Viaje a la piscina m¨¢s r¨¢pida

Eran miembros de una familia de Hunan que hab¨ªa venido de vacaciones desde el centro del pa¨ªs, a unos 1.000 kil¨®metros. Se agarraban a la tela de alambre con fuerza y miraban anhelantes. La madre, el padre y la ni?a. "Es hermoso", dec¨ªan con orgullo patrio. El salario no les permit¨ªa dispendios -las entradas para ver la nataci¨®n oscilan entre los 8 y los 8.000 euros-, pero aseguraban que el panorama les hab¨ªa merecido el viaje. En sus rostros resplandec¨ªa el reflejo azul del edificio futurista al que llaman Cubo de Agua, pero que se parece a una caja de metacrilato llena de espuma de jab¨®n. Iluminada desde su interior, como un farol, la trama de burbujas de cilindros de acero y globos de tefl¨®n atra¨ªa a miles de visitantes de toda China el lunes pasado, para ver el espect¨¢culo nocturno, mientras en su interior, Michael Phelps, la estrella de los Juegos, se mojaba en la piscina ol¨ªmpica por primera vez.

"El agua est¨¢ a 26,5 grados. En Espa?a nos entrenamos a 28", dice Anna Tarr¨¦s

Salvo Italia, ayer llegaron todos los equipos de nataci¨®n a Pek¨ªn. Sobre las siete de la tarde, el Cubo de Agua era un avispero. El agua bull¨ªa. En la hora punta, por las diez calles de la piscina nadaban 120 atletas de Estados Unidos, Australia, Brasil, Ir¨¢n, Reino Unido, Corea del Sur, Holanda, Francia, Hungr¨ªa, Jamaica, Polonia, Bulgaria, Estonia, Argentina, Canad¨¢ y Grecia. En un pa¨ªs como China, donde dos terceras partes de la poblaci¨®n rural (500 millones de personas) usan agua contaminada, los nadadores ol¨ªmpicos son gente con atribuciones extraordinarias. "El agua de esta piscina es tan buena que se puede beber", explic¨® uno de los responsables de la organizaci¨®n de la sede, Li Rong; "aqu¨ª hay un sistema de depuraci¨®n que limpia el agua constantemente. Pero por razones de seguridad no puedo decir de d¨®nde traemos esta agua".

Ayer, Phelps hizo un trabajo sencillo. Nad¨® 2.000 metros sin esfuerzo y se march¨®. Disfrut¨® menos del agua que las diez integrantes del equipo espa?ol de nataci¨®n sincronizada, que hicieron la sesi¨®n m¨¢s larga de la jornada. Las chicas hicieron una hora y media de calentamiento y una hora y media de ejercicios. C¨¢mara digital en mano y sin parar de hacer correcciones, la seleccionadora, Ana Tarr¨¦s, meti¨® la pica al grupo con una sesi¨®n que le result¨® poco satisfactoria de todos modos. "Hoy no nos hemos entrenado como para ganar el oro", dijo mientras las muchachas, con Gemma Mengual a la cabeza, abandonaban las instalaciones contrariadas y a la carrera. "Se han sentido inc¨®modas", explic¨® Tarr¨¦s; "debe de ser que todav¨ªa les afecta el cambio de horario. Adem¨¢s, el agua les ha molestado porque estaba un poco fr¨ªa. Est¨¢ a 26,5 grados y nosotras estamos acostumbradas a nadar a 28".

La temperatura del agua estaba m¨¢s al gusto de los nadadores de carreras que de las gimnastas acu¨¢ticas. C¨¦sar Cielo, el campe¨®n de los campeonatos universitarios estadounidenses en 100 yardas (91 metros), se mostr¨® entusiasmado. "Lo primero que he pensado es que ten¨ªa 48 metros", dijo el brasile?o; "no me pareci¨® tan larga. Es, sin duda, la piscina m¨¢s r¨¢pida en la que he nadado en mi vida. La mejor del mundo".

El equipo espa?ol fue el ¨²ltimo en llegar. Aterriz¨® procedente de Jap¨®n, donde hizo una concentraci¨®n de dos semanas, y a ¨²ltima hora de la tarde sus componentes se lanzaron al agua de Pek¨ªn. El primer contacto fue satisfactorio. "Sientes que vas c¨®modo", dijo Brenton Cabello, el nadador de estilos; "cuando te echas a una piscina r¨¢pida, lo notas enseguida. ?ste es un deporte de sensaciones. De detalles. Notas la diferencia cuando te afeitas. Y notas cu¨¢ndo una piscina est¨¢ bien construida. El vaso es muy bueno. Es profundo, de unos tres metros, y eso disminuye las turbulencias porque anula el efecto rebote. Las calles son anchas y la recolecci¨®n de agua en los costados es eficiente y absorbe las olas".

El ¨²nico que puso una pega fue el director t¨¦cnico de Espa?a, el italiano Mauricio Coconi. "Es un poco fr¨ªa", dijo en referencia a la luz fluorescente y a la escasez de gradas (17.000 espectadores). En efecto, el Cubo, que cost¨® 90 millones de euros, es una obra de dise?o y car¨¢cter ornamental. Un edificio pensado como s¨ªmbolo antes que como escenario. Ideal para la televisi¨®n y para observarlo desde fuera. Como hizo la familia de Hunan, colgada del alambre.