Una catedral con 30.000 a?os
La cueva de Ardales esconde un millar de joyas del arte rupestre
A Pedro Cantalejo le entusiasma que los visitantes comparen la cueva de Ardales con una catedral. "?Por qu¨¦ no vamos a una catedral y decimos que es una gran cueva? La humanidad est¨¢ siempre construyendo cuevas", comenta el conservador.
Hubo un tiempo en el que los hombres se reun¨ªan en ellas y en sus paredes manifestaban su forma de ver la vida: las inquietudes, los miedos o el silencioso paso hacia la muerte. La de Ardales, situadas en la provincia de M¨¢laga, esconde en su interior un millar de motivos art¨ªsticos que realizaron sus pobladores durante el paleol¨ªtico, hace unos 30.000 a?os.
El amante del turismo interior podr¨¢ descubrir en ella huellas de manos, signos abstractos y gr¨¢ficos que sirven como mapa de este hito de la prehistoria. La cueva de Ardales se encuentra en el centro de Andaluc¨ªa. Desde ah¨ª se ve el r¨ªo Guadalhorce, la serran¨ªa de Ronda y, casi al fondo, la de C¨¢diz. Al norte, las campi?as de Sevilla, y al este las de C¨®rdoba. El visitante hace a su vez una visita de territorios, de paisajes, del entorno. Cerca de la cueva, surgen unas fuentes de agua sulfurosa, malolientes, pero muy buenas para la digesti¨®n. Los cazadores las usaban. Los habitantes de la cueva pertenec¨ªan a sociedades m¨®viles, que frecuentaban el interior y la costa andaluza.
La historia de la cueva est¨¢ ligada a la de la burgues¨ªa malague?a del siglo XIX. Trinidad Grund regentaba un hotel en Carratraca y ofrec¨ªa como atracci¨®n tur¨ªstica la explotaci¨®n de los ba?os y la visita a la cueva. Hay pocas experiencias anteriores a esta de turismo interior en Andaluc¨ªa. Grund fue una pionera, a pesar de que las visitas se realizasen con alpargatas y teas.
El franquismo fue una ¨¦poca nefasta, la cueva se abandon¨® por completo. No fue hasta los a?os ochenta cuando se cierra y se crean medidas de protecci¨®n. Ahora, las visitas de especialistas para comprobar su conservaci¨®n son constantes. Cantalejo asume que su misi¨®n es que la cueva "olvide la presencia de los hombres y el deterioro del tiempo". "El arte rupestre no puede estar vinculado a su destrucci¨®n, sino a su conservaci¨®n. Este es un lugar con miles de a?os de historia escrita", resume.
Jos¨¦ Ramos, profesor de la Universidad de C¨¢diz lleva m¨¢s de 20 a?os estudiando la cueva. Habla de una de las sociedades m¨¢s igualitarias de la historia, con una esperanza de vida de 40 a?os. Controlaban la natalidad, ya que no pod¨ªan desplazarse con muchos hijos. Tienen una cierta territorialidad, pero las batallas por el terreno no eran tan cruentas como las que suceder¨¢n m¨¢s adelante (hasta hoy)
"Ardales la ocupaban en primavera grupos n¨®madas, compuestos por 30 o 40 personas, que se juntaban en la cueva para relacionarse entre s¨ª y abrir el c¨ªrculo social", explica el profesor. Despu¨¦s, en el neol¨ªtico, aparece la propiedad privada, la sociedad jerarquizada e indicios de desigualdad entre hombres y mujeres. Pero esa es otra historia. La de Ardales, pues, no es otra que la del hombre, en su viaje por el tiempo, construyendo cuevas en las que dejar rastro de su existencia.
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