Irlanda da la puntilla a la Europa pol¨ªtica
Ha ocurrido. Despu¨¦s de que Francia y Holanda rechazasen el Tratado Constitucional europeo, el no de Irlanda es el segundo golpe, y probablemente el decisivo, contra una Europa fuerte y unida.
El 12 de junio de 2008 tendr¨¢ que ser recordado como un d¨ªa que hizo historia en Europa. Independientemente de los esfuerzos de rescate que se emprendan, no podr¨¢ ocultarse que la Uni¨®n Europea ha dejado de ser un actor serio en pol¨ªtica exterior en el escenario mundial durante, al menos, 10 a?os (si no mucho m¨¢s).
Esto sucede en un momento en el que los problemas de los Balcanes contin¨²an sin resolverse, Estados Unidos experimenta un declive relativo, Rusia recupera fuerza, la pol¨ªtica interior de Turqu¨ªa est¨¢ empeorando, Oriente Pr¨®ximo -vecino directo de la UE- amenaza con estallar y el r¨¢pido ascenso de China e India como potencias emergentes va a definir la econom¨ªa y la pol¨ªtica del mundo en el futuro.
La UE debe aceptar que los que quieran puedan avanzar sin que se lo impidan los que est¨¢n bien as¨ª
El eje franco-alem¨¢n y el n¨²cleo duro europe¨ªsta volver¨¢n al primer plano
?Pobre Europa! Con el refer¨¦ndum irland¨¦s se ha arrojado de manera ciega e innecesaria a un desastre pol¨ªtico. Desde luego, la UE va a seguir existiendo y sus instituciones van a seguir funcionando, para bien o para mal, sobre la base del Tratado de Niza. Pero lo que no veremos ya durante bastante tiempo es una Europa activa, fuerte, capaz de decidir su propio destino.
Cuando medios brit¨¢nicos respetables como Financial Times advierten contra un nuevo psicodrama europeo y piden, en cambio, que se trabaje para obtener una "Europa de los resultados", debemos considerarlo un mal chiste, no una alternativa seria. Ni mimos ni palos nos ayudan a convertir un asno en caballo de carreras, a no ser que estemos secretamente satisfechos con el asno. Y ¨¦se es exactamente el problema esencial de Europa: varios miembros no quieren tener m¨¢s que un asno.
Por el contrario, unas instituciones que ya no funcionan se pueden reformar, y eso es lo que la UE intenta hacer, sin resultados, desde hace 20 a?os. Desde 1989, la historia ha hecho que la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea sea indispensable, pero, sin una reforma institucional, la Europa de los 27 no tiene m¨¢s remedio que ofrecer resultados peores y cada vez m¨¢s decepcionantes a sus ciudadanos.
?Qu¨¦ consecuencias tendr¨¢ el refer¨¦ndum irland¨¦s?
1. El 12 de junio se enterr¨®, por ahora, la posibilidad de una pol¨ªtica exterior europea fuerte, tan necesaria dado el estado actual del mundo. Las naciones-Estado volver¨¢n a controlar la pol¨ªtica exterior. Lo mismo ocurre con la democratizaci¨®n de la UE y, por consiguiente, con una mayor proximidad a los ciudadanos y una mayor aceptaci¨®n por parte de ellos. Desde esta perspectiva, la decisi¨®n irlandesa resulta especialmente grotesca, porque ha rechazado precisamente lo que exig¨ªa.
2. La UE se estancar¨¢. El proceso de ampliaci¨®n se aplazar¨¢ o se detendr¨¢ por completo, porque la UE ya no puede admitir a nuevos miembros sobre la base de la constituci¨®n de Niza. Los primeros en pagar el precio ser¨¢n los Balcanes, y luego Turqu¨ªa.
3. Los miembros peque?os y medianos de la Uni¨®n ser¨¢n los que m¨¢s caro pagar¨¢n el precio de la decisi¨®n irlandesa cuando vuelva a nacionalizarse la pol¨ªtica exterior. Perder¨¢n influencia. No hay nada nuevo en ello si s¨®lo nos detenemos en las pol¨ªticas exteriores de Francia y Gran Breta?a. Pero el caso de Alemania es distinto. Alemania lleva mucho tiempo contemplando sus intereses estrat¨¦gicos desde el contexto de una UE integrada. El bloqueo a largo plazo de una UE fuerte tendr¨¢ necesariamente que cambiar este punto de vista.
4. Como alternativa a una Uni¨®n Europea grande y fuerte, la relaci¨®n franco-alemana volver¨¢ a primer plano. En el futuro, la estrecha cooperaci¨®n entre estos dos pa¨ªses ser¨¢, m¨¢s que nunca, el centro de gravedad de la UE bloqueada. Ahora bien, con el Tratado de Niza eso desembocar¨¢ en la desintegraci¨®n interna de la UE y la formaci¨®n de dos bandos: la UE de la integraci¨®n y la UE del Mercado Com¨²n. En definitiva, dentro de la Uni¨®n volver¨¢n a surgir en la pr¨¢ctica la vieja Comunidad Econ¨®mica Europea y el viejo Acuerdo Europeo de Libre Comercio.
5. Dentro de la Uni¨®n Europea en general, corre peligro de disminuir la solidaridad. La solidaridad no es una v¨ªa de direcci¨®n ¨²nica. Irlanda, uno de los pa¨ªses que m¨¢s se ha beneficiado en t¨¦rminos materiales de la idea de la unificaci¨®n europea, ha rechazado esa idea. Por tanto, las negociaciones sobre las transferencias financieras en Europa, que son el n¨²cleo de la solidaridad europea, ser¨¢n mucho m¨¢s duras en el futuro que hasta ahora (que ya lo eran bastante). Los pa¨ªses m¨¢s pobres de la UE saldr¨¢n perjudicados.
Todav¨ªa existe una m¨ªnima posibilidad de evitar el desastre si Irlanda, con su no, se queda aislada dentro de la Uni¨®n. De no ser as¨ª, deber¨ªamos pensar seriamente si, dentro del marco del Tratado de Niza y la base del Mercado Com¨²n, todas las partes implicadas y la propia Europa no estar¨ªan mejor con una separaci¨®n: que los miembros partidarios de la integraci¨®n pol¨ªtica sigan adelante y los que est¨¢n satisfechos con el Mercado Com¨²n se queden atr¨¢s.
Esta f¨®rmula funcion¨® en el caso de la Uni¨®n Monetaria. ?Por qu¨¦ no con la integraci¨®n pol¨ªtica? En cualquier caso, unas cl¨¢usulas amplias de exclusi¨®n son mejores que los bloqueos duraderos y la desintegraci¨®n del proyecto europeo.
Joschka Fischer fue ministro de Exteriores y vicecanciller de Alemania entre 1998 y 2005. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.? Project Syndicate/Institute for Human Sciences, 2008.
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