Rincones ocultos del pensar
Ensayo. Este libro es continuaci¨®n de La isla desierta y otros textos. Textos y entrevistas (1953-1974) (Pre-Textos. Valencia, 2005), que recoge, cronol¨®gicamente, sin notas orientativas sino meramente aclarativas del editor y del traductor, escritos menores, por su tama?o, anteriores a 1975 (los 50 a?os de Deleuze). ?ste, de igual modo, contiene conferencias, pr¨®logos, art¨ªculos, entrevistas, textos cortos redactados entre 1975 y 1995 (muerte de Deleuze), poco accesibles hasta ahora por su dispersi¨®n y que siguen el ritmo o bien de la actualidad de esos a?os: Brigadas Rojas, juicio de Negri, pacifismo, Palestina, psicoan¨¢lisis, droga, cine, nuevos fil¨®sofos; o bien el de la aparici¨®n o edici¨®n en otros idiomas de sus obras: L¨®gica del sentido, Mil mesetas (muy interesante por su confrontaci¨®n de primera mano con El anti-Edipo), Diferencia y repetici¨®n, Empirismo y subjetividad.
Dos reg¨ªmenes de locos.
Textos y entrevistas (1975-1995)
Gilles Deleuze
David Lapoujade (editor)
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis Pardo
Pre-Textos. Valencia, 2007
370 p¨¢ginas. 25 euros
El t¨ªtulo, como el anterior, lo toma del primer escrito que aparece en ¨¦l. En este caso, el texto de una conferencia que Deleuze pronunci¨® en Mil¨¢n en 1974, donde habl¨®, en el sentido del psiquiatra Cl¨¦rambault, de dos tipos insanos de seres humanos y de reg¨ªmenes paralelos: unos que no est¨¢n locos pero lo parecen, los paranoicos de sistemas pol¨ªticos imperialistas, y otros que s¨ª lo est¨¢n pero no lo parecen, los "pasionales" del capitalismo.
Este libro interesa en tanto interese Deleuze y la filosof¨ªa francesa de esa ¨¦poca neo-pos-nietzscheano-estructuralista, con grandes astros como Derrida, Foucault, Lyotard, Debord, Poulantzas, Badiou, Balibar, etc¨¦tera, acompa?ando a Deleuze en un universo del que ha nacido casi todo progresismo (y progrer¨ªa). Compartiendo el destino tr¨¢gico de muchos de ellos, Deleuze se quit¨® la vida un s¨¢bado de noviembre de 1995 lanz¨¢ndose al vac¨ªo por una ventana de su apartamento en Par¨ªs.
Foucault dijo de Deleuze que era el ¨²nico esp¨ªritu filos¨®fico de Francia, que quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa el siglo XX se llamar¨ªa deleuziano. ?Por qu¨¦? Seguramente porque Deleuze se empe?¨® en un proyecto muy en la hondura de aquellos tiempos: pensar lo no pensado, aquello que vela precisamente el sujeto de pensamiento y su l¨®gica pensamental de la identidad. El sujeto y el ser no son el comienzo ni el fundamento, antes hay una oscuridad que iluminar. Como ilumina este libro, con la inmediatez de sus breves escritos, seg¨²n dice el profesor Pardo, traductor e introductor suyo, rincones oscuros donde a¨²n sigue oculto el gran pensador: el movimiento y gestos de su pensar, que contribuyen a mostrar la consistencia final de su pensamiento, a pesar de la incoherencia y negatividad destructora de las que se acusa a Deleuze, como a todos los herederos de Nietzsche, de su actitud incomprensible y dif¨ªcil. (El maestro Nietzsche fue muy claro).
Dos meses escasos antes de su muerte, en septiembre de 1995, cuando ya medio viv¨ªa enchufado a un aparato de ox¨ªgeno, Deleuze habla (enternecedoramente si se considera la situaci¨®n) de una vida indefinida, constituida no de momentos sino de entre-momentos, que no sucede, sino que presenta la inmensidad del tiempo vac¨ªo en lo absoluto de una conciencia inmediata. En ese modo de vida una existencia singular puede prescindir de toda individualidad y de cualquier cosa que la individualice. Se trata de una vida inmanente a s¨ª misma (como la de los beb¨¦s), que es pura potencia, incluso beatitud, en medio de todos sus sufrimientos y carencias. En la que cualquier trascendencia (el Uno, el Ser del mundo, cualquier atisbo de un Dios) es siempre producto de ese encierro en s¨ª misma: "Se constituye (Deleuze cita las Meditaciones cartesianas de Husserl, su ¨²ltima cita en su ¨²ltimo escrito) ¨²nicamente en la vida de la conciencia, como ligada inseparablemente a esta vida". Mientras el acontecimiento se mantenga en el campo trascendental, en el de la posibilidad de la conciencia, a¨²n no actualizado, no carece de nada, es una mera virtualidad en el seno de la inmanencia. Pero lo otro es el problema: las formas posibles que lo actualicen y lo transformen en algo trascendente. Deleuze parece que al final no encontr¨® ninguna, ning¨²n resorte de racionalizaci¨®n. Ahora ya sabr¨¢ qu¨¦ es en realidad lo no pensado. Seguramente nada, nada que se pueda pensar. Porque el sujeto, y su l¨®gica, s¨®lo se diluye de verdad con la muerte. Eso s¨ª parece que lleg¨® a saberlo.
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