Ellas tambi¨¦n valen para ingenieras (pero huyen)
Los ¨²ltimos estudios revelan que la aptitud matem¨¢tica es muy similar en los dos sexos - Los prejuicios y los estereotipos sexistas juegan un gran papel en la elecci¨®n de carrera - Las chicas dominan en todas las ¨¢reas salvo en las t¨¦cnicas
Las chicas ya son mayor¨ªa en casi cualquier tipo de carrera universitaria: 63% en las carreras de Ciencias Sociales y Jur¨ªdicas; 64% en Humanidades; 59% en Ciencias Experimentales, y 74% en ciencias de la salud. La excepci¨®n es por ello m¨¢s llamativa que nunca: las ingenier¨ªas y dem¨¢s carreras t¨¦cnicas, donde las chicas no pasan del 27%. Estas cifras espa?olas son similares a las del resto de pa¨ªses desarrollados, y se han interpretado tradicionalmente como una consecuencia de la menor aptitud de las mujeres para las matem¨¢ticas.
Pero la idea convencional de que las chicas tienen menos talento matem¨¢tico que los chicos se est¨¢ desmoronando bajo el peso de los datos. El ¨²ltimo macroestudio dirigido por la psic¨®loga Janet Hyde, de la Universidad de Wisconsin (EE UU), acaba de presentarse en Science, y viene a unirse a otros trabajos recientes que tambi¨¦n cuestionan la supuesta superioridad masculina en esa disciplina.
Un 55% de las mujeres elige humanidades y ciencias sociales
Los adolescentes creen menos femeninas a las que optan por tecnolog¨ªa
Hyde y sus colegas han analizado los resultados en test estandarizados de matem¨¢ticas obtenidos por m¨¢s de siete millones de estudiantes de 10 estados norteamericanos. Pertenec¨ªan a los cursos 2? a 11?, que cubren casi toda la ense?anza primaria y secundaria. La conclusi¨®n es que las diferencias entre g¨¦neros son estad¨ªsticamente irrelevantes (y fluctuantes: a veces favorecen a los chicos, a veces a las chicas).
"Simplemente, ya no existen diferencias de g¨¦nero en el rendimiento matem¨¢tico", dice Hyde. "De modo que los padres y los profesores tienen que revisar sus ideas al respecto".
El estereotipo de la torpeza femenina con las matem¨¢ticas lleva a?os persistiendo a pesar de un cambio de realidad social que lo desmiente: en Estados Unidos, las chicas se matriculan en cursos de matem¨¢ticas de secundaria tanto como los chicos, y ya dan cuenta de casi la mitad de los licenciados en ciencias exactas (48%).
"Las creencias populares ejercen una influencia incre¨ªble", asegura Hyde. "Si tu madre o tu profesor creen que t¨² no vales para las matem¨¢ticas, pueden tener un profundo impacto en tu autoestima matem¨¢tica".
Un caso espectacular de este efecto qued¨® demostrado hace dos a?os por el psic¨®logo Steven Heine, de la Universidad de British Columbia en Vancouver. Heine someti¨® a 120 mujeres de unos 20 a?os a dos ejercicios de matem¨¢ticas separados por una prueba de comprensi¨®n de lectura que era distinta seg¨²n el grupo de mujeres: un ensayo sosten¨ªa que las diferencias de habilidad matem¨¢tica entre hombres y mujeres son de origen gen¨¦tico, y otro afirmaba que se deben a la experiencia.
Todas las mujeres sacaron una puntuaci¨®n similar en el primer ejercicio, pero las mujeres que leyeron el ensayo gen¨¦tico hicieron el segundo ejercicio claramente peor. La torpeza femenina para las matem¨¢ticas tiene, por tanto, una parte de verdad autocumplida, como el rumor de que una empresa se va a desplomar en Bolsa.
La menor aptitud media de las chicas para las matem¨¢ticas es la raz¨®n que se suele aducir para que la escasez de mujeres en las carreras de Ingenier¨ªa, Tecnolog¨ªa y Ciencias Exactas, un fen¨®meno que afecta de modo similar a todos los pa¨ªses desarrollados. Pero los ¨²ltimos datos descartan esa explicaci¨®n. ?A qu¨¦ se debe entonces el fuerte sesgo de g¨¦nero en estas carreras?
Una raz¨®n podr¨ªa ser que los rasgos psicol¨®gicos suelen mostrar en los hombres una dispersi¨®n poblacional mucho mayor que en las mujeres. Para cada rasgo, las mujeres se agrupan en una campana de Gauss bastante cerrada en torno a la media, y los hombres forman una campana m¨¢s amplia. Para el caso que nos ocupa, esto deber¨ªa implicar que los extremos de la distribuci¨®n -los m¨¢s torpes y los m¨¢s h¨¢biles en matem¨¢ticas- est¨¢n ocupados sobre todo por hombres. Si las ingenier¨ªas se nutrieran s¨®lo de los estudiantes extremadamente h¨¢biles, quedar¨ªa explicado el sesgo de g¨¦nero en esas carreras.
Los investigadores de Wisconsin han examinado esta posibilidad. Entre el 5% de los estudiantes con mejores resultados, hay 1,5 chicos por cada chica. Y la cifra sube a dos chicos por chica si s¨®lo se considera al mejor 1% de los estudiantes.
Esto confirma la hip¨®tesis de la mayor variabilidad masculina, pero no resuelve el misterio del sesgo en las carreras: incluso si las ingenier¨ªas s¨®lo se nutrieran del 1% mejor de los estudiantes, la raz¨®n de dos chicos por chica significar¨ªa un 67% de alumnos y un 33% de alumnas en la carrera. Y la realidad es que en EE UU s¨®lo hay un 15% de alumnas en las ingenier¨ªas.
La conclusi¨®n es que el sesgo de g¨¦nero en las carreras t¨¦cnicas no se debe a la supuesta inferioridad femenina para las matem¨¢ticas. Algunos datos anteriores ya apuntaban a ello: si se selecciona un grupo de chicas y chicos con igual aptitud matem¨¢tica, los chicos siguen eligiendo carreras t¨¦cnicas mucho m¨¢s que las chicas. El problema, por tanto, parece relacionarse menos con el talento que con la motivaci¨®n y otros factores psicosociales.
Un reciente estudio dirigido por la psic¨®loga social Mercedes L¨®pez S¨¢ez, de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia, y financiado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, analiza precisamente la influencia de esos factores psicosociales en el desequilibrio de las matriculaciones. Un desequilibrio que empieza a gestarse en la elecci¨®n de modalidad (artes, humanidades y ciencias sociales, ciencias de la naturaleza y de la salud, o tecnolog¨ªa) que las chicas eligen en el bachillerato.
La mayor¨ªa de las chicas (55%) eligen la modalidad de Humanidades y Ciencias Sociales; otro 36% prefiere la de Ciencias de la Naturaleza y de la Salud; el 5% se matricula en la de Artes; y s¨®lo el 4% elige la modalidad de Tecnolog¨ªa. El estudio de L¨®pez S¨¢ez y sus colegas examina c¨®mo influyen en ello la actitud de los profesores y de los propios alumnos, las creencias estereotipadas sobre las diferentes modalidades de bachillerato, las actitudes impl¨ªcitas hacia los hombres y mujeres que estudian medicina o una ingenier¨ªa, y la relaci¨®n que mantiene cada sexo con el ordenador y la inform¨¢tica.
Seg¨²n la encuesta entre los profesores, "se tiende a desvalorizar las modalidades de bachillerato que integran el ¨¢rea de letras (humanidades y ciencias sociales), tanto en lo que respecta a las capacidades intelectuales que requieren como a las posibilidades profesionales que abren". El desequilibrio de g¨¦nero se explica "por diferencias en actitudes y motivaciones debidas a la socializaci¨®n, seg¨²n las cuales los chicos se sentir¨ªan m¨¢s inclinados hacia unas ¨¢reas, mientras que las chicas ser¨ªan m¨¢s proclives a otras".
Los prejuicios aparecen m¨¢s instalados a¨²n entre los propios estudiantes, donde "persisten fuertes estereotipos de g¨¦nero asociados a cada especialidad". Mientras que ven humanidades y ciencias sociales como una rama masculina y femenina por igual, sit¨²an tecnolog¨ªa siempre como una rama masculina. "Claramente", concluyen los autores, "la elecci¨®n del bachillerato tecnol¨®gico de las chicas no se encuentra en este momento reforzada por el entorno social del grupo de pares".
Los estereotipos de los adolescentes (4? curso de ESO) tampoco ofrecen un cuadro muy luminoso: "Los adolescentes creen que la chica m¨¢s femenina es la de ciencias naturales y de la salud, seguida de la de humanidades y ciencias sociales, siendo la chica del bachillerato tecnol¨®gico la considerada menos femenina". Inversamente, "en atribuci¨®n de masculinidad a los chicos, la mayor puntuaci¨®n la otorgan al chico del bachillerato tecnol¨®gico, seguido del de humanidades y ciencias sociales y del de ciencias naturales y de la salud".
El test para detectar las asociaciones impl¨ªcitas que establecen los adolescentes ofrece el siguiente resultado: "Las actitudes impl¨ªcitas hacia las mujeres m¨¦dicas son m¨¢s positivas que hacia las mujeres ingenieras; las actitudes impl¨ªcitas hacia los hombres ingenieros son m¨¢s positivas que hacia los hombres m¨¦dicos; las actitudes hacia las mujeres m¨¦dicas son m¨¢s positivas que hacia los hombres m¨¦dicos; y las actitudes hacia los hombres ingenieros son m¨¢s positivas que hacia las mujeres ingenieras".
Por ¨²ltimo, L¨®pez S¨¢ez y sus colaboradores han hallado un d¨¦ficit en las chicas en las actitudes hacia la inform¨¢tica y el ordenador: "Tienen creencias estereotipadas m¨¢s negativas que los chicos en cuanto a las caracter¨ªsticas de la profesi¨®n, utilizan menos el ordenador y se consideran menos competentes que los chicos en inform¨¢tica y en el manejo de los ordenadores".
El peso de los prejuicios viene confirmado por otro estudio coordinado por Paola Sapienza, de la Universidad Northwestern de Illinois (Science, 30 de mayo), que demuestra que el d¨¦ficit de las chicas en aptitud matem¨¢tica depende cr¨ªticamente del grado de desarrollo social de un pa¨ªs: es m¨¢ximo en Turqu¨ªa, desaparece en Noruega y Suecia y se revierte en Islandia.
El peso del estereotipo
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Gender differences in mathematics
, una compilaci¨®n de trabajos editada por Ann Gallagher y James Kaufman, revela que las pruebas de matem¨¢ticas "no s¨®lo miden las diferentes habilidades y talentos, sino tambi¨¦n las expectativas depositadas en la prueba en cuesti¨®n". Para las chicas, tener que pelear contra el estereotipo de su torpeza matem¨¢tica supone una carga psicol¨®gica a?adida.
- Los prejuicios tambi¨¦n incrementan el diferencial de resultados entre g¨¦neros. Cuando los estudiantes son conscientes del estereotipo, no s¨®lo bajan las puntuaciones de las chicas, sino que suben las de los chicos.
- La falsa idea de que las mujeres son inferiores en aptitud matem¨¢tica est¨¢ tan extendida en las sociedades occidentales que "el mero hecho de recordarle su sexo a una mujer puede reducir significativamente su puntuaci¨®n en una prueba". Incluso pidiendo a los estudiantes algo tan aparentemente inocuo como escribir su sexo, hacerlo antes del examen perjudic¨® los resultados de las chicas.
- Para la matem¨¢tica Debra Lewis, de la Universidad de California en Santa Cruz, la clave para atraer m¨¢s mujeres a las carreras t¨¦cnicas est¨¢ en "exponerlas a los placeres y recompensas de las matem¨¢ticas".
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