Los obispos y la ciudadan¨ªa
La nota presentada por los obispos gallegos el pasado d¨ªa 1 de junio trata, como ellos mismos se?alan, de recordar la doctrina de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE) contraria a la asignatura de Educaci¨®n para la ciudadan¨ªa y los Derechos Humanos. Nada hay de nuevo en los ocho escuetos puntos de la nota. Teniendo en cuenta que estamos a un par de semanas del final del curso acad¨¦mico y que julio y agosto son per¨ªodos no lectivos en la educaci¨®n no universitaria, ?a qu¨¦ viene esta nota que hasta directores de centros religiosos la han calificado de inoportuna y sin incidencia en sus centros? Probablemente haya que buscar la explicaci¨®n en clave interna de los juegos pol¨ªticos en la CEE, pago de favores, etc., y, en segundo lugar, al hecho de querer jugar este partido en campo auton¨®mico, ya que alg¨²n obispo, como el de Lugo, Sr. Carrasco Rouco, sobrino del presidente de la CEE Sr. Rouco Varela, no lo ha jugado, al menos en dicha condici¨®n, en el ¨¢mbito de Espa?a.
Pero la nota suena a destiempo y a un ataque a la desesperada que, como tal, no tiene posibilidad alguna de seguimiento. Para comenzar solicitan, a estas alturas, nada menos que la retirada de la asignatura, que forma parte de la Ley Org¨¢nica de Educaci¨®n (LOE), aprobada democr¨¢ticamente en el Parlamento de Espa?a hace m¨¢s de dos a?os. Evidentemente, cualquiera puede pedir que se derogue lo que estime pertinente y en cualquier momento, pero lo que no se puede cuestionar es el propio estado de derecho y sus reglas, con arreglo a las cuales convivimos. Y los obispos con su posici¨®n est¨¢n faltando al respeto a las leyes aprobadas democr¨¢ticamente.
En segundo lugar, si lo anterior resulta imposible, lo que t¨¦cnica y pol¨ªticamente es evidente, los obispos gallegos derivan su apelaci¨®n a las familias para que hagan objeci¨®n de conciencia a la asignatura. Lo que constituye una nueva muestra de deslealtad e irresponsabilidad porque la objeci¨®n de conciencia no est¨¢ contemplada en la ley, tal como han sentenciado varios tribunales superiores de diferentes comunidades aut¨®nomas excepto una sala del tribunal superior de Andaluc¨ªa. ?Se imaginan ustedes que cada familia pudiese objetar, por razones de distinta ¨ªndole, a la diversidad de contenidos que existen en el curr¨ªculum escolar? El sistema educativo se volver¨ªa sencillamente ingobernable, corriendo un grave riesgo el derecho a la educaci¨®n y a la igualdad de todos los ciudadanos ante la misma.
Pero, adem¨¢s, al pedirles a los padres que objeten "como un medio leg¨ªtimo" est¨¢n cometiendo dos faltas muy graves. Por un lado nos est¨¢n invitando a cometer una ilegalidad, que puede traer serias consecuencias en el expediente acad¨¦mico de los estudiantes, y, en segundo lugar, pretenden enga?arnos al otorgarle estatus de legitimidad a dicha desobediencia. ?Qui¨¦n concede dicha legitimidad? ?Los obispos?
Sin embargo, su obsesi¨®n contra el Estado en esta materia, no es otra cosa que su lucha por el control ideol¨®gico de la educaci¨®n y su oposici¨®n visceral al gobierno por las leyes de igualdad, de matrimonios homosexuales y una concepci¨®n libre y respetuosa de la sexualidad y la orientaci¨®n sexual de cada persona. ?Acaso las leyes citadas han provocado alarma social? ?Han originado alg¨²n tipo de tensi¨®n entre la ciudadan¨ªa o en los centros educativos? ?Han obligado a alguien a tomar decisiones contrarias a su voluntad? En absoluto. La gran mayor¨ªa de la sociedad las ha asumido como cotas de libertad que se han conquistado. As¨ª que la CEE ha girado su vista a la educaci¨®n y a las familias, para intentar recuperar su influencia ideol¨®gica.
Negar al Estado la capacidad y la obligaci¨®n de educar en los valores democr¨¢ticos, en los derechos humanos es una posici¨®n que no se sostiene ni hist¨®rica ni pedag¨®gicamente. El Estado, a trav¨¦s del sistema educativo, educa como tambi¨¦n lo hacen las familias, los medios de comunicaci¨®n o el grupo de iguales. La clave es que todos lo hagamos en el respeto a los derechos humanos y en los principios democr¨¢ticos de convivencia. Hist¨®ricamente el sistema educativo siempre ha tenido entre sus funciones educar en determinados valores que han cambiado seg¨²n la situaci¨®n pol¨ªtica dominante. As¨ª, por ejemplo, durante el franquismo s¨®lo estaba permitido educar en el nacionalcatolicismo, que parece que algunos obispos echan en falta. En los reg¨ªmenes democr¨¢ticos, todos los Estados del mundo educan en valores democr¨¢ticos. Con la aprobaci¨®n de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948 la educaci¨®n pasa a ser un derecho humano fundamental que debe ser garantizado por los Estados otorg¨¢ndole una finalidad muy concreta, la formaci¨®n integral de la persona. Disposici¨®n que se recoge en el art¨ªculo 27.2 de la Constituci¨®n espa?ola de 1978.
Finalmente, no se puede contraponer, como se hace de forma torticera, la libertad de elecci¨®n que tienen los padres para escoger o no ense?anza de la religi¨®n para sus hijos, con la formaci¨®n c¨ªvico-democr¨¢tica necesaria para el conjunto de los estudiantes, totalmente independiente de enfoques religiosos o partidistas, tal como recoge la nueva asignatura. Tampoco debemos confundir el adoctrinamiento, del que la iglesia cat¨®lica posee una amplia experiencia, con la formaci¨®n o educaci¨®n. Lo primero implica imposici¨®n, acatamiento, sumisi¨®n, no discusi¨®n. La educaci¨®n supone di¨¢logo, conocimiento de las diferentes opciones y respeto a las opciones de cada uno.
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