Pol¨ªtica exterior comprometida
La semana pasada, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, acompa?ado de Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, detall¨® en p¨²blico el programa de acci¨®n de la pol¨ªtica exterior de Espa?a para esta legislatura. Entre las novedades importantes destaca un elevado tono ¨¦tico y moral, ya apuntado en el discurso de investidura, y que se expresa principalmente en la marcada orientaci¨®n africana, el ¨¦nfasis en la lucha contra la pobreza y en la propuesta de revitalizar la iniciativa para una moratoria universal de la pena de muerte.
Este giro ¨¦tico de nuestra pol¨ªtica exterior tendr¨¢ que navegar entre riesgos de gran calado, especialmente al predicarse en un continente tan rebosante de petr¨®leo, conflictos y tiranos, como falto de democracia, equidad y derechos humanos. La ayuda al desarrollo se ha convertido en el nuevo mantra, a menudo en el l¨ªmite tolerable de un nuevo colonialismo moral. Especialmente cuando excluye cualquier an¨¢lisis pol¨ªtico sobre el poder, tiende a convertirse en pensamiento blando, incapaz de transformar la realidad sobre la que pretende actuar. Pero, afortunadamente, como los africanos nos conocen bien, sospechar¨¢n de nuestros motivos, pues no hace tanto que los europeos esquilmamos su continente mientras que con toda hipocres¨ªa evangeliz¨¢bamos sus pobres almas. Quiz¨¢ sea por eso que los chinos o los rusos son tan bienvenidos en ?frica: quieren lo mismo que todos, pero pagan en efectivo, no hacen preguntas y, sobre todo, no se dan aires de superioridad moral.
El mensaje europeo es claro: inmigrantes, no, gracias; petr¨®leo, pase, por favor
Es esa compleja mezcla de principios e intereses la que el presidente puso de manifiesto al poner en pie de igualdad como ejes tem¨¢ticos de nuestra pol¨ªtica exterior, por un lado, la gesti¨®n ordenada de las migraciones y la seguridad energ¨¦tica y, por otro, la lucha contra la pobreza y la construcci¨®n de la paz. D¨ªgase claramente: Europa se escandaliza con la miseria africana, hasta el punto de que hay pa¨ªses decentes, como el nuestro, que est¨¢n dispuestos a dedicar hasta el 0,7% de su renta a erradicarla, pero en la pr¨¢ctica est¨¢ b¨¢sicamente interesada en su propia seguridad, econ¨®mica, energ¨¦tica y migratoria. ?Nos interesar¨ªa tanto Senegal si sus abarrotados cayucos no hubieran puesto al Gobierno en un aprieto ante la opini¨®n p¨²blica? El mensaje europeo es claro: inmigrantes, no gracias; petr¨®leo y otras materias primas, pasen, por favor. Por tanto, no hace falta que prescindamos de nuestros principios y nos convirtamos en unos c¨ªnicos, pero tampoco ocultemos nuestros intereses reales y la profunda asimetr¨ªa de poder entre ambos continentes que, en la pr¨¢ctica, hace casi imposible por naturaleza una relaci¨®n equilibrada entre Europa y ?frica.
La ret¨®rica es un arma de doble filo. Zapatero anunci¨® su apoyo a una moratoria universal sobre la pena de muerte y un renovado compromiso con los derechos humanos, pero apenas hace dos semanas el ministro de Exteriores chino defini¨® a Espa?a como "el mejor amigo de China en Europa", bas¨¢ndose en nuestra reticencia a recibir al Dalai Lama o a secundar un eventual boicot de los Juegos Ol¨ªmpicos. Nuestro pa¨ªs tiene grandes intereses e inversiones en China, pero ahora ya no podr¨¢ ignorar tan f¨¢cilmente el hecho de que el Gobierno de ese pa¨ªs, adem¨¢s de incumplir sistem¨¢ticamente la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos, tiene en su palmar¨¦s una oprobiosa medalla de oro al ejecutar en 2007 a 10 veces m¨¢s personas que ning¨²n otro pa¨ªs del mundo.
Pese a ser un pa¨ªs que ha carecido de libertades hasta bien recientemente, Espa?a no ha tenido hasta ahora una pol¨ªtica de promoci¨®n de la democracia y de protecci¨®n de los derechos humanos que mereciera tal nombre. V¨¦ase el caso de Guinea Ecuatorial, donde el r¨¦gimen de Obiang se atrinchera cada vez m¨¢s en la corrupci¨®n y en la represi¨®n, mientras que en Espa?a el Gobierno mira hacia otro lado, sin ni siquiera ser capaz de emitir un comunicado valorando las recientes (y fraudulentas) elecciones, al tiempo que nuestro Parlamento se miente a s¨ª mismo describiendo un inexistente "proceso de democratizaci¨®n" que ninguna otra instituci¨®n nacional o internacional, p¨²blica o privada, ha visto por ninguna parte.
Bienvenido sea, pues, un salto cualitativo de nuestra pol¨ªtica exterior hacia una direcci¨®n que nos empareje con otras potencias comprometidas, como los escandinavos. Pero cuidado, en pol¨ªtica exterior, la tensi¨®n entre intereses y principios es estructural y siempre dif¨ªcil de manejar: en las encrucijadas donde ¨¦stos colisionan se juega la credibilidad de un Gobierno. Evidentemente, el camino ¨¦tico no es sencillo, pero si de verdad queremos ser un factor de cambio y progreso hacia una mejor gobernanza global, comencemos llamando a las cosas por su nombre y discutamos en profundidad c¨®mo hacerlo.
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