Tras la espantada, la Scala rehabilita a Roberto Alagna
El tenor act¨²a en el Real y acepta cantar 'Carmen' y 'Sim¨®n Bocanegra' en Mil¨¢n
Era el patito feo, el t¨ªmido, el que no serv¨ªa para cantar. En la creativa familia de emigrantes sicilianos, el introvertido Roberto Alagna impresionaba poco. Para no permanecer al margen de las fiestas, el ni?o Roberto se sum¨® como guitarrista: "La guitarra era una protecci¨®n, me costaba mirar a los ojos, he trabajado mucho para cambiar".
"Soy el ¨²nico de mi familia que hizo carrera pese a no tener la mejor voz"
Una vez m¨¢s, ocurri¨®. El patito feo despunt¨®. Alagna, a sus 45 a?os, es uno de los grandes de la l¨ªrica. "Un afortunado, el ¨²nico de la familia que ha hecho una carrera a pesar de que mi voz no era la mejor", sostiene el tenor franc¨¦s, que debuta ma?ana en el Teatro Real de Madrid con un recital dedicado a Verdi que incluye arias de Aida, Nabucco, La traviatta o Rigoletto. "El aria es el momento m¨¢s dif¨ªcil. Imaginen una noche llena de ellas. Hay que estar un poquito loco para hacer eso. Yo lo estoy".
Queda poco del ni?o t¨ªmido. Alagna habla con naturalidad de emociones y desaires, como el de la Scala en diciembre de 2006 cuando fue abucheado tras el primer acto de Aida y abandon¨® el escenario. Para su asombro, comparti¨® titulares con Sadam Husein, ahorcado el mismo mes. En Francia, fresco a¨²n el duelo entre Zidane y Materazzi, se convirti¨® en h¨¦roe popular. "Fue un gesto de sinceridad y honestidad. La gente no lo hace por miedo a perder el cach¨¦", defiende.
En la ¨®pera se perdona poco. Tras dos d¨¦cadas de carrera, a¨²n le sorprende la inclemencia con que se recibe el menor fallo: "Hay una mezcla de amor, odio, envidia y pasi¨®n". La Scala, sin embargo, s¨ª perdona. O pide perd¨®n. Alagna desvel¨® ayer que acaban de ofrecerle seis ¨®peras. De momento ha aceptado participar en Carmen y Sim¨®n Bocanegra, con Pl¨¢cido Domingo. Con regocijo detall¨® el tono de St¨¦phane Lissner, el director art¨ªstico de la Scala, al telefonearle esta semana. Lissner son¨® amedrentado primero y aliviado al fin. "Esperaba la llamada pero no tan pronto", confiesa Alagna. "Siempre digo que la l¨ªrica es una gran familia en la que puede haber discusiones y en la que, al final, todo se va a solucionar". Cuando ocurri¨® lo que dio la vuelta al mundo, Alagna llevaba dos a?os con extra?os trastornos de salud, ca¨ªdas de tensi¨®n y vaciados de energ¨ªa que le sobreven¨ªan a menudo. Le diagnosticaron hipoglucemia e incluso temieron un tumor de p¨¢ncreas. Durante dos a?os le comieron la tristeza y el miedo hasta que dieron con la clave: un quiste de tama?o considerable alojado tras un ojo. "Desde que me operaron no he tenido ning¨²n problema. Pero los dos a?os anteriores me levantaba cansado, me ca¨ªa al suelo y estaba media hora sin fuerzas ni para ir a la cama, me hab¨ªa cambiado hasta el color de la piel".
En la Scala, cuando le contrataron, estaban sobreaviso. Seg¨²n Alagna, hab¨ªan previsto cualquier imprevisto que le obligase a darse un respiro. As¨ª que, al verse sustituido sin contemplaciones, demand¨® al teatro. "Tuve un problema muy grave, de salud y de todo". Volver¨¢ a la Scala, pero mantendr¨¢ la demanda. Una cosa no quita la otra.
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