Principios y prejuicios
Desde el campus de La Fundaci¨®n para el An¨¢lisis y los Estudios Sociales (FAES), la redoma donde se destilan las directrices ideol¨®gicas del PP, el ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha vuelto a dar una lecci¨®n magistral de c¨®mo se construye una imagen del adversario pol¨ªtico a partir de las obsesiones propias. Dijo Aznar a sus disc¨ªpulos: "Para Zapatero es opinable que los terroristas sean siempre terroristas, un atentado puede ser un crimen execrable o un accidente de recorrido. Depende". Sorprende, aunque no demasiado, la seguridad con que el presidente de honor del PP convierte un simple juicio de intenciones en una certeza moral. ?se ha sido su modo caracter¨ªstico de operar en pol¨ªtica. Pero en la inauguraci¨®n del campus, Aznar irrumpi¨® hoscamente en el terreno opinable de la correcci¨®n pol¨ªtica. Con menci¨®n obligada a Lewis Carroll, como manda el lugar com¨²n, Aznar denunci¨® "la creciente afici¨®n por distorsionar las palabras para as¨ª deformar su significado", y por eso no sabemos hoy "si estamos o no en una crisis econ¨®mica".
Aznar, como la forma de hacer pol¨ªtica que ha inspirado, padece de una fijaci¨®n artificiosa -y probablemente interesada- por los principios. Advirti¨® Hermann Broch que "un cient¨ªfico que en sus investigaciones no ponga otra cosa que su amor a la verdad, no llegar¨¢ muy lejos; por el contrario, necesita la l¨®gica y la intuici¨®n". De la misma forma, un pol¨ªtico que s¨®lo tenga en cuenta principios, esos paquetes envasados de verdad inalterable, no puede gobernar. Tampoco pudo Aznar, aunque ¨¦l no quiera ahora recordar c¨®mo se pleg¨® a ese pragmatismo que ahora deplora como manifestaci¨®n de la pol¨ªtica "sectaria y min¨²scula".
Sucede que este enquistamiento hipn¨®tico en los grandes principios esteriliza cualquier acci¨®n pol¨ªtica. Es ¨²til para manipular el partido propio, al que se encorseta en una red de tab¨²es, y para denostar al grupo pol¨ªtico competidor. Por eso, no deber¨ªan esgrimirse principios en un campus de verano. En realidad, Aznar y los ide¨®logos de la FAES se confunden con la denominaci¨®n. Lo que ellos llaman principios s¨®lo son prejuicios.
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