Bruni cambia de amigos
Je suis un enfant. / Malgr¨¦ mes quarante ans, / malgr¨¦ mes trente amants, / un enfant" ("Soy una ni?a. / A pesar de mis cuarenta a?os, / a pesar de mis treinta amantes, / una ni?a"). Eso es lo que dice una de las canciones del nuevo disco de Carla Bruni, Comme si de rien n'¨¦tait. Hace seis a?os public¨® el primero, Quelqu'un m'a dit, que fue un gran ¨¦xito. Entonces era una antigua top-model que comenzaba la carrera de cantante; ahora es la esposa del presidente de la Rep¨²blica. Seg¨²n ella, sigue siendo "una ni?a", pero resulta dif¨ªcil creerla: la hemos visto hablando con Bush, con la reina de Inglaterra, con Olmert. Y cada d¨ªa con ¨¦l, con Nicolas Sarkozy. De pronto, ya no nos la creemos. Las ni?as no juegan con los mayores, y menos a¨²n con esos mayores que acostumbran a hacer cosas feas. Mick Jagger, Eric Clapton y tantos otros artistas pueden pretender ser ni?os. Creen -o simulan creer- en el arte, en su poder, para hacer algo mejores y un poco m¨¢s felices a los hombres. No es el caso de los nuevos compa?eros de juegos de Carlita, tal como la llama Nicolas.
El primer ¨¢lbum fue una sorpresa. El segundo, en ingl¨¦s y a partir de textos de poetas brit¨¢nicos del XVII, pas¨® desapercibido. Este tercero goza de una promoci¨®n desaforada. Se vender¨¢, incluso tendr¨¢ algunas buenas cr¨ªticas, pero ?sinceras? En la Rep¨²blica de Sarkozy es peligroso criticar al monarca y a los que ¨¦ste ama y protege. Directores de diarios, de cadenas de radio, de programas de televisi¨®n, saben de las exigencias cortesanas del sarkozysmo. "Soy el primer accionista y tengo derecho a opinar", le solt¨® Nicolas al director de la televisi¨®n p¨²blica. Ella, Carlita, le llama "ma came" ("mi droga"), y dice que es "m¨¢s peligroso que la nieve colombiana".
Los arreglos de los dos primeros discos los firmaba un m¨²sico amigo, Louis Bertignac; los del nuevo son de Dominique Blanc-Francard. Son mucho m¨¢s convencionales. Y ella respira m¨¢s cerca del micro, gime m¨¢s a menudo y justifica que se hable de su voz como de "seda arrugada". Quiere seducir, pero hemos descubierto la trampa. Nos irrita cuando le toma prestada una m¨²sica a Robert Schumann, o cuando versionea un ¨¦xito de Bob Dylan. Ya no son sus amigos.
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