La ideolog¨ªa del enemigo total
La cultura del enemigo total se refleja en sociedades autoritarias y belicistas y en personas dogm¨¢ticas y violentas. Recorri¨® el nazismo y el estalinismo y en ella se basan los fundamentalismos religiosos
La ideolog¨ªa del enemigo sustancial es el mayor peligro para una concepci¨®n humanista de la historia y de la cultura y para una concepci¨®n integral de la democracia, con sus componentes liberales, socialistas y republicanos. Las ideas de progreso, de dignidad humana, de libertad, de igualdad y de fraternidad, propias del humanismo, que se reafirma en la modernidad, desde el hombre centro del mundo y centrado en el mundo, sufren desde el tr¨¢nsito a la modernidad hasta hoy el ataque disolvente y destructivo de las diversas formas que presenta la ideolog¨ªa del enemigo sustancial. Es una variante, quiz¨¢s la m¨¢s radical y peligrosa del pesimismo antropol¨®gico de la vieja idea de que el hombre es un lobo para el hombre. Es la tradici¨®n de Horacio, con precedentes en el mundo griego, y que reaparece en el siglo XVII con Hobbes, y con otros representantes de la cultura barroca. En el cap¨ªtulo XIII de la Parte Primera del Leviat¨¢n describe la situaci¨®n del hombre en el Estado de naturaleza como de guerra de todos contra todos y donde "todo hombre es enemigo de todo hombre". Esta cultura del enemigo total se refleja en las sociedades, en las ideolog¨ªas pol¨ªticas e incluso en la propia personalidad de quienes la asumen. Se refleja en sociedades, autoritarias, totalitarias, excluyentes y belicistas y en personas dogm¨¢ticas, violentas, agresivas, intolerantes y que cultivan el odio. Son modelos antidemocr¨¢ticos, antiliberales, antisolidarios y antipluralistas que en las personas que lo forman fomentan rechazos a la dignidad humana, al respeto, a la amistad c¨ªvica, al juego limpio. Esta cultura es inexorablemente fundamentalista e impulsa la destrucci¨®n del adversario, como enemigo sustancial, como incompatible absolutamente para la convivencia. As¨ª el "todo hombre es enemigo de los dem¨¢s", se transforma para esas posiciones, en la defensa de un yo inocente, justo y poseedor de la verdad, frente a los otros, que son los enemigos.
Es una variante, quiz¨¢s la m¨¢s radical, de la vieja idea de que el hombre es un lobo para el hombre
Aqu¨ª encontramos a Bolton o a John Yoo defendiendo las pol¨ªticas de Bush sobre la tortura
En 1930, Thomas Mann elev¨® su voz contra el nazismo ascendente: "... Una pol¨ªtica grotesca, con modales de ej¨¦rcito de salvaci¨®n, basada en la convulsi¨®n de las masas, el estruendo, las aleluyas, y la repetici¨®n de consignas mon¨®tonas, como si de derviches se tratase, hasta acabar echando espuma por la boca. El fanatismo erigido en principio de salvaci¨®n, el entusiasmo como ¨¦xtasis epil¨¦ptico, la pol¨ªtica convertida en opio para las masas del Tercer Reich, o de una escatolog¨ªa proletaria, y la raz¨®n ocultando su semblante". Aquella predicci¨®n de lo que estaba por pasar la expres¨® el autor de La monta?a m¨¢gica en la Beethoven Saal de Berl¨ªn, anticip¨¢ndose l¨²cidamente a la m¨¢s cruel expresi¨®n del enemigo sustancial, la que justifica Carl Schmidt y realizar¨ªan Hitler y sus secuaces nazis hasta su derrota en la Guerra Mundial. La justificaci¨®n te¨®rica, en abstracto, est¨¢ en El Concepto de lo Pol¨ªtico de 1932. Schmidt lo identifica con el otro, con el extranjero, donde "los conflictos que con ¨¦l son posibles... no podr¨ªan ser resueltos ni por un conjunto de normas generales, establecidas de antemano, ni por la sentencia de un tercero reputado, no interesado e imparcial". Como se ve, descarta al derecho y la posibilidad de pacto social, y al justificar m¨¢s tarde con esa base doctrinal las leyes de Nuremberg de 1935, est¨¢ se?alando la soluci¨®n para exterminar al enemigo sustancial fuera del derecho: los campos de concentraci¨®n y de exterminio. Es la salida normal de "todo sujeto sin valor, indigno de vivir". Por eso justificar¨¢ las leyes raciales de Nuremberg de 15 de septiembre de 1935, donde se se?ala a los jud¨ªos como los enemigos sustanciales. Son sus trabajos La Constituci¨®n de la libertad y La Legislaci¨®n Nacional socialista y la reserva del 'Ordre P¨²blic' en el Derecho Privado Internacional. Lo completar¨¢ m¨¢s tarde, en octubre de 1936 en el Congreso del Grupo de Profesores Universitarios de la Uni¨®n Nacional Socialista de Juristas con un comentario final sobre la Ciencia del Derecho Alem¨¢n en su lucha contra el Esp¨ªritu jud¨ªo. En ese contexto resulta sorprendente que en la publicaci¨®n castellana de Tierra y Mar, en 2007, tanto el prologuista como el epiloguista ignoran esa etapa negra del pensamiento de Schmidt. Era efectivamente un encantador de serpientes, que a muchos en la derecha y en la izquierda les produjo y produce un bloqueo moral inexplicable.
En todo caso, la ideolog¨ªa del enemigo sustancial afect¨® con el leninismo y el stalinismo al marxismo y es tambi¨¦n una enfermedad cr¨®nica en la cultura de las religiones, cuando se institucionalizan y se organizan jer¨¢rquicamente. No est¨¢ ni en el Serm¨®n de la Monta?a ni en los Evangelios, pero s¨ª aparece hasta hoy en la doctrina de los papas y de los obispos, siempre desconfiando de la Ilustraci¨®n, de la laicidad y de la libertad religiosa. En otras religiones, incluso el reflejo de la ideolog¨ªa sigue siendo brutal y con ello se justifica el asesinato y la guerra contra el infiel hasta su exterminio.
Junto a las dimensiones radicales existen otras formas m¨¢s d¨¦biles, pero donde las ra¨ªces de la intolerancia y del af¨¢n del exterminio del enemigo est¨¢n presentes, aunque templadas por estructuras pol¨ªticas, jur¨ªdicas y culturales que las aten¨²an y quiz¨¢s por el desconocimiento de quienes incurren en ellas, aunque no lo sepan. Son fen¨®menos que se producen en las sociedades democr¨¢ticas donde la cultura de la ideolog¨ªa del enemigo sustancial subyace a muchas posiciones, y afecta tambi¨¦n a personas que no han asumido el pensamiento liberal, democr¨¢tico, social y republicano que conforman el talante de respeto y de nobleza de esp¨ªritu y de amistad c¨ªvica de los que no creen que ning¨²n hombre aporte una verdad total y redentora.
Aqu¨ª se fundan todas las fundamentaciones religiosas, pol¨ªticas y culturales. Aqu¨ª encontramos a Bolton o a John Yoo defendiendo las pol¨ªticas de Bush sobre la tortura, el estado permanente de excepci¨®n o la detenci¨®n sin juicio. Tambi¨¦n a los obispos y cardenales que se consideran depositarios de verdades absolutas incompatibles con el pluralismo y por encima de la soberan¨ªa popular y del principio de las mayor¨ªas, a los pol¨ªticos que desprecian a sus adversarios y que discriminan, como hace la presidenta de la Comunidad de Madrid, entre asociaciones de v¨ªctimas a quienes apoya, frente a otra, mayoritaria, que es marginada, car tel et mon bon plaisin, seg¨²n la f¨®rmula que justificaba las decisiones de los monarcas absolutos. ?se fue en muchos temas el comportamiento de muchos dirigentes del PP en la anterior legislatura. Creo que es a eso, a la utilizaci¨®n atenuada de la ideolog¨ªa del enemigo sustancial, a lo que se refiere Rajoy cuando habla de que hay cosas que cambiar. Ojal¨¢ eso nos lleve a un centro derecha abierto, centrista y liberal, que tanto necesita este pa¨ªs. Finalmente, esta epidemia intelectual y moral alcanza tambi¨¦n al modelo de la cultura cuando un escritor de ¨¦xito desprecia y descalifica al resto de los escritores. Todas estas actitudes desvirt¨²an y se alejan de la idea de dignidad humana y del respeto a los dem¨¢s. Frente a ellas, la vacuna, la terapia, es m¨¢s democracia, aunque siga siendo el peor de los reg¨ªmenes con excepci¨®n de los dem¨¢s experimentados hasta ahora.
?Sapere aude! para todos.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.