Las rapaces enfrentadas
Adolf Galland y Werner M?lders fueron legendarios pilotos de caza alemanes de la II Guerra Mundial, ases de la Luftwaffe y rivales en la cuenta de derribos de aparatos enemigosEn los anales de la aviaci¨®n de combate destacan dos grandes aves rapaces alemanas, dos extraordinarios pilotos de caza y l¨ªderes del arma a¨¦rea. Eran j¨®venes, valientes, guapos, arrogantes y, a bordo de sus veloces y mort¨ªferas m¨¢quinas, duros y crueles. Estaban dispuestos a morir con la misma ligereza, casi inconsciencia, con que mataban.
Adolf Galland (Westerholt, 1912) y Werner M?lders (Brandeburgo, 1913), aunque superados finalmente en victorias por otros colegas -Hartmann, Barkhorn, Rall-, fueron los dos grandes ases emblem¨¢ticos de la fuerza a¨¦rea del III Reich, la Luftwaffe, en la II Guerra Mundial. Sus carreras discurrieron (hasta la muerte de M?lders) en paralelo; abatieron cada uno un centenar de aviones enemigos, llegaron ambos a generales de cazas y, pese a que formalmente los un¨ªa la amistad y la camarader¨ªa de los pilotos, una fuerte rivalidad se instaur¨® entre ellos acerca de qui¨¦n obten¨ªa m¨¢s derribos, mejores condecoraciones, m¨¢s rango y mayor popularidad. Su pugna por las victorias y los trofeos, que prolongaba la de los legendarios h¨¦roes a¨¦reos de la I Guerra Mundial Manfred von Richthofen y Oswald B?lcke (Galland se identificaba con el primero -suscrib¨ªa la vehemente afirmaci¨®n del Bar¨®n Rojo: "Atacar y derribar, todo lo dem¨¢s son tonter¨ªas"-, y M?lders, con el segundo, el gran t¨¢ctico y maestro), se convirti¨® en un elemento de su fama. Los ni?os alemanes adoraban a uno o a otro, so?ando con imitarlos, como si fueran rutilantes deportistas, y no gavilanes de ensangrentadas garras de acero.
Se conocieron en el bar del hotel Cristina de Sevilla en 1938, cuando estaban en la Legi¨®n C¨®ndor. Galland era rebelde y juerguista; M?lders, disciplinado y asc¨¦tico
Eran Galland y M?lders, pese a compartir muchas caracter¨ªsticas -el genio de los grandes aviadores, el valor, la pasi¨®n por el vuelo, el fair play-, dos hombres muy diferentes, incluso opuestos. Y en ellos se pueden identificar los rasgos de los dos modelos de pilotos de caza, el racional y el apasionado, el estratega y el cazador. El vital, juerguista y extravagante Dolfo Galland, que se peinaba hacia atr¨¢s con brillantina el cabello negro, luc¨ªa bigote y fumaba puros (un improbable Groucho Marx en Messerschmitt), contrastaba con el flem¨¢tico Vati -Papi- M?lders, serio, casi asc¨¦tico, responsable y disciplinado, defensor del juego en equipo, obsesionado con ense?ar a los nuevos pilotos. El primero era rebelde por naturaleza, burl¨®n, impertinente, individualista y desobediente. En una ocasi¨®n, rumbo a una fiesta, trab¨® combate con su caza cargado de langostas y champ¨¢n. Es c¨¦lebre la respuesta que le dio a Goering cuando, de visita en los nidos de Messerschmitt de la costa francesa, el mariscal se reuni¨® con sus dos pollos y jefes de escuadrilla favoritos y les pregunt¨® qu¨¦ les hac¨ªa falta para doblegar a los brit¨¢nicos en la batalla de Inglaterra. M?lders respondi¨® a lo Fernando Alonso que Messerschmitt Bf-109 con motores m¨¢s potentes, mientras que Galland le espet¨® al orondo jefe de la Luftwaffe: "Una escuadrilla de Spitfire".
Galland, con hechuras de play boy, amante de los placeres, reprend¨ªa a M?lders, ferviente cristiano, por su estilo de vida "de monje" y su abstinencia (de todo tipo). En Galland hab¨ªa algo simp¨¢tico, pero ten¨ªa alma salvaje de cazador y un lado oscuro, fr¨ªo, anal¨ªtico, casi despiadado. En sus famosas memorias (reeditadas ahora: El primero y el ¨²ltimo, Niseo, 2008) no reprime su fascinaci¨®n por Hitler, y uno buscar¨¢ en balde alguna muestra de arrepentimiento, sensibilidad o compasi¨®n. Al acabar la guerra trab¨® amistad con algunos de los grandes pilotos aliados. Sin embargo, uno de ellos, Foxley-Norris, de la RAF, lo defini¨® as¨ª de sucintamente: "Galland era un mierda".
Con el tranquilo y gran te¨®rico M?lders, cuya arma secreta en el aire era una vista extraordinaria -todo un don para un ave de presa-, es dif¨ªcil entusiasmarse, aunque parece que no era mal tipo y ten¨ªa tendencia a sufrir mareos en el avi¨®n.
Se conocieron en el bar del hotel Cristina de Sevilla en 1938 durante la Guerra Civil. Galland llevaba tiempo en Espa?a como aviador de la Legi¨®n C¨®ndor, pero, constre?ido a volar en un biplano Heinkel He-51, no consigui¨® ning¨²n derribo. El veterano recibi¨® fr¨ªamente a M?lders, que ven¨ªa a reemplazarle al mando de su escuadrilla y tra¨ªa bajo el brazo los Messerschmitt Bf-109 que tanto deseaba Galland. Con ese aparato, el reci¨¦n llegado lograr¨ªa 14 victorias sobre la aviaci¨®n republicana, el r¨¦cord de la Legi¨®n C¨®ndor. Galland, que se mor¨ªa por volar en cazas, no lo lograr¨ªa hasta pasada la invasi¨®n de Polonia, en Francia, y ser¨ªa precisamente bajo el mando de M?lders, que se hab¨ªa convertido ya en un as (20 derribos y la ansiada Cruz de Caballero).
Galland recobr¨® con rapidez el tiempo perdido. Caz¨® su primera v¨ªctima, un Hurricane, el 14 de mayo de 1940, y luego, ?el mismo d¨ªa!, otros dos. La cuenta fue aumentando y pronto el score se acerc¨® al de M?lders. El 20 de septiembre de 1940, M?lders pint¨® en su cola las 40 victorias. Galland, cinco d¨ªas despu¨¦s. El 22 de octubre, M?lders consigui¨® las 50. El ¨²ltimo d¨ªa del a?o, Galland iba por 58 y hab¨ªa pasado a M?lders, con s¨®lo 55. A mediados de 1941, M?lders volvi¨® a pasar a Galland al alcanzar 68 derribos, pero ¨¦ste lo adelant¨® de nuevo el 21 de junio con 69. Las cifras disfrazan un mundo de fren¨¦ticos combates, miedo, dolor, escalofriantes ca¨ªdas y pilotos ardiendo como teas. Un juego mortal en el que ambos cazadores fueron a su vez cazados, aunque sobrevivieron para volver a volar. Pr¨¢cticamente igualados, M?lders fue transferido al Este para la invasi¨®n de Rusia, y all¨ª, con la facilidad de abatir aeroplanos sovi¨¦ticos, descompens¨® las cuentas para desesperaci¨®n de Galland. A primeros de julio fue el primer piloto de la historia en lograr los 100 derribos, lo que le supuso los diamantes para su Cruz de Caballero, aunque tambi¨¦n la prohibici¨®n de seguir volando, para evitar el golpe de efecto del enemigo si lo derribaban. Galland, que ajustaba al cuello su propia Cruz de Caballero con una liga de mujer, consigui¨® los diamantes con s¨®lo 94 -pero todos en el m¨¢s dif¨ªcil frente del Oeste-. M?lders se detuvo finalmente en 101 (m¨¢s los 14 de Espa?a). Se mat¨® en accidente de aviaci¨®n (no pilotaba ¨¦l) cuando acud¨ªa al funeral del viejo as Ernst Udet el 22 de noviembre de 1941. Galland sobrevivi¨® a la guerra y a sus discusiones con Goering; muri¨® a los 83 a?os, en 1996. Acab¨® la contienda con 104 kills, incluidos 53 Spitfire, que ya son Spitfire.
Hoy, los dos rivales, Galland y M?lders, forman parte de la gran leyenda de la aviaci¨®n, y qui¨¦n sabe si se siguen retando, incorregibles, all¨¢ arriba, en alg¨²n remoto cielo ardiente de los pilotos.
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