El guardi¨¢n de la fe
Luis Francisco Ladaria Ferrer, jesuita, ser¨¢ en pocos d¨ªas el espa?ol de mayor rango en la curia (gobierno) del Vaticano, tras la jubilaci¨®n de los cardenales Mart¨ªnez Somalo y Juli¨¢n Herranz. No lo aparenta. Responde ¨¦l mismo al tel¨¦fono, desde su despacho en la Universidad Gregoriana de Roma, y r¨ªe con jovialidad, sobre todo cuando encuentra la manera de salir airoso de las preguntas complicadas. No quiere entrevistas —tiene ya unas 400 peticiones sin haber tomado posesi¨®n—, pero contesta con generosidad. De pronto, protesta. "Oiga, que quedamos en que no hab¨ªa entrevista", se interrumpe a s¨ª mismo.
R¨ªe, siempre r¨ªe, como si ¨¦sa fuese la mejor manera de quitar hierro a su nuevo cargo, como n¨²mero dos de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe. ?C¨®mo le suenan las palabras Inquisici¨®n, Santo Oficio, incluso hereje? Contesta serio, entre risas: "Usted me habla de situaciones y elementos del pasado. Nuestro trabajo consiste en promover la recta fe de la Iglesia. El Santo Oficio o la Inquisici¨®n no representan la realidad actual. Cuando me preguntan sobre el dogma, respondo que la misericordia de Dios, como recuerda Dante, tiene los brazos muy grandes. He aqu¨ª la clave: bondad y misericordia".
Luis Ladaria (Manacor, Mallorca, 1944) es la contraimagen del inquisidor Torquemada, seco y duro como los campos de Castilla en agosto, el famoso martillo de herejes con los Reyes Cat¨®licos. "Ladaria no va a decir una palabra de m¨¢s ni va a hacer da?o a nadie. Es impensable. Tiene todas las cualidades y conocimientos para el cargo que le ha dado el Papa, pero no veo c¨®mo imaginarlo un inquisidor. Es prudente, abierto, inteligente, serio y muy poco amante de las dignidades eclesi¨¢sticas. Estoy seguro de que se ha resistido mucho, antes de aceptar el nuevo cargo". Lo dice Javier Monserrat, compa?ero de estudios del nuevo alto cargo vaticano. "Es quien mejor le conoce, estudiaron juntos tambi¨¦n en el extranjero", afirma Bernardino Segu¨ª, consiliario de la Asociaci¨®n de Antiguos Alumnos de Montesi¨®n, el colegio de Palma en el que estudi¨® Ladaria.
"Te van a hacer cardenal", ven¨ªan dici¨¦ndole a Luis Ladaria sus amigos. Lo o¨ªa una y otra vez, desde hace meses. "No se me pasa por la cabeza ni la posibilidad", pensaba. A¨²n lo mantiene, con firmeza. Pero va a llegar. Este pr¨®ximo d¨ªa 26 ser¨¢ consagrado arzobispo en la imponente bas¨ªlica de San Pedro. Es el pelda?o previo al capelo cardenalicio. Javier Monserrat, tambi¨¦n jesuita y profesor de psicolog¨ªa b¨¢sica en la Aut¨®noma de Madrid, no se perder¨¢ la ceremonia. Se conocen desde chicos, cuando Ladaria lleg¨® desde Manacor para estudiar en el colegio Montesi¨®n. "Era un alumno muy destacado, lo que podr¨ªamos llamar el primero de la clase, de los que de 25 asignaturas sacaba matr¨ªculas de honor en 23".
La Compa?¨ªa de Jes¨²s, siempre a la caza de las mejores inteligencias para el ej¨¦rcito de Dios, se fij¨® pronto en las posibilidades del alumno Ladaria. Tuvieron que esperar algunos a?os. Ladaria quiso hacerse jesuita desde el colegio, pero su padre, un m¨¦dico muy conocido en Manacor, le convenci¨® para que estudiara antes una carrera civil. As¨ª que se vino a Madrid y se hizo abogado.
Despu¨¦s ingres¨® en el noviciado de los jesuitas en Aranjuez, m¨¢s los estudios de filosof¨ªa y teolog¨ªa en la Pontificia de Comillas. El siguiente paso fue la ampliaci¨®n de estudios en el extranjero, primero en Alemania y finalmente en la imponente Pontificia Gregoriana de Roma. "Estuvimos juntos los cuatro a?os de Francfort, estudiando teolog¨ªa. Luis se prepar¨® a fondo en lenguas cl¨¢sicas [griego, lat¨ªn, hebreo] y se especializ¨® en los estudios hist¨®ricos y de los santos padres", recuerda Javier Monserrat.
Ladaria apenas ha cambiado f¨ªsicamente, seg¨²n sus amigos. Alto, muy delgado, casi fr¨¢gil, de poco comer. Y muy trabajador, siempre en los estudios. "Lo recuerdo muy jovencito y como un profesor que se preparaba muy bien las clases", dice la te¨®loga Margarita Pintos de Cea-Naharro, que fue su alumna en la Pontificia de Comillas en 1971. Ahora preside la Asociaci¨®n para el Di¨¢logo Interrreligioso de la Comunidad de Madrid. "Lo recuerdo como muy del Concilio Vaticano II, muy abierto, con una antropolog¨ªa teol¨®gica muy actual, en la que el hombre es el centro", a?ade Pintos.
Sobre la competencia teol¨®gica de Ladaria, plasmada en una veintena de libros, hay una asombrosa unanimidad. Pese a todo, algunos te¨®logos espa?oles, impulsados por obispos m¨¢s papistas que el Papa, pensaron hace a?os que Ladaria rozaba la herej¨ªa en algunas cuestiones doctrinales de enjundia. "Creemos que la explicaci¨®n del profesor Ladaria no logra estar conforme, aunque lo intente, con la doctrina de la Iglesia", escribi¨® en 1995 el te¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Iraburu a prop¨®sito del libro de Ladaria Teolog¨ªa del pecado original y de la gracia.
Seg¨²n los cazadores de herejes en Espa?a, el pecado original es "transmitido a todos por propagaci¨®n, y no por imitaci¨®n". "?sta es doctrina tenida como de fe. Por el contrario, el profesor Ladaria, jesuita, estima que no debemos afirmar que la generaci¨®n sea formalmente la causa de la transmisi¨®n del pecado original. La transmisi¨®n de este pecado de origen ¨¦l la entiende no en clave ontol¨®gica, sino hist¨®rica".
Aquellas cr¨ªticas han sido citadas estos d¨ªas en numerosos foros. Ladaria no se da por aludido. Tampoco se crey¨® vigilado. "Nadie me ha mirado nunca con el ojo izquierdo, como usted me dice". R¨ªe con ganas. "Fue un episodio que pas¨®. A m¨ª nadie me dijo nada, ni aqu¨ª ni en Espa?a, desde el punto de vista oficial. Hubo un poco de revuelo, pero nunca me sent¨ª mirado".
Las tesis de Ladaria sobre el pecado original correg¨ªan, efectivamente, la teor¨ªa cl¨¢sica del gran san Agust¨ªn, muy dado al tremendismo. Pero se han impuesto finalmente en Roma, plasmadas en la reciente correcci¨®n de la idea del limbo como el lugar al que iban a parar quienes mor¨ªan sin uso de raz¨®n y sin haber sido bautizados; es decir, un lugar sin tormento ni gloria, pero para toda la eternidad. Los amigos de Ladaria creen que su competencia teol¨®gica tambi¨¦n en esta materia es la raz¨®n por la que el papa Ratzinger lo quiere a su lado como polic¨ªa de la recta doctrina.
"Que usted haya sido se?alado como hereje, aunque sea por te¨®logos aislados, demuestra que el papel de vigilante de la recta doctrina exige mucho tacto. ?No le abruma su nuevo cargo?" "Claro, tengo un poco de temor, todos los cargos son una gran responsabilidad. Me siento abrumado. Es un cargo que cambiar¨¢ mi vida. Pero confiemos en Dios", dice.
Entre los te¨®logos contempor¨¢neos admirados por Luis Ladaria —cita a Yves Congar, Henri de Lubac, Karl Rahner y Hans Urs von Balthasar, nada menos—, algunos fueron molestados de mala manera por el Santo Oficio. "Siempre hay sus cosas. Pero no fueron graves", responde. En sus memorias, Congar se lamenta amargamente. "S¨ª, s¨ª. En sus cartas hay un poso de amargura, pero ah¨ª quedan sus grandes obras", reitera.
La confianza de Norberto Alcover, tambi¨¦n jesuita y mallorqu¨ªn, en la competencia y moderaci¨®n de Ladaria es absoluta. "Pasar¨¢n por sus manos las grandes cuestiones teol¨®gicas en unos momentos en que tales cuestiones arden por estar la teolog¨ªa cat¨®lica inmersa en una relaci¨®n cada vez m¨¢s intensa con la pluralidad cultural y religiosa de nuestra sociedad mundial. S¨ª, el suyo es un cargo con tremenda carga. Nos honrar¨¢ a todos los mallorquines. No tengo la menor duda de que alcanzar¨¢ la p¨²rpura cardenalicia tras haber servido a la Santa Iglesia en esp¨ªritu y verdad", dice Alcover.
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