Congreso con estrambote
Los chicos de Francisco Camps y Rita Barber¨¢ mostraron su eficiencia y esmero en el montaje de la escenograf¨ªa congresual y en una log¨ªstica ¨®ptima que ofrecieron hace exactamente una semana a los medios de comunicaci¨®n para asombro de toda la patria. El c¨®nclave fue otro m¨¢s de esos grandes eventos a los que el PP valenciano nos tiene acostumbrados y por los que ya ha recibido palmaditas y hasta el cum laude papal. Un c¨®nclave que se resolvi¨® con un Mariano Rajoy respaldado por un alto porcentaje de votos, pero, mucho ojo, tambi¨¦n apercibido con unas 400 papeletas en blanco. El sencillo observador, sentado en la salita del televisor, vio fantasmagor¨ªas casposas, pero fiadas al sincorbatismo, para encontrar hueco en la modernidad; vio fragmentos que le recordaron pel¨ªculas de cine mudo, interpretadas por un Aznar extremadamente efusivo con unos y extremadamente despectivo con otros, pero en todo momento ampuloso y gestual; vio despojos momificados y sacralizados de la dictadura en los balbuceos de Fraga; vio c¨®mo Mayor Oreja, en su a?oranza, se paseaba por el sureste de ese pl¨¢cido ed¨¦n franquista; vio las l¨¢grimas de Acebes y pens¨® en los cocodrilos y en la ausencia de un Zaplana que nos dej¨® el pa¨ªs hecho una comunidad de mangantes y p¨ªcaros: vio c¨®mo Camps colocaba a sus peones en puestos de cierta relevancia. Y esper¨® a que los analistas pol¨ªticos le revelaran tanto intr¨ªngulis. Por algunos analistas supo que las dagas y los pomos de veneno segu¨ªan circulando y que el calvario de Rajoy no hab¨ªa terminado, aunque ahora se toca con sordina. Hasta que Esperanza Aguirre, en una vendetta con apariencia de remodelaci¨®n, se sac¨® el lastre marianista de encima, mientras por diversas latitudes los encubiertos en los votos blancos iniciaban una cacerolada de increpaciones y disidencias. Se comenta que en esta asamblea se ha quebrado la nefasta unanimidad de la derecha montaraz, pero el sencillo observador, con sus respetos para los analistas, comentaristas y escoliastas, considera que el aznarismo, como una garrapata, se ha hincado en el pescuezo del PP, lo mismo que el franquismo en el pescuezo de una democracia desabastecida de coraje.
El hecho de que Esperanza Aguirre dijera, cuando concluy¨® el congreso, que se consideraba un verso suelto de la c¨²pula de su partido, opini¨®n que rectific¨®, muy poco despu¨¦s, defini¨¦ndose como un verso que rima con los votantes, tranquiliz¨® al simple observador. Lo de Valencia ya ten¨ªa otro sentido mucho m¨¢s solemne y fastuoso: hab¨ªa presenciado unos juegos florales de post¨ªn, con tanto empaque y sinton¨ªa como los ¨²ltimos de Lo Rat Penat, que mantuvo el inefable C¨¦sar Vidal. Y se ratificar¨ªa en su hip¨®tesis cuando el propio Mariano Rajoy, sin asomo de rubor, lanz¨® su clamoroso ripio dedicado a su predecesor: Aznar / no estar. No es mucho, se dijo el sencillo y sensato observador, pero si estos hombres y mujeres de la conservancia siguen d¨¢ndole a la m¨¦trica, a la octava real y al romance, formaci¨®n pol¨ªtica, ni se sabe, pero po¨¦tica, ni el mester de clerec¨ªa. De centrismo, nada. Lo suyo es el lirismo. De momento, el congreso les ha salido con estrambote.
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