Los ex
A los presidentes entrantes deber¨ªan hacerles un cursillo preparatorio para el que ser¨¢ por fuerza su papel m¨¢s ingrato, el de ex presidentes. Tiene que haber alg¨²n tipo de entrenamiento, una especie de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, dado que a la vista est¨¢ que lo que m¨¢s les cuesta a algunos ex presidentes es volver a la condici¨®n de ciudadanos rasos. Felipe Gonz¨¢lez compon¨ªa la que es ya una met¨¢fora popular: el ex presidente es un jarr¨®n chino que nadie sabe d¨®nde colocar. Difiero. El problema, visto lo visto, no depende tanto de la capacidad de los dem¨¢s en materia decorativa como de la elegancia del interesado. En estos momentos sobrevuelan nuestras cabezas dos flamantes ex: Tony Blair y Bill Clinton. Comparten aficiones: los dos sobrevuelan el planeta en jet privado (cortes¨ªa de multimillonarios) y ambos figuran en el ranking de mejor pagados por soltar pomposas vacuidades a p¨²blicos que creen estar viviendo un momento hist¨®rico. Ellos, los ex, s¨ª que est¨¢n viviendo un momento hist¨®rico; nunca como ahora la ex presidencia ha sido una actividad tan boyante. El enfado de Clinton con el art¨ªculo que Vanity Fair ha publicado sobre su persona viene de algo que ya es sabido: los millonarios que financian su fundaci¨®n ben¨¦fica (algunos relacionados con reg¨ªmenes pol¨ªticos no recomendables) no son la mejor compa?¨ªa para alguien que contin¨²a siendo autoridad del Estado. Nosotros, a pesar de tener menos experiencia, hacemos humildemente lo que podemos: ah¨ª tenemos en el ?Hola! al ex presidente Aznar luciendo palmito en la boda del inefable Flavio Briatore. Como dec¨ªan en el No-Do, "tras el enlace", nuestro ex tom¨® el inevitable jet privado (pr¨¦stamo, dicen, de un empresario guatemalteco) y se person¨® en el congreso del PP a ejercer la consabida autoridad moral. Lleg¨® tarde. En toda la extensi¨®n de la palabra.
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