Una ley para los 'pisos patera'
Badalona duda de la eficacia del decreto y seguir¨¢ confiando en la mediaci¨®n
"Os dijimos que no pod¨ªais meter la chatarra en el piso porque luego hay bichos y los vecinos se quejan". ?scar Valverde adopta un tono entre severo y paternal cuando reprende a la chica rumana. El piso est¨¢ en la calle de Enric Granados del barrio de Sant Roc, en Badalona. En sus 70 metros cuadrados se amontonan tres familias de gitanos rumanos, 15 personas en total.
La ley catalana define por primera vez qu¨¦ es sobreocupaci¨®n
Una unidad de la Guardia Urbana de Badalona controla los 'pisos patera'
?scar es uno de los tres agentes que forman parte de la Unidad para la Convivencia (UCO) de la Guardia Urbana de Badalona, un cuerpo creado en 2005 para intervenir en casos de sobreocupaci¨®n de inmuebles (los llamados pisos patera), escolarizaci¨®n de ni?os, pirater¨ªa, talleres ilegales y otras materias relacionadas con la inmigraci¨®n. Los rumanos del piso de Enric Granados no se sobresaltan cuando ven entrar al agente de la UCO. Ya le conocen. Son las 12.00 horas de un d¨ªa laborable. Los 11 adultos est¨¢n en casa, sin trabajar. Los cuatro menores tampoco est¨¢n en el colegio. "Sab¨¦is que aqu¨ª no pod¨¦is vivir tantos. Adem¨¢s est¨¢ todo muy sucio. El lunes volveremos para ver si ha mejorado y os acompa?aremos a escolarizar a estos ni?os", dice ?scar a los rumanos, que asienten respetuosamente.
?ste es uno de la decena de pisos patera "conflictivos" que quedan en Badalona. La cifra es anecd¨®tica si se tiene en cuenta que hace s¨®lo dos a?os hab¨ªa cerca de 200 de estos inmuebles, concentrados sobre todo en la parte sur de la ciudad. Los vecinos efectuaron m¨²ltiples protestas hartos de aguantar el ruido, la suciedad y los malos olores que llegaban de los pisos, en los que se hacinaban 20 o 30 personas. "Hemos conseguido este milagro con di¨¢logo, paciencia y mediaci¨®n, pero siempre con una posici¨®n de autoridad", se?ala Ferran Falc¨®, teniente de alcalde de Badalona.
La Generalitat ha sacado a exposici¨®n p¨²blica el decreto sobre las condiciones y la c¨¦dula de habitabilidad de la vivienda, uno de los reglamentos que servir¨¢n para desarrollar la Ley de la Vivienda. El documento define por primera vez qu¨¦ es sobreocupaci¨®n y pretende convertirse en una herramienta legal al servicio de los ayuntamientos para luchar contra los pisos patera. Plantea multas de hasta 900.000 euros para los que "promuevan" este tipo de pr¨¢cticas. El documento establece una relaci¨®n directa entre la superficie ¨²til de la vivienda y el n¨²mero de personas que la pueden habitar, aunque recoge una excepci¨®n: "las unidades de convivencia vinculadas por lazos de parentesco".
"?Y c¨®mo demostramos que son familia o no?", se pregunta Falc¨®. "Agradecemos que se hagan leyes para combatir este problema, pero no nos vamos a meter en complejos procesos administrativos que no sirven para agilizar las cosas, m¨¢s bien todo lo contrario. Seguiremos conf¨ªando en la mediaci¨®n y en el trabajo de calle", dice Falc¨®. Los agentes de la UCO recalcan, adem¨¢s, que es muy complicado establecer cu¨¢nta gente vive en un piso porque "van y vienen". "La mayor¨ªa de las veces no existe contrato de alquiler, ni est¨¢n empadronados. Es muy dif¨ªcil probar qui¨¦n vive en el piso y qui¨¦n no", dice ?scar.
Los agentes de la UCO consegu¨ªan que los pisos se fueran vaciando mediando entre los inquilinos y propietarios, muchos de los cuales no sab¨ªan que su inmueble alojaba a decenas de personas. Falc¨® calcula que en 2006 lleg¨® a haber 3.000 rumanos de etnia gitana viviendo en la ciudad, de los que hoy s¨®lo hay localizados unos 500. ?Ad¨®nde se han ido el resto? "No lo s¨¦, pero ya no est¨¢n en Badalona", responde Falc¨®.
La numerosa comunidad china que vive en la ciudad tambi¨¦n suele vivir en pisos sobreocupados. Los agentes de la UCO conocen la localizaci¨®n de estos inmuebles gracias a informaciones que les llegan de vecinos directamente o a trav¨¦s del distrito. ?scar llama a la puerta de uno de estos pisos. Dentro hay una mujer y tres ni?os peque?os. Ella no habla ni una palabra de castellano, por lo que la comunicaci¨®n debe hacerse a trav¨¦s de un tel¨¦fono m¨®vil en el que una traductora del Ayuntamiento hace de int¨¦rprete. Los ni?os, que tampoco van al colegio, juegan a las cartas apostando dinero. En el sal¨®n han improvisado una habitaci¨®n a base de cortinas. "Sabemos que en este piso vive mucha m¨¢s gente, aunque no sabemos cu¨¢nta exactamente", dice ?scar. El agente de la UCO volver¨¢ por la noche, cuando todos los inquilinos est¨¦n en casa.
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