entorno pr¨®ximo de Trotsky.
Tuvo que salir de all¨ª antes de que la descubrieran, volver a Espa?a y cruzar la frontera cuando cay¨® Catalu?a en 1939. Se cuenta que hab¨ªa colaborado en la Revoluci¨®n de Asturias de 1934 y en la primera intentona de matar a Trotsky (no tuvo nada que ver con la de Ram¨®n Mercader). Estuvo con la Resistencia francesa trabajando como limpiadora en la sede de la Gestapo de Par¨ªs y en el verano de 1941 lleg¨® a Mosc¨²: "Estaba en la patria de la Revoluci¨®n de Octubre", escribi¨®. Su sue?o se hab¨ªa hecho realidad.
M¨¢s acci¨®n: salt¨® en paraca¨ªdas detr¨¢s de las filas alemanas en Ucrania en junio de 1942, donde trabaj¨® con un grupo de guerrilleros mandando mensajes cifrados por radio. "No tuvo el menor problema en pegarle all¨ª un tiro por la espalda a un traidor", cuenta Vallarino. Estaba ya profundamente comprometida con la causa comunista y hab¨ªa renunciado a su vida personal.
Se cas¨® con Felisberto Hern¨¢ndez en Par¨ªs al terminar la II Guerra Mundial y as¨ª pudo entrar en Montevideo para poner all¨ª en marcha una red de espionaje. Cuando hab¨ªa obtenido de ¨¦l lo que necesitaba, una situaci¨®n legal y una amplia red de amistades, lo abandon¨®. Volvi¨® a casarse, esta vez con Valentino Marchetti (Giovanni Antonio Bertoni, en realidad), que trabajaba tambi¨¦n para el KGB. Para muchos, fue la responsable de la "sorpresiva" muerte de su marido en 1964. Regres¨® a Mosc¨² en 1968, donde vivi¨® sola y donde se dedic¨® a preparar a nuevos agentes durante 20 a?os hasta que muri¨®. Con todos los honores.
"Mi patria es la Uni¨®n Sovi¨¦tica", escribi¨® ?frica en aquella rese?a autobiogr¨¢fica, el ¨²nico texto suyo que se conserva y que seguramente redact¨® en Mosc¨² en alg¨²n momento entre 1985 y 1988. "As¨ª lo siento en mi cabeza y en mi coraz¨®n. Toda mi vida he estado vinculada a la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Soy miembro del Partido Comunista y creo en los ideales de la revoluci¨®n, siempre me han guiado".
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