M¨²sica callejera en la Barceloneta
El festival Busker's provoca el rechazo de algunos vecinos del barrio
"He venido a la playa y no sab¨ªa que hab¨ªa conciertos, pero me gusta mucho", dec¨ªa Marta en la Barceloneta mientras disfrutaba de la rumba del grupo La Pegatina en la plaza del Mar. Era una de las propuestas de la cuarta edici¨®n del festival de m¨²sica callejera Busker's, en el que 17 grupos ofrecen hasta hoy casi 50 actuaciones gratuitas en varios espacios del barrio bajo el lema "la calle es nuestra" (www.buskersfestivalbarcelona.org).
No a todos les parece tan bien como a Marta. La organizaci¨®n asegura que unos vecinos molestos con el ruido lanzaron el jueves desde un piso de la misma plaza dos botellas de agua y un tarro de mostaza contra los m¨²sicos, que no resultaron heridos.
Fue poco antes de las 22.00, la hora a la que deb¨ªan cesar los conciertos el jueves, indican los organizadores, de la asociaci¨®n La Casa Amarilla. El viernes y ayer, el distrito dio permiso para alargar las actuaciones hasta la medianoche. Ante estos horarios, Georges Grillon se muestra sorprendido. "?Esto es Barcelona? En Suiza, un pa¨ªs que dicen que es m¨¢s estricto, podemos actuar hasta las once entre semana y hasta la una y media los fines de semana". Grillon es director del Busker's de Neuch?tel (Suiza), que se celebra desde 1990 y es el segundo m¨¢s antiguo de este tipo de festivales despu¨¦s del de Ferrara (Italia).
La mayor¨ªa de los vecinos no se quejan. Uno de ellos explica en su sala de estar, desde la que puede o¨ªr claramente a La Pegatina, que le gusta que haya ambiente en la calle. Otra mujer del mismo bloque, muy molesta con los ruidos que tiene que aguantar durante el verano, apunta que el problema principal no es el Busker's, sino los grupos de tambores que llegan cuando ¨¦ste acaba. "Llamas a la Guardia Urbana pero no hace nada", protesta. "Tengo ganas de que llegue el invierno", concluye otra vecina.
De vuelta a la calle, Juan Manuel L¨®pez, del grupo argentino Violentango, que fue el que padeci¨® el conato de agresi¨®n, reivindica su derecho a hacer m¨²sica en la calle. "No soy un mendigo, toco aqu¨ª para llegar al p¨²blico de la forma m¨¢s directa", dice. La mayor¨ªa de grupos asegura que consigue conectar con los transe¨²ntes. "Ya tocamos para los presos de la c¨¢rcel de m¨¢s seguridad de Quito y aqu¨ª me siento mucho m¨¢s seguro", bromea Miguel Sevilla, del grupo ecuatoriano Rocola Bacalao. Dorothea Hegeduess, sin embargo, se queja: "La gente pasa de largo, y no presta atenci¨®n a nuestra m¨²sica. El espacio no es adecuado". Esta int¨¦rprete toca melod¨ªas jud¨ªas con su marido polaco y admite que su estilo puede resultar lejano a los barceloneses. Pero est¨¢ convencida de que "la m¨²sica sirve para tender puentes".
Coincide con la organizaci¨®n, que espera "difundir la diversidad cultural de la ciudad" con este evento, que se enmarca en el A?o del Di¨¢logo Intercultural que promueve el Ayuntamiento, aunque sus impulsores opinan que el Consistorio no se toma muy en serio la iniciativa. "Dicen que nos apoyan pero es una burla", lamenta un miembro de La Casa Amarilla. Pese a todo, seguir¨¢n intentando poder tocar en el espacio p¨²blico hasta hoy a las 22.00.
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