Adi¨®s a la otra Espa?a
Ma?ana jugamos la final de la Eurocopa y hoy creemos que vamos a ganarla. Es decir, que de lo que estamos hablando no es de un partido de f¨²tbol, sino de una metamorfosis ¨¦tnica: si este domingo se confirman las sospechas de que somos la mejor selecci¨®n del campeonato, al acabar el partido empezar¨¢ un nuevo pa¨ªs, otro sitio llamado tambi¨¦n Espa?a, igual que el antiguo pero en el que se hayan ido al demonio los estereotipos que llev¨¢bamos colgados en la camiseta como si fuesen mu?ecos del D¨ªa de los Santos Inocentes, todo ese rollo de la falta de car¨¢cter, el miedo a ganar, la mala suerte hist¨®rica, etc¨¦tera.
Porque, adem¨¢s, hay algo que est¨¢ a nuestro favor, y es que la Alemania de hoy s¨ª que se parece a la Alemania de siempre como una gota de plomo a otra gota de plomo. Es un equipo tan previsible como temible y jugar contra ellos es como admirar una joya en su estuche: si dejas que el brillo del oro te hipnotice, te arriesgas a que la caja se cierre de pronto y te pille los dedos. Habr¨¢ que vigilar cada segundo del partido y saber que nos enfrentamos a uno de esos conjuntos con los que ser mejores no es bastante.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, como escribi¨® Pablo Neruda
Una metamorfosis... Suena bien, es algo m¨¢s profundo que un cambio y, sobre todo, m¨¢s definitivo. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, como escribi¨® Pablo Neruda, y ese hecho incontestable se debe, sin duda, a la transformaci¨®n general que ha sufrido nuestro pa¨ªs y, en este caso concreto, a la salida de deportistas como Cesc, Torres o Xabi Alonso al extranjero como estrellas, no como emigrantes, y adem¨¢s como estrellas j¨®venes, a las que sus entrenadores han dado una responsabilidad basada en la fe ciega en sus condiciones y a los que, nada m¨¢s llegar, les han quitado el mono de subalterno para vestirlos con el uniforme del general: Cesc y Xabi Alonso no juegan en el Arsenal y en el Liverpool: los manejan, dan las ¨®rdenes y se han acostumbrado a mandar. Y al rev¨¦s tambi¨¦n sirve, porque el otro Xavi o Iniesta, por ejemplo, tambi¨¦n hacen de jefes en el Barcelona y por todo lo alto porque las ¨®rdenes se las dan a tipos como Ronaldinho, Henry o Messi. No creo que nadie pueda decir que recuerda a una selecci¨®n espa?ola con tanta jerarqu¨ªa como ¨¦sta. ?Qu¨¦ vamos a estar haciendo ma?ana a las diez y media? Ojal¨¢ que estemos o¨¦, o¨¦, o¨¦ total, porque eso ser¨ªa, sencillamente, hacer justicia, no s¨®lo por lo que somos, sino tambi¨¦n por lo que hemos dejado de ser: somos los que mejor tratan a la pelota y, por lo tanto, sus due?os; y no somos ya los perdedores de la furia in¨²til y la sangre sin venganza, sino un grupo de j¨®venes que se ven a s¨ª mismos grandes y poderosos, aunque sean peque?os de estatura y menos fuertes que esos centrales alemanes que, como suele decirse, son tan lentos que mientras corres a su lado te da tiempo a cambiarte las botas.
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