Bienvenidos al otro lado de la valla
El plan de la Generalitat de crear centros segregados para inmigrantes echar¨¢ a andar en septiembre en Vic y Reus en medio de grandes inconcreciones
La pared que sirve de porter¨ªa de f¨²tbol a Yemi, chaval espigado de 11 a?os que lleg¨® a Vic procedente de Lagos (Nigeria) hace tres semanas, albergar¨¢ la primera aula separada de inmigrantes de Catalu?a. El espacio que queda tras el muro recibir¨¢ en septiembre a los inmigrantes de entre 8 y 18 a?os. Yemi, que apenas parlotea el ingl¨¦s aprendido en una escuela de Lagos, deber¨¢ ingresar en este centro cuando arranque el curso. ?l, ocupado en despejar balones, asegura no entender nada del asunto. Xavi, barcelon¨¦s de 11 a?os que chuta sin complejos, tampoco. Le basta una somera explicaci¨®n de su padre para formular la pregunta clave: "?Y no podr¨¦ ir a clase con Yemi?".
La respuesta es embrollada. El asunto tambi¨¦n, a la vista de que la mayor¨ªa de docentes consultados piden no revelar su nombre. La Generalitat mantiene que Xavi y Yemi se reencontrar¨¢n, pero la duraci¨®n de las aulas separadas, factor esencial para garantizar el reencuentro, sigue sin concretarse. La Generalitat salv¨® los muebles mediante la vaguedad "duraci¨®n indefinida". Tampoco detall¨® las nacionalidades afectadas, que difumin¨® hablando de "culturas distintas". "Si va dirigido a la inmigraci¨®n pobre, que se explique", protesta el director de un centro escolar de Vic, poblaci¨®n que junto con Reus tendr¨¢ las primeras aulas separadas para inmigrantes.
Hay consenso en que separar a los menores de 12 a?os es una exageraci¨®n est¨¦ril
"Falta informaci¨®n", coinciden los docentes. Resquicio suficiente para incubar el fantasma de una educaci¨®n a dos velocidades y fracturada al calor de los guetos. "Aulas para inmigrantes atendidos por asistentes. Son ingredientes para crear un sistema ¨²til o uno que segregue a los inmigrantes. Nadie sabe cu¨¢l de los dos se impondr¨¢", sostiene un director escolar de Reus.
Plagados de inconcreciones, los cuatro Espacios de Bienvenida Educativa -as¨ª denomina la Generalitat a estos centros- se estrenar¨¢n en menos de dos meses: uno en Vic (Barcelona, 40.000 habitantes) y tres en Reus (105.000 habitantes, Tarragona), municipios cuyo alumnado inmigrante ronda el 20% del total. Es lo ¨²nico definitivo de un proyecto que naci¨® con prisas, ha sufrido relevantes variaciones desde su anuncio y ha descolocado a todas las escuelas afectadas.
El plan intenta sobre todo responder a un dilema de d¨¦cadas: la llegada de inmigrantes a medio curso, que lastra el ritmo de las clases. En Reus, fueron 1.085 el pasado curso: uno de cada 12. En Vic, cuyo Ayuntamiento rechaza precisar cifras, otro tanto. El problema es creciente. "Resulta imposible trabajar as¨ª", se?ala un profesor de Historia de Reus. Su clase empez¨® en septiembre con 17 alumnos y lleg¨® a junio con 28. Los nuevos incorporados eran magreb¨ªes que s¨®lo hablaban ¨¢rabe. "El temario termina con los a?os noventa; no pas¨¦ de la Revoluci¨®n Rusa", se lamenta.
Pero adem¨¢s la desigualdad del problema es muy notoria entre la p¨²blica y la concertada. Aunque no se conocen datos oficiales, se calcula que los centros concertados tienen s¨®lo un 5% de alumnos inmigrantes.
La soluci¨®n impuesta por la Generalitat genera encontronazos entre los profesores. Una caricatura de Ernest Maragall, consejero de Educaci¨®n, cuelga del vallado del centro de primaria Ciutat de Reus. "Experimenta con nosotros", dice el pol¨ªtico con una probeta entre las manos. Define la sensaci¨®n dominante entre los docentes de primaria. "La mejor integraci¨®n est¨¢ en el recreo", aduce un tutor del centro. Es decir, la soluci¨®n es posible sin segregar, con aulas especiales en los propios centros. Hay consenso en un tema: separar a los inmigrantes menores de 12 a?os se equipara a una exageraci¨®n est¨¦ril. Los profesores de secundaria admiten que el dilema llega con la adolescencia, cuando la exigencia educativa embarranca con el d¨¦ficit ling¨¹¨ªstico.
Los centros de secundaria aducen esta fricci¨®n para no rechazar la medida. Pedro Medina, director de un instituto con m¨¢s de un 40% de inmigrantes, la acepta. "As¨ª no pod¨ªamos seguir", dice. Uno de cada cuatro alumnos del curso 2006-2007 lleg¨® con la lecci¨®n empezada. "Y muchos pueden considerarse analfabetos", afirma.
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