Contar cuentos
No hay mejor ejemplo que 'Las mil y una noches' para explicar la raz¨®n de ser de la ficci¨®n en la vida de los seres humanos. La literatura es un permanente desagravio contra los infortunios
Gracias a su inventiva prodigiosa y a sus sutiles artes de contadora de cuentos, Sherezada salva su cabeza de la cimitarra del verdugo. Arregl¨¢ndoselas cada noche para tener a su esposo y se?or, el rey Sahrigar, fascinado por sus historias, e interrumpiendo su relato cada amanecer en un momento particularmente hechicero de la intriga, durante mil noches y una noche consigue aplazar su ejecuci¨®n hasta que, al cabo de esos casi tres a?os, el sanguinario monarca sas¨¢nida le perdona la vida y comienza para la pareja su verdadera luna de miel.
Sherezada lleva a cabo una verdadera proeza, sin duda. No puede devolver la vida a las decenas de muchachas sacrificadas a lo largo de un a?o por el d¨¦spota salvaje que vengaba en esas ef¨ªmeras esposas de una noche la humillaci¨®n que hab¨ªa sufrido al verse enga?ado por sus disolutas concubinas de anta?o, pero, con sus astucias de gran narradora, desanimaliza al b¨¢rbaro que hasta antes de casarse con ella era puro instinto y pulsi¨®n y desarrolla en ¨¦l las escondidas virtudes de lo humano. Haci¨¦ndolo vivir y so?ar vidas imaginarias, lo enrumba por el camino de la civilizaci¨®n.
El Sahrigar que indulta a Sherezada es alguien a quien los cuentos han transformado
La buena literatura, como la vida, nunca est¨¢ quieta: evoluciona, se adapta, se renueva
No existe en la historia de la literatura una par¨¢bola m¨¢s sencilla y luminosa que la de Sherezada y Sahrigar para explicar la raz¨®n de ser de la ficci¨®n en la vida de los seres humanos y la manera como ella ha contribuido a distanciarlos de esos oscuros or¨ªgenes de su historia en los que se confund¨ªan con los cuadr¨²pedos y las fieras. Y ¨¦sa es sin duda la raz¨®n de que Sherezada sea uno de los personajes literarios m¨¢s seductores y perennes en todas las lenguas y culturas.
Para Sherezada, contar cuentos que capturen la atenci¨®n del rey es cuesti¨®n de vida o muerte. Si Sahrigar se desinteresa o se aburre de sus historias, ser¨¢ entregada al verdugo con las primeras luces del alba. Ese peligro mortal aguza su fantas¨ªa y perfecciona su m¨¦todo, y la lleva, sin saberlo, a descubrir que todas las historias son, en el fondo, una sola historia que, por debajo de su frondosa variedad de protagonistas y aventuras, comparten unas ra¨ªces secretas, que el mundo de la ficci¨®n es, como el mundo real, uno, diverso e irrompible. Para el bruto que la escucha y se deja llevar de la nariz por la destreza de Sherezada hacia los laberintos de la vida fantaseada donde permanecer¨¢ prisionero y feliz mil noches y una noche, aquella trenza de cuentos le ense?ar¨¢ que, dentro de la violenta realidad de matanzas, cacer¨ªas, placeres ventrales y conquistas en que ha vivido hasta ahora, otra realidad puede surgir, hecha de imaginaci¨®n y de palabras, impalpable y sutil pero seductora como una noche de luna en el desierto o una m¨²sica exquisita, donde un hombre vive las m¨¢s extraordinarias peripecias, se multiplica en centenares de destinos diferentes, protagoniza hero¨ªsmos, pasiones y milagros indescriptibles, ama a las mujeres m¨¢s bellas, padece a los magos m¨¢s crueles, conoce a los sabios m¨¢s versados y visita los parajes m¨¢s ex¨®ticos. Cuando el rey Sahrigar perdona a su esposa -en verdad, le pide perd¨®n y se arrepiente de sus cr¨ªmenes- es alguien al que los cuentos han transformado en un ser civil, sensible y so?ador.
Las mil noches y una noche no es un libro ¨¢rabe traducido a las lenguas occidentales, como se suele creer. Sus or¨ªgenes son remotos, intrincados y misteriosos. Se trata de multitud de historias, orales y escritas, de origen principalmente persa, indio y ¨¢rabe, pero tambi¨¦n de otras culturas menos extendidas, algunas antiqu¨ªsimas, procedentes las m¨¢s viejas de los siglos IX y X, aunque sobre todo del siglo XIII, que, a partir del siglo XVIII, fueron recopiladas y vertidas al franc¨¦s, al ingl¨¦s y al alem¨¢n por arabistas europeos. El primer traductor europeo de Las mil noches y una noche fue el franc¨¦s Antoine Galland (1646-1715). Esta traducci¨®n tuvo un ¨¦xito extraordinario y fue vertida a su vez a otras lenguas europeas. La enorme difusi¨®n de estos relatos en Europa y el prestigio que alcanzaron hicieron que en el mundo ¨¢rabe, donde hasta entonces eran desde?ados por los intelectuales como literatura barata y populachera, se rectificara este criterio y empezaran a aparecer las primeras recopilaciones en la lengua original de la mayor¨ªa de los cuentos. Recomiendo a quien quiera orientarse en esta enmara?ada genealog¨ªa los eruditos estudios del arabista espa?ol Juan Vernet, uno de los mejores traductores al espa?ol de los c¨¦lebres relatos.
En el siglo XIX aparecieron las primeras versiones directas al ingl¨¦s, las de los orientalistas Edward Lane y Sir Richard Burton, que, al igual que la de Galland, se difundir¨ªan por el mundo entero. Desde entonces, las traducciones directas o indirectas de Las mil noches y una noche se multiplicar¨ªan en todas las lenguas al extremo de competir con la Biblia y Shakespeare en ser el libro m¨¢s divulgado, adaptado, traducido, vestido y desvestido de la historia. La que m¨¢s circul¨®, por largo tiempo, en el ¨¢mbito de la lengua espa?ola fue la retraducci¨®n que hizo Vicente Blasco Ib¨¢?ez de la versi¨®n francesa del pintoresco doctor J. C. Mardrus, la m¨¢s cargada de erotismo que se conoce. Luego, aparecer¨ªan varias m¨¢s, directas del ¨¢rabe.
Lo caracter¨ªstico de estas traducciones es que pr¨¢cticamente ninguna es id¨¦ntica a la otra. O porque cada traductor se sirvi¨® de diferentes manuscritos, o porque lo que a?adi¨® o quit¨® fue tan grande como los mismos cuentos originales que utiliz¨®, o porque las tendencias morales, religiosas y est¨¦ticas de cada ¨¦poca y sociedad lo empujaron a dar una orientaci¨®n determinada a los textos traducidos, el hecho es que las diferencias entre las distintas versiones de estos relatos son probablemente mayores que los parecidos, como mostr¨® Borges en su c¨¦lebre ensayo, Los traductores de las mil y una noches, incluido en Historia de la Eternidad. Lo cual quiere decir que, aunque orientales en su origen, los cuentos de Las mil noches y una noche forman parte tambi¨¦n, de pleno derecho, de la literatura occidental. Y, como todo texto cl¨¢sico -pero, m¨¢s que cualquiera de ellos, por su naturaleza proteica y su origen colectivo y plural-, son susceptibles de ser le¨ªdos e interpretados de manera distinta por cada generaci¨®n de lectores. La buena literatura, como la vida, nunca se est¨¢ quieta: evoluciona, se adapta, se renueva y, sin dejar de ser la misma, es siempre otra, con cada ¨¦poca y lector.
Para escribir mi propia versi¨®n he consultado distintas traducciones, pero, sobre todo, la -excelente- de M. Dolores Cinca y Margarita Castells, publicada por Ediciones Destino, el a?o 2006. He intentado una adaptaci¨®n minimalista para el teatro, que consta s¨®lo de dos int¨¦rpretes pero de muchos personajes. Los actores que representan el espect¨¢culo encarnan sus propios roles y a su vez se metamorfosean en el rey Sahrigar y Sherezada y en los diversos protagonistas de las historias que aqu¨¦lla cuenta al rey para escabullirse del verdugo. Mi versi¨®n es muy libre. Respetando vagamente la estructura primigenia de algunos relatos -entre ellos no figura ninguno de los m¨¢s conocidos-, recrea sus contenidos -a?adiendo y recortando- desde lo que podr¨ªa llamarse una sensibilidad moderna.
Los personajes principales ejercen y disfrutan el placer de contar, una de las m¨¢s antiguas formas de relaci¨®n desarrolladas entre los seres humanos, una vez que tuvieron que agruparse en comunidades para defenderse mejor de la fiera, las inclemencias del tiempo, las tribus enemigas y procurarse el sustento. Como Sherezada al rey Sahrigar, esas historias que ard¨ªan en la caverna primitiva, alrededor del fog¨®n que apartaba a las alima?as, fueron humanizando a sus oyentes. Ellas son el despuntar de la civilizaci¨®n, el punto de arranque de ese prodigioso camino que llevar¨ªa a los seres humanos, al cabo de los siglos, a los grandes descubrimientos cient¨ªficos, a la conquista de la materia y del espacio, a la creaci¨®n del individuo, de los derechos humanos, de la democracia, de la libertad y, tambi¨¦n, ay, de los m¨¢s mort¨ªferos instrumentos de destrucci¨®n que haya conocido la historia. Nada de eso hubiera sido posible sin el apetito de vida alternativa, de otro destino distinto al propio, que hizo nacer en la especie la idea de inventar historias y contarlas, es decir, de hacerlas vivir y compartir mediante la palabra y, luego, m¨¢s tarde, la escritura. Ese quehacer, esa magia, refin¨® la sensibilidad, estimul¨® la imaginaci¨®n, enriqueci¨® el lenguaje, depar¨® a hombres y mujeres todas las aventuras que no pod¨ªan vivir en la vida real y les regal¨® momentos de suprema felicidad. Eso es tambi¨¦n la literatura: un permanente desagravio contra los infortunios y frustraciones de la vida. Como en una obra m¨ªa anterior, Odiseo y Pen¨¦lope, en Las mil noches y una noche, el teatro, la lectura y el contador de historias se funden para dar una versi¨®n en formato menor de un gran cl¨¢sico de la literatura.
Debo a mis queridos y admirados amigos Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n y Joan Oll¨¦, compa?eros y maestros de aventura teatral, sugerencias e ideas que corrigieron muchas imperfecciones de mi texto.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario EL PA?S, SL, 2008.
? Mario Vargas Llosa, 2008.
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