"?Madre m¨ªa, qu¨¦ circuito!"
Valverde se emociona al ver el recorrido de la carrera, junto a la Gran Muralla, y no esconde sus ambiciones
Llegaron los ciclistas profesionales. Todos los del equipo midas, salvo Alberto Contador, que llegar¨¢ ma?ana. Se presentaron a la prensa, se pusieron a disposici¨®n de los controladores del dopaje y, despu¨¦s, los cuatro, Alejandro Valverde, ?scar Freire, Carlos Sastre y Samuel S¨¢nchez, se fueron a hacer turismo a Badaling, a la Gran Muralla. "Incre¨ªble, fenomenal, espectacular", dice, por tel¨¦fono, emocionado, la voz temblorosa, Valverde, quien no habla de la ¨²nica construcci¨®n humana que, dicen, se puede distinguir desde el espacio, sino del circuito en el que el s¨¢bado 145 corredores se disputar¨¢n las medallas de la prueba de fondo en carretera y que discurre paralelo a la gran atracci¨®n tur¨ªstica, pegado a las monta?as. "?Madre m¨ªa, qu¨¦ circuito!", sigue, exaltado, entre exclamaciones, el murciano, que ha dominado este a?o como pocos las cl¨¢sicas de un d¨ªa m¨¢s duras; "pensaba que no iba a ser tan fuerte como me hab¨ªa explicado el seleccionador, Paco Antequera, pero lo es m¨¢s. Es una subida de 12 kil¨®metros que hay que hacer casi con plato peque?o, con una media del 5% y tramos del 10%. Y hay que subir siete veces... Para nosotros, para Freire y para m¨ª, mejor imposible".
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Valverde, todo el mundo lo sabe, es un optimista que lleg¨® a China con aprensi¨®n por todo lo que hab¨ªa le¨ªdo, por todo lo que se hab¨ªa dicho de China, pero que en dos d¨ªas ha cambiado r¨¢pidamente de esp¨ªritu. Le ayuda, claro, el subid¨®n de autoestima de que goz¨® el s¨¢bado pasado con su aceleraci¨®n brutal en el bulevar de San Sebasti¨¢n para dejar clavados a Rebelin, un pilar de la squadra azzurra, y Bettini, el actual campe¨®n ol¨ªmpico y mundial, en la final de la Cl¨¢sica donostiarra. "?Qu¨¦ gozada, qu¨¦ ¨²ltimos 400 metros!", recuerda Valverde; "y aqu¨ª, igual. Teniendo un buen d¨ªa como en San Sebasti¨¢n, no descarto nada".
Valverde siempre ha sido as¨ª. Su convicci¨®n, a veces excesiva, en sus posibilidades no le llega como contagio del estado de gracia colectivo que parece vivir el deporte espa?ol en los ¨²ltimos meses. Tampoco a Freire, que sabe desde hace a?os lo que es ganar -es triple campe¨®n mundial- y que, cuando se le pregunta si la din¨¢mica de ¨¦xito que ha generado el Tour victorioso de Sastre y su propio maillot verde influir¨¢n el s¨¢bado, responde a lo sensato, eliminando la carga emotiva de la cuesti¨®n: "Si hemos estado bien en el Tour, estaremos bien aqu¨ª. Es una buena preparaci¨®n. El problema lo tendr¨¢n los que lleguen sin motivaci¨®n".
Hablar de motivaci¨®n en unos Juegos no deja de ser una cosa curiosa. Para deportistas de todo el mundo y de todo tipo de pelaje los d¨ªas que pasen en Pek¨ªn ser¨¢n los m¨¢s importantes de sus carreras. No as¨ª para los ciclistas, para quienes los Juegos, aunque cada vez menos, no dejan de ser una intromisi¨®n en su rutina, una carrera sin apenas pedigr¨ª y que disputan, como cuenta S¨¢nchez, pensando m¨¢s en que la medalla que puedan conseguir simplemente contar¨¢ en la gran competici¨®n ol¨ªmpica: la clasificaci¨®n por pa¨ªses establecida en el medallero. "Pero", aclara Freire, a quien, en sus terceros Juegos, le ha calado ya la historia, "aqu¨ª, m¨¢s que de una competici¨®n ciclista, hablamos de una competici¨®n deportiva en general. Espa?a a¨²n no ha conseguido una medalla en la especialidad y creo que ¨¦sta ser¨¢ una buena oportunidad para remediarlo".
Como se perdieron por ah¨ª, los cuatro espa?oles pedalearon unos 90 kil¨®metros, m¨¢s de los previstos en su primer contacto con la bicicleta desde que llegaron a Pek¨ªn. "Pero, a pesar de que a¨²n estaba un poco atontado por el cambio horario y el poco sue?o", dice Valverde, "tambi¨¦n vimos que la humedad y el calor no son tan fuertes como en Pek¨ªn [el circuito final, al que llegar¨¢n los corredores despu¨¦s de 80 kil¨®metros llanos, con inicio junto a la plaza de Tiananmen y la Ciudad Prohibida, bajo la mirada vigilante de Mao Zedong, el gran timonel: lo habitual en los Juegos, lo de la b¨²squeda de la imagen tur¨ªstica, pues el circuito de Atenas permit¨ªa tambi¨¦n espectaculares fotos del pelot¨®n a la sombra del Parten¨®n] porque subimos hasta los 760 metros. Y tambi¨¦n se respira mejor. Vamos, que hemos vivido d¨ªas de m¨¢s agobio por el calor en la Vuelta, en etapas por C¨®rdoba, o cuando el Tour ha llegado a Marsella".
Ah, y s¨ª, a Valverde tambi¨¦n le gust¨® la Gran Muralla, aunque no le emocion¨® tanto como el circuito, claro.
El desembarco del Tour
Mientras el ciclismo italiano, que pas¨® casi invisible por el Tour tras la debacle Ricc¨°, desea que la carrera ol¨ªmpica se convierta en un desaf¨ªo hispano-italiano, con ventaja para su Bettini, ganador de los dos ¨²ltimos Mundiales para desencanto de Valverde y Freire, los espa?oles, grandes protagonistas en el Tour, prefieren, en palabras de Samuel S¨¢nchez, "abrir el abanico" y colocar en el pelot¨®n de favoritos a todos los que han mostrado su fortaleza en julio.
El recorrido de la Gran Muralla parece favorecer a los hombres de grandes vueltas m¨¢s que a los clasic¨®manos. "Los que han corrido el Tour cuentan con una gran ventaja: tienen fondo y golpe de pedal", explica el seleccionador espa?ol, Paco Antequera; "lo ¨²nico que necesitaban, tras una semana de descanso, era recuperar las sensaciones en la Cl¨¢sica de San Sebasti¨¢n, aunque eso significara que llegasen m¨¢s tarde".
Pero no son los espa?oles los ¨²ltimos llegados a Pek¨ªn. A los italianos y a Cadel Evans, el segundo en Par¨ªs, se les espera hoy. Tambi¨¦n se cuenta, y se teme, con un potente equipo luxemburgu¨¦s: los hermanos Schleck y Kim Kirchen.
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