Los prestidigitadores
El abuso del derecho por motivos pol¨ªticos, de dinero y de poder ha pervertido una figura tan necesaria como la acci¨®n popular
La culpa fue de Ruiz-Mateos. Un personaje ingenioso capaz de crear un imperio y de arruinarlo en un segundo, que transform¨® su venganza por la expropiaci¨®n de su holding, Rumasa, en aquella frase de El Padrino: "No es personal, son negocios". Tirando de imaginaci¨®n y con el dinero que hab¨ªa conseguido ocultar, el ex banquero jerezano contrat¨® anuncios en prensa del siguiente tenor: "Compro esc¨¢ndalos. Pago bien". Y puso en marcha una maquinaria de querellas y chantajes contra todo el que era alguien en la sociedad espa?ola para tratar de recuperar lo que ¨¦l consideraba que le hab¨ªan robado. Fue un camino tortuoso, pero con una de sus querellas consigui¨® incluso sentar en el banquillo al primer banquero de Espa?a, Emilio Bot¨ªn.
No todo le sali¨® bien, y por algunas de estas maniobras fue condenado de nuevo, pero con su actuaci¨®n Ruiz-Mateos fue el primero que pervirti¨® el sentido de una figura jur¨ªdica como la acci¨®n popular.
Porque la acci¨®n popular es un derecho reconocido en el art¨ªculo 125 de la Constituci¨®n que permite que cualquier ciudadano espa?ol ejerza la acusaci¨®n en un proceso, aunque no sea v¨ªctima ni perjudicado, con el ¨²nico inter¨¦s de defender la legalidad. La primera vez que la acci¨®n popular se articul¨® en Espa?a fue en la Constituci¨®n de 1812, que la regul¨® en su art¨ªculo 255 para los delitos de soborno y prevaricaci¨®n de jueces y magistrados. Tambi¨¦n se mantuvo en la Constituci¨®n de 1869 y en el art¨ªculo 29 de la de 1931, aunque en este caso se refer¨ªa a los delitos de detenci¨®n y prisi¨®n ilegal.
Alguien podr¨ªa pensar que es un derecho menor porque para acusar en el proceso ya est¨¢n el fiscal -al que la Constituci¨®n otorga el papel de garante de la legalidad, es decir, defensor de la ley- y los perjudicados, pero ser¨ªa un grave error. La acci¨®n popular tiene un fin excelso ya que est¨¢ concebida como un instrumento para controlar los abusos del poder, es decir, para aquellos casos en los que el fiscal, dependiente del Ejecutivo, no quiere acusar y los perjudicados tienen miedo a enfrentarse a las estructuras del Estado.
F¨ªjense si es importante que gracias a la acci¨®n popular, a mediados de los ochenta, se persiguieron las torturas cometidas en la c¨¢rcel de alta seguridad de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) y, sobre todo, se investigaron, juzgaron y condenaron los asesinatos cometidos por los GAL, un grupo integrado por mercenarios, polic¨ªas y guardias civiles creado desde el Ministerio del Interior para combatir a ETA con sus propias armas. Un total de 102 particulares presentaron la querella en la Audiencia Nacional e impulsaron una investigaci¨®n que supuso la condena de los polic¨ªas Amedo y Dom¨ªnguez y, despu¨¦s, del ministro Jos¨¦ Barrionuevo y el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera.
Pero si es virtud el uso, es lacra el abuso. Ruiz-Mateos fue el primero, pero no el ¨²nico. El PP de los tiempos de Aznar en la oposici¨®n descubri¨® su utilidad como instrumento de lucha pol¨ªtica y, utilizando a Ruiz-Mateos y al empresario vinculado al partido Christian Jim¨¦nez, se person¨® como acusaci¨®n en todos los procesos por corrupci¨®n -Filesa, AVE, Pilar Mir¨®, Juan Guerra, Renfe, Ibercorp, etc¨¦tera- con la indisimulada finalidad de echar a Felipe Gonz¨¢lez del poder. Claro que s¨®lo en la corrupci¨®n ajena.
Ahora, el pseudosindicato Manos Limpias, el Foro Ermua y varias asociaciones de v¨ªctimas, alguna de turbios intereses, siguen aquella estela marcada por Ruiz-Mateos y el PP y est¨¢n utilizando la acci¨®n popular, directamente o por encargo, para hacer pol¨ªtica o conseguir dinero y poder, o ambas cosas. Son aut¨¦nticos prestidigitadores, magos de la pirueta jur¨ªdica y de la triqui?uela legal, capaces de sacar conejos de la chistera donde nunca hubo conejos ni chisteras.
El ¨²ltimo ejemplo ha sido el caso del ¨¢cido b¨®rico, donde en lugar de perseguir a los aut¨¦nticos autores de los atentados de los trenes del 11-M, con la intenci¨®n de vincular a ETA con la matanza, jaleados por El Mundo y la Cope, han acusado a cuatro mandos policiales de una falsedad que nunca existi¨®.
Dec¨ªa Balzac que "hay tres jueces agazapados en el fondo de todas las conciencias: el honor, la verdad y la justicia". Sobre la de estos personajes, seguimos sin noticias.
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